Comentario
El balance de la Reserva Federal alcanzó su máximo histórico en mayo de 2022. Desde entonces, se suponía que descendería a un ritmo constante y se desprendería de 3 billones de dólares en 2024. La normalización de la política monetaria se construyó sobre la idea de un aterrizaje suave para la economía. Sin embargo, la Fed puede estar matando al sector privado para salvar al gobierno.
Frenar la inflación requiere una reducción significativa de la oferta monetaria y de la demanda agregada. Sin embargo, si no se toca el gasto público deficitario, toda la carga de la normalización de la política monetaria recaerá sobre las familias y las empresas.
La situación actual es la peor posible. El balance de la Fed no cae tan rápido como debería; el gasto público no ha sufrido ni un rasguño, pero la oferta monetaria cae al ritmo más rápido desde los años 30, y las subidas de tasas perjudican a la economía productiva mientras el gobierno parece no darse cuenta de la necesidad de reducir su abultado presupuesto.
El dato del PIB del primer trimestre es extremadamente preocupante (pdf). El gasto público registró otra gran subida, del +4.7%, muy por encima de lo esperado. Sin embargo, el consumo, con un +3.% anualizado, se situó muy por debajo de las estimaciones, impulsado por un nuevo y preocupante récord de deuda en tarjetas de crédito. Más preocupante aún, la inversión interior privada bruta cayó un enorme 12.5%.
Hay pruebas sólidas de una tendencia negativa en la economía real: aumento del gasto federal, más burocracia, impuestos más altos y menor actividad en la parte de la economía que impulsa el crecimiento y el empleo.
Las subidas de tasa tienen dos efectos negativos directos en la economía si el gobierno no reduce su juerga de gasto deficitario. Suponen un aumento de los impuestos y un desplazamiento masivo del crédito disponible. El déficit público siempre se va a financiar, aunque sea con tasas más altas, pero esto también significa menos crédito para las empresas y las familias. El efecto de exclusión del sector público sobre la economía productiva se traduce en un menor crecimiento de la productividad, una inversión más débil y una disminución de los salarios reales, ya que el gobierno mantiene la inflación por encima del objetivo gastando unidades adicionales de moneda de nueva creación, pero a los sectores productivos les resulta más difícil y más caro encontrar crédito. Además, el gobierno pide prestado a un coste mucho menor que incluso las empresas más eficientes y rentables.
Es imposible lograr un aterrizaje suave de la economía cuando la Reserva Federal ignora las señales del sistema bancario y de la economía real. El primer pilar de un verdadero aterrizaje suave debe ser preservar la renta real disponible de los trabajadores y la capacidad de creación de empleo e inversión de las empresas.
Cuando el gobierno sigue aumentando el gasto, no hay ninguna señal del más leve control presupuestario, y todo el «aterrizaje» procede del sector privado, lo que obtenemos es una economía al revés.
La Reserva Federal ha dejado de prestar atención a los agregados monetarios justo cuando la oferta monetaria se contrae a un ritmo casi histórico. Peor aún, la oferta monetaria se contrae pero el gasto deficitario federal no se toca, y el techo de la deuda volvió a elevarse.
La masa monetaria se está hundiendo debido a la inevitable contracción del crédito y a las dificultades a las que se enfrentan los consumidores y las empresas. Es imposible crecer con impuestos crecientes, inflación persistente —un impuesto en sí mismo— y soportando toda la carga de la normalización de la política monetaria.
Combatir la inflación sin recortar el gasto público es como reducir peso sin eliminar los alimentos que engordan.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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