La guerra bioeconómica de China contra el mundo ha empezado a resultarle contraproducente

Por Austin Bay
26 de mayo de 2021 3:47 PM Actualizado: 26 de mayo de 2021 3:47 PM

Comentario

En mayo de 2014, dejé de engañarme pensando que China estaba en guerra con Estados Unidos. Me di cuenta de que China pretendía dominar el mundo imponiendo las condiciones de los acuerdos internacionales. Esto significaba que China estaba en guerra con el mundo —dejando de lado los tratados de moderación, las nociones legales y la confianza productiva.

El acontecimiento desencadenante de mayo de 2014: Unos 70 buques chinos escoltaron a un barco de perforación de petróleo hacia aguas reclamadas tanto por Vietnam como por China, siendo la reclamación de Vietnam más creíble y defendible desde el punto de vista diplomático. Vietnam informó que la flotilla china incluía siete barcos armados de la guardia costera y de la marina —siete buques de guerra. La inclusión de buques de guerra hace que la incursión sea un acto de guerra.

El barco de perforación invasor ancló a 120 millas de la costa vietnamita, dentro de las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva de Vietnam, tal y como se define en la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar de 1982. China firmó ese tratado y prometió respetarlo.

El resultado de la guerra: China violó la soberanía territorial de Vietnam y rompió un tratado internacional al invadir la ZEE de Vietnam. El despliegue de un barco de perforación de propiedad estatal de mil millones de dólares es una acción política calculada que demostró que Beijing tenía la intención de robar los recursos naturales vietnamitas.

El 13 de mayo de 2014, escribí una columna en la que analizaba el enfrentamiento. La columna relacionaba la agresión de China con la invasión y anexión de la península ucraniana de Crimea por parte de Rusia en la primavera de 2014. El «precedente de Crimea» de Rusia —la descarada invasión militar y la anexión política de un territorio soberano— echó por tierra varios acuerdos diplomáticos posteriores a la Guerra Fría. Pero, al igual que el Kremlin de Vladimir Putin, a la Beijing comunista le importaba un bledo la legalidad.

El crimen ruso de Crimea, estratégicamente revelador, reeditó la agresión fascista en Europa (Alemania e Italia), África (Italia) y Asia (Japón imperial) en la década de 1930. Y el comunismo es el fascismo envuelto en la jerga del club de la facultad, así que incluya a la Rusia de Stalin en esa lista de agresores.

Hecho: Los chicos de Beijing han estado haciendo la guerra a Estados Unidos desde la década de 1990. Escribí una columna en 2010 en la que me preguntaba por qué China estaba construyendo una gran armada. Sospechaba que la respuesta era sombría, pero esperaba que la riqueza creara una clase media china que exigiera libertad y moderación y paz.

Me equivoqué. La proeza económica china no hizo más que alimentar su maquinaria bélica totalitaria comunista.

Los conocedores de los ensayos periodísticos me acusarán de enterrar el lede (hundir mi punto clave en lo más profundo del ensayo). Culpable, pero con razón. El trasfondo histórico respalda la importancia global de la aleccionadora noticia de esta semana: la probabilidad de que el virus COVID-19 (el virus del Partido Comunista Chino es otro nombre) se haya escapado por accidente o a propósito de un laboratorio chino en la ciudad de Wuhan y haya infectado a todo el planeta.

El Wall Street Journal ha publicado un análisis en profundidad de las pruebas.

En febrero de 2020, el senador Tom Cotton (R-Ark.) sugirió que el virus podría haber escapado de un laboratorio de investigación en Wuhan. El discurso de los principales medios de comunicación: Cotton fue condenado, criticado y ridiculizado, desde el New York Times hasta la CNN y Xinhua (la agencia de noticias «oficial» china).

Xinhua lanza propaganda. ¿Confía en el New York Times y en la CNN? Tal vez sea hora de que despierte.

Incluso el Dr. Tony Fauci dice que la posibilidad de que el COVID-19 se haya escapado de un laboratorio en Wuhan «ciertamente existe» y está «totalmente a favor de una investigación completa de si eso pudo haber ocurrido».

En la primavera de 2020, Fauci y su cuadro de burócratas (que incluye a los bobos de los medios de comunicación dominantes) despreciaron a Cotton.

Fauci et al. le deben a Cotton una disculpa.

China mintió sobre los orígenes del virus, y la gente murió, en todo el planeta. Pegatina para el parachoques: China mintió, la gente murió, en todo el planeta.

En 2020, escribí una columna en la que argumentaba que la dictadura china ocultó información crítica sobre el virus, por miedo a quedar expuesta como incompetente. Al darse cuenta de la amenaza de la pandemia, los matones comunistas de Beijing a cargo aparentemente decidieron exportarla al resto del mundo para que China no sufriera sola.

Eso es un acto de guerra contra el mundo.

Los dictadores comunistas de China decidieron librar una guerra bioeconómica contra el mundo. Si Donald Trump fuera presidente, esa decisión le costaría a Beijing. ¿Con Joe el Lento al mando? No estoy tan seguro. Pero los hechos están saliendo a la luz. Y cuando lo hacen, el tiro por la culata es inevitable.

Austin Bay es coronel retirado de la Reserva del Ejército de Estados Unidos, autor, columnista sindicado y profesor de estrategia y teoría estratégica en la Universidad de Texas-Austin. Su último libro es “Cocktails from Hell: Five Wars Shaping the 21st Century” (Cócteles del infierno: Las cinco guerras que marcan el siglo XXI).


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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