Los investigadores sospechan que la forma en que las células utilizan los nutrientes en presencia de un virus puede determinar el resultado y la gravedad de la enfermedad.
Durante mucho tiempo se consideró que el sistema inmunitario es la principal defensa del organismo frente a los virus invasores, y se entiende que una respuesta inmunitaria fuerte elimina rápidamente una infección, mientras que una débil permite que ésta se prolongue, lo que conduce a una enfermedad prolongada o incluso a la muerte.
Ahora, los investigadores están estudiando un sistema totalmente diferente, la capacidad del organismo para utilizar los nutrientes a nivel celular, para predecir la respuesta y la gravedad de la enfermedad.
El inmunólogo Clovis Palmer, de la Universidad de Tulane, estudia los cambios metabólicos derivados de las infecciones víricas. En una revisión bibliográfica publicada en Nature Metabolism, Palmer analizó un conjunto de pruebas que examinaban los cambios metabólicos que se producen en las células cuando los invasores virales, como el VIH, la hepatitis B o el SARS-CoV-2, suponen una amenaza.
Palmer concluye que el modo en que las células, incluso las no inmunes, utilizan los nutrientes en presencia de un patógeno viral puede determinar el resultado y la gravedad de la enfermedad en las primeras fases de la infección, o incluso mucho después de que el patógeno abandone el organismo.
Ciertas moléculas en la superficie de una célula determinan cómo se utilizan los nutrientes. Éstas permiten que nutrientes como la glucosa y la grasa faciliten la producción de energía o, en caso necesario, monten una ofensiva contra los patógenos invasores. En estas condiciones, los nutrientes fortalecen y refuerzan la célula. Pero los patógenos virales también pueden secuestrar estas moléculas de superficie para entrar en la célula y utilizar los nutrientes para replicarse.
«El hecho de que los nutrientes se utilicen para reforzar y defender la célula o sean secuestrados por el virus depende de condiciones del huésped como la edad avanzada, el estado nutricional y la obesidad», afirma Palmer. «Vimos que todos estos eran factores de riesgo significativos para los peores resultados del COVID, pero no sabíamos realmente qué lo impulsaba».
Entender cómo las células utilizan los nutrientes en presencia de patógenos virales en los primeros estados de la infección es clave para el desarrollo de tratamientos que puedan fortalecer la célula, no el virus. Mientras que la mayoría de los medicamentos antivirales apuntan al virus, Palmer busca prevenir o disminuir la enfermedad manteniendo los nutrientes del lado de la célula.
Palmer trabaja con Jay Rappaport, director del Centro Nacional de Investigación en Primates de Tulane y profesor de microbiología e inmunología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane, en la reconexión de la respuesta metabólica en modelos de primates no humanos de COVID y VIH para prevenir y tratar los síntomas a largo plazo.
«Sabemos que cuando el metabolismo está alterado, aumenta la susceptibilidad a la infección», dice Rappaport. «Modular la respuesta metabólica tiene vastas implicaciones para todas las enfermedades infecciosas, desde la optimización de la inmunidad hasta la mitigación de los efectos del envejecimiento, la autoinmunidad y otros motores de la enfermedad».
Este artículo fue publicado originalmente por la Universidad de Tulane. Publicado de nuevo a través de Futurity.org bajo licencia Creative Commons 4.0.
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