Comentario
La reciente violación de seguridad de 23andMe ha llevado a los grupos conservadores a pedir una enmienda a la Ley de Autorización de Gastos de Defensa Nacional (NDAA, por sus siglas en inglés) para romper los lazos entre el gobierno de Estados Unidos y las empresas de biotecnología vinculadas a China.
El hackeo de 23andMe supuso el robo de los datos de 6,9 millones de personas. En concreto, se trataba de estadounidenses de origen chino y judíos. No hay indicios concretos de que el régimen chino llevara a cabo la violación, aunque es sospechoso que los datos robados se dirigieran específicamente a los estadounidenses de origen chino.
Junto con la China comunista, Irán representa una importante amenaza de hackeo para Estados Unidos. A Irán le interesaría conocer la ubicación y las identidades de los estadounidenses de origen judío. Y dada la estrecha relación entre Teherán y Beijing, no es inconcebible que Irán perpetrara un hackeo de este tipo en cooperación con Beijing o actuando en su nombre. Este hackeo, afortunadamente, ha resucitado un argumento de 2021 sobre cómo contrarrestar los objetivos de China en materia de bases de datos genéticos.
En 2021, el Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad advirtió que Beijing está intentando dominar la bioeconomía construyendo la mayor base de datos biológicos del mundo. Aunque gran parte de la recopilación de datos de ADN la realizan empresas privadas, siguen siendo herramientas del Partido Comunista Chino (PCCh) a través de su política de «fusión militar-civil».
Además, según la Ley de Inteligencia Nacional china, las empresas privadas están obligadas a compartir tecnología e información con el Ejército Popular de Liberación (EPL) y los servicios de inteligencia. Beijing da prioridad a las tecnologías críticas para alcanzar sus objetivos de política económica y militar. Entre ellas se incluye la biotecnología, que puede obtenerse mediante herramientas como el espionaje o el robo, así como las inversiones en ciencia y tecnología en Estados Unidos, las asociaciones académicas y de investigación y las empresas conjuntas. En consecuencia, el sector privado estadounidense es un objetivo habitual de las actividades nefastas del PCCh.
Un ejemplo de cómo funciona la fusión militar-civil es una empresa china, Beijing Genomics Institute (BGI), que colabora con el EPL. BGI produce kits de pruebas de paternidad que se utilizan en todo el mundo, incluido Estados Unidos. La transferencia de esta información a China ha ayudado al PCCh a crear un enorme repositorio de datos genéticos que, combinado con la inteligencia artificial china, puede proporcionar al PCCh una ventaja para curar futuras pandemias, pero también puede utilizarse para rastrear a los uigures y otros disidentes dentro y fuera de China. Esa información genética también podría crear enfermedades que ataquen vulnerabilidades específicas de nuestro suministro de alimentos o de nuestra población.
Durante la pandemia, China donó a Serbia unos laboratorios móviles de pruebas de coronavirus llamados Fire-Eye. Fire-Eye era capaz no sólo de examinar enfermedades, sino también de descifrar el código genético de los seres humanos, lo que permitió al PCCh recoger y conservar el plano genético de cada persona en Serbia. Con el tiempo, los laboratorios Fire-Eye llegaron a 20 países, entre ellos Canadá, Letonia, Arabia Saudí, Etiopía, Sudáfrica y Australia. Fire-Eye fue fabricado por BGI Group y proporcionó a la empresa y al PCCh un acceso sin precedentes al ADN extranjero. En concreto, el PCCh seleccionó a BGI Group para gestionar el Banco Nacional de Genes de China.
La presencia de BGI en Estados Unidos y naciones aliadas, así como la amenaza general que supone el programa de recopilación de genes del PCCh, se hace aún más preocupante a la luz de las especulaciones de científicos militares chinos de que podrían fabricar armas genéticas basadas en la información genómica de una población concreta.
Algunos en Estados Unidos sostienen que el principal interés de China en obtener estos datos genéticos es obtener una ventaja económica al ser los primeros en comercializar nuevos medicamentos en el futuro. También señalan que no hay pruebas de que China haya utilizado ninguno de estos datos genéticos con fines militares o para lanzar ataques contra Estados Unidos y otros países. Sin embargo, la posibilidad existe. China acumula armas convencionales y nucleares para utilizarlas contra Estados Unidos. ¿Por qué iba el régimen a evitar el uso de armas genéticas?
En una publicación de WeChat de octubre de 2023 del Ministerio de Seguridad Nacional dice: «Si son utilizadas por individuos u organizaciones con segundas intenciones, las armas genéticas pueden incluso desarrollarse para matar a objetivos de una raza predeterminada, atacando así selectivamente a objetivos con genes de razas específicas».
Continúa diciendo: «En comparación con las armas biológicas y químicas tradicionales, las armas genéticas son más disimulables, engañosas, fáciles de propagar y dañinas a largo plazo, y son difíciles de prevenir, difíciles de aislar y de bajo coste. Una vez utilizadas en la guerra, las consecuencias serán devastadoras».
Así pues, aunque el PCCh aún no haya desplegado tales armas, es evidente que está pensando en ellas.
Dieciséis grupos conservadores han pedido al Congreso que apruebe una enmienda a la NDAA que rompería los lazos entre el gobierno de EE. UU. y las empresas de biotecnología vinculadas al PCCh, en particular BGI. El senador Bill Hagerty (R-Tenn.) y el representante Mike Gallagher (R-Wis.) son los líderes de la enmienda. Gallagher, que también preside el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el PCCh, afirmó que, sin la enmienda, los estadounidenses estarían pagando al PCCh para que robara nuestros datos genéticos.
Beijing afirma que BGI es una empresa privada, pero recibe capital del régimen del PCCh y de entidades vinculadas al PCCh. Dada la fusión militar-civil de China y la Ley de Inteligencia Nacional, está claro que BGI y otras empresas biotecnológicas chinas suponen una amenaza para la seguridad nacional y no deberían recibir dinero de los contribuyentes.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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