Huawei, el gigante tecnológico chino acusado de espiar y violar las sanciones contra Irán, decidió presentar una demanda judicial contra el gobierno de Estados Unidos.
Tras el arresto de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, la denuncia sería ridícula si no hubiera tanto en juego. Pero es mucho lo que está en juego.
Una seria amenaza para los usuarios
Huawei está liderando el despliegue de 5G en gran parte del mundo, y quiere liderarlo también en Estados Unidos. Es más, se sospecha que el mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo instaló o podría haber instalado spyware (software espía) en sistemas de hardware que suministró para su utilización en la infraestructura de Estados Unidos, incluyendo comunicaciones, redes eléctricas, plantas nucleares y control de tráfico aéreo, entre otros.
La amenaza que Huawei representa a Estados Unidos llegó a tal punto que el vicepresidente, Mike Pence, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, advirtieron a otras naciones que usar equipos Huawei les haría difícil trabajar con Estados Unidos. Otros países de Europa y de otros lugares también están preocupados por Huawei, entre ellos Alemania y Polonia, donde recientemente detuvieron por espionaje a dos empleados de Huawei, uno de ellos un exdiplomático chino.
Un brazo del régimen chino
La demanda judicial de Huawei contra el gobierno de Estados Unidos sostiene que la prohibición contra ellos es inconstitucional.
El proveedor de teléfonos inteligentes y de infraestructura 5G está desafiando la constitucionalidad de la Sección 889 de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional de 2019 (NDAA). Huawei busca un juicio declaratorio y una orden judicial permanente contra las restricciones porque, según la empresa china, dejarían el mercado de EE. UU. con “productos inferiores” que costarían más a los consumidores.
Puede que esa parte sea cierta, pero hay mucho más en juego. Huawei es considerado hace mucho tiempo un brazo del régimen chino, es decir, del Partido Comunista Chino (PCCh), y hace años viene siendo acusado por las autoridades estadounidenses de espiar y recopilar datos técnicos y datos relacionados con la defensa de Estados Unidos y de otros países. Esas sospechas se remontan al menos al 2012 y muy probablemente durante la administración Clinton.
La línea entre la propiedad estatal y la privada es borrosa
Pero tanto Huawei como el PCCh niegan cualquier conexión con el otro. Eso puede sonar descabellado –y lo es– pero el régimen chino está actuando como si Huawei fuera una compañía aislada, manejándose sola en su justa batalla contra Estados Unidos. Y ante ello, Huawei insiste en que es una compañía independiente, propiedad de los empleados.
Pero eso no importa en lo más mínimo, simplemente es una negación de la realidad. ¿Alguien en el planeta cree que una compañía del tamaño, capacidades y alcance de Huawei podría actuara sola, sin la influencia del PCCh?
El hecho es que el PCCh utiliza una variedad de formas para dirigir el comportamiento de las empresas “privadas”. Algunas incluyen asociaciones industriales, que normalmente son dirigidas por exministros u otros miembros del Partido para mantener a las empresas alineadas con los dictados del PCCh. Las entrevistas periódicas con la NDRC, la principal agencia de planificación económica de China, también son muy eficaces. Y por supuesto, el PCCh tiene el poder –y lo utiliza– de obligar a las empresas privadas a cooperar en programas de reestructuración dirigidos por el Estado.
Cuando se trata del comportamiento de Huawei, al igual que cualquier otra empresa, persona o grupo en la República Popular China, sus acciones son dirigidas y autorizadas por el PCCh. Esto es especialmente cierto dado el amplio impacto diplomático y estratégico de las actividades de Huawei. Esta empresa privada se comporta como un actor patrocinado por el Estado en el escenario mundial.
Revelación de técnicas de monitoreo de EE. UU.
Dado que varios países de todo el mundo están dando la voz de alarma sobre el riesgo de espionaje (y la pérdida de puestos de trabajo) que Huawei representa, ¿qué espera ganar la compañía china con una demanda judicial que probablemente perderá?
Primero, no se trata de ganar el caso. La demanda judicial en sí misma es un lienzo sobre el que China desea pintar a Estados Unidos de forma negativa frente a la comunidad internacional, especialmente ante la Unión Europea (UE). Es una oportunidad de propaganda para sembrar división –política y específicamente económica– entre Estados Unidos y sus aliados europeos. Con Estados Unidos intentando convencer a la Unión Europea de tener menos comercio con China y más con EE. UU. , la respuesta de China es comprensible.
En segundo lugar, el principal punto de ataque de la demanda judicial son las leyes de seguridad de Estados Unidos, ya que Huawei afirma que el gobierno de Estados Unidos está usando la seguridad nacional como fachada para su guerra comercial con China. Si la demanda judicial obstaculiza la política comercial de la administración Trump hacia China, mucho mejor. ¿Es eso probable? Uno esperaría que no.
Pero en última instancia, la estrategia de Huawei es lograr que Estados Unidos revele sus secretos. China quiere saber cómo Estados Unidos controla lo que hacen empresas como Huawei. Por lo tanto, el valor de la demanda judicial para Huawei es el proceso de divulgación de información.
El director legal de la compañía, Song Liuping, casi lo reconoció cuando, en una reciente conferencia de prensa, dijo que la prohibición de Huawei en Estados Unidos está “basada en numerosas afirmaciones falsas, infundadas y no probadas”. Huawei tiene un excelente historial y programa de seguridad. No se presentó ninguna prueba de lo contrario.
Pero su objetivo es ver la “prueba” que Estados Unidos tiene contra ellos y poner a prueba “las afirmaciones”. En esencia, China espera que la demanda judicial obligue a Estados Unidos a revelar cómo sabe lo que sabe sobre las actividades y el equipo de Huawei.
Desde la perspectiva de China, a ellos no les importa y probablemente ni siquiera esperan “ganar” el caso en el sentido común de la palabra. Pero si el resultado final es que descubren las técnicas de inteligencia de Estados Unidos, entonces habrán ganado mucho más que el juicio. Sería una victoria tecnológica y de inteligencia estratégica, porque las empresas chinas sabrán mucho más sobre las técnicas de inteligencia de Estados Unidos y sobre cómo evitar esa vigilancia en el futuro.
Los tribunales de Estados Unidos no deben permitir que el caso siga adelante.
James Gorrie es un escritor radicado en Texas. Es el autor de “La crisis de China”.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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