Se está librando una guerra silenciosa contra la percepción, la conciencia y los valores internos de cada persona. Sus armas son una serie de tácticas engañosas alimentadas por grandes cantidades de datos (Big Data) y vigilancia que pueden clasificar a las personas para su manipulación selectiva.
Entre los engranajes de esta máquina, se encuentran grupos gubernamentales tanto extranjeros como nacionales, grupos de intereses especiales, grandes empresas y movimientos subversivos. Sus objetivos difieren, pero las tácticas y tecnologías son en gran medida las mismas.
Sin embargo, como un truco de magia, la ilusión solo funciona mientras el público está distraído y engañado. Una vez que el juego de manos es revelado, el truco pierde su control sobre la audiencia.
Para romper la ilusión es importante entender: qué es realmente la desinformación, cómo se fabrican los problemas sociales y se utilizan los asuntos sociales para alcanzar objetivos políticos, por qué se está atacando la moral tradicional y cuáles son los métodos utilizados para hacerlo. El hecho es que muchos conflictos que parecen envolver a la sociedad pueden ser poco más que una imagen evocada, diseñada para engañar.
“La ilusión del relato empaña la verdad”, afirmó James Scott, académico emérito del Instituto de Tecnología de Infraestructura Crítica. El investiga las operaciones de guerra de la información a través de su Centro de Estudios de Operaciones de Influencia Cibernética.
Según Scott, algunos de los trucos engañosos se remontan a Edward Bernays -sobrino de Sigmund Freud- conocido como “el padre de las relaciones públicas” y autor del libro “Propaganda (1928)” que sirvió de guía para manipular las relaciones públicas.
En su libro, Bernays apuntaba a los hábitos y opiniones de una sociedad y afirmaba: “Aquellos que manipulan este mecanismo invisible de la sociedad constituyen un gobierno oculto que es el verdadero poder gobernante de nuestro país”.
Las grandes empresas apreciaron especialmente los conceptos que introdujo Bernays. Sus conceptos de manipulación comenzaron a extenderse más allá de la esfera de las relaciones públicas hasta llegar al ámbito de la publicidad.
“Cuando las compañías vieron esta nueva propaganda que ahora llamamos relaciones públicas, dijeron: ‘Necesitamos algo de eso’”, enfatizó Scott.
Señaló que Bernays a «las emociones de la gente las utilizaba como armas contra de ellos». Los vectores que utilizaba en ese momento para manipularlos eran la radio y los periódicos. Después que la televisión fue introducida al público en el 1939, se profundizó el impacto de las teorías de Bernays, ampliándose su alcance y efectividad.
A medida que estos conceptos continuaban difundiéndose y desarrollándose, también lo hacían las empresas que los utilizaban. Las grandes empresas comenzaron a comprar medios de comunicación para promover directamente con sus mensajes manipuladores. Scott remarcó: …Con el tiempo, las megacorporaciones que ganaban miles de millones de dólares dijeron: ‘Compremos los periódicos y hagamos que sus mensajes sean coherentes con nuestra vision’.
Al mismo tiempo, varias potencias que surgieron en el siglo XX también entraron en el juego y aportaron otras herramientas de engaño y manipulación a las ya consolidadas.
Los movimientos comunistas comenzaron a utilizar tácticas subversivas para infiltrarse y atacar los fundamentos morales de las sociedades. Los gobiernos utilizaron varios movimientos para el control social o la propaganda y los grupos de interés especial, manipularon la psicología para crear apoyo u oposición a cuestiones políticas que pretendían promover, con el fin de ganar poder.
Todos estos métodos fueron impuestos contra la persona común, cuya psicología y sistema interno de valores fueron atacados -a menudo sin su conocimiento- por varios poderes que competían por imponer su influencia.
En la esfera de los movimientos sociales, una táctica fundamental detrás de las luchas que se perciben hoy en día es el concepto marxista del materialismo dialéctico. Funciona invirtiendo los conceptos, la moral y los valores de una sociedad para fabricar problemas sociales. Los asuntos sociales manufacturados se utilizan entonces como herramientas para crear lucha en la sociedad y para destruir gradualmente los conceptos, la moral y los valores que una vez existieron.
En la esfera de la percepción vino la guerra psicológica, destinada a alterar la forma en que la gente interpreta la información. Junto a esto había muchas otras tácticas de engaño mental, incluyendo la propaganda convencional, ideas de moral basada en la política bajo la “corrección política” y métodos para introducir nuevas ideas en la sociedad para desbaratar la cultura bajo la “guerra memética”.
En el ámbito de cómo la gente ve el mundo directamente, las tácticas soviéticas de desinformación se usaron para crear eventos falsos, manipular reportajes de noticias que de otra manera serían creíbles, censurar puntos de vista opuestos y distorsionar la información técnicamente verdadera para crear conclusiones falsas.
Según Scott, después de décadas de uso, estas herramientas de manipulación y engaño están llegando a un punto de ruptura. “El juego ha cambiado”, destacó. “Los vectores tradicionales ya no son efectivos”.
El control de la información se ha visto afectado por la aparición de las redes sociales. Allí es donde la gente todavía tiene cierto grado de comunicación directa, pero donde todos los Estados-nación y todas las grandes empresas están tratando de ejercer el control. Con ello, pueden censurar puntos de vista, promover objetivos políticos, reprimir revueltas y hacer que parezca que los problemas sociales inventados tengan más apoyo del que realmente tienen.
Scott describió el estado actual de la información como “una alucinación perpetuada por los reyes del colectivo de censura”.
La única manera de salir de esto señaló, es a través de que cada persona se eduque a sí misma sobre las herramientas en juego, y así “inocular” la mente contra los efectos del juego.
“Es importante educarse”, recalcó Scott. En este nuevo mundo en el que “la verdad es más extraña que la conspiración”, la guerra de la información se considera más eficaz que la guerra convencional, y las herramientas en juego son cada vez más sofisticadas.
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