La Guía Esencial de la Esclerosis Múltiple: Síntomas, causas, tratamientos y enfoques naturales

Casi un millón de personas en Estados Unidos padecen esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune crónica

Por Mercura Wang
26 de noviembre de 2023 6:17 PM Actualizado: 26 de noviembre de 2023 6:17 PM

Revisión médica Dra. Beverly Timerding

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune crónica que afecta al sistema nervioso central, incluidos el cerebro y la médula espinal. Se produce cuando el sistema inmunitario ataca por error y daña la vaina grasa protectora de mielina que rodea los nervios. La mielina desempeña un papel crucial en el aislamiento y la protección de los nervios, garantizando que las señales eléctricas del cerebro al cuerpo viajen con rapidez y eficacia. La enfermedad puede provocar problemas de coordinación muscular, visión, equilibrio, sensibilidad y pensamiento, que a veces dan lugar a discapacidades importantes.

La EM suele manifestarse entre los 20 y los 40 años y es la enfermedad neurológica discapacitante más frecuente en adultos jóvenes. En la actualidad, casi un millón de personas padecen EM en Estados Unidos.

¿Cuáles son los tipos de esclerosis múltiple?

Los distintos tipos de EM varían en su progresión. Identificar el tipo específico de EM de un paciente ayuda a anticipar su evolución y a tomar decisiones informadas sobre el tratamiento.

Existen cuatro tipos de esclerosis múltiple, que son los siguientes:

1. Esclerosis múltiple recurrente-remitente (EMRR)

La EM recurrente-remitente es la forma más común de EM, ya que representa el diagnóstico inicial en alrededor del 85 por ciento de todos los casos de EM. La EMRR se caracteriza por distintos episodios de actividad activa de la enfermedad (es decir, ataques o recaídas) seguidos de fases de recuperación (es decir, remisión).

También conocidas como «ataques» o «exacerbaciones», las recaídas de la EM son síntomas abruptos que empeoran significativamente, duran al menos 24 horas y no están causados por una infección, fiebre o estrés. Son el resultado de nuevas áreas de inflamación y desmielinización. La desmielinización se produce cuando la cubierta protectora de las fibras nerviosas, la mielina, resulta dañada o destruida. La mayoría de los síntomas de recaída mejoran con el tiempo, reposo y, posiblemente, terapia, pero la recuperación parcial puede dar lugar a síntomas permanentes. Las recaídas de la EM suelen durar de días a semanas. Las personas con EMRR que no reciben tratamiento modificador de la enfermedad (TME) suelen tener de una a tres recaídas al año, pero algunas experimentan intervalos mucho más largos entre recaídas.

En remisión, la enfermedad parece detener su progresión. Durante esta fase, los síntomas pueden no empeorar o desaparecer por completo (no empeoramiento), o algunos pueden empeorar y hacerse permanentes (empeoramiento).

Las infecciones, la fiebre y el estrés pueden causar pseudorecaídas, que imitan las recaídas reales de la EM pero carecen de nueva inflamación o desmielinización. Las imágenes por resonancia magnética (IRM) ayudan a distinguir entre las pseudorecaídas y las recaídas reales. Las pseudorrecaídas pueden abordarse tratando la infección subyacente o la fuente de estrés.

2. Esclerosis múltiple primaria progresiva (EMPP)

La EM primaria progresiva representa entre el 10 por ciento y el 15 por ciento de todos los diagnósticos de EM. Se identifica por un curso continuo de empeoramiento desde el principio, marcado por una discapacidad creciente y que suele carecer de periodos de remisión o ataques agudos. El ritmo de progresión de la EMPP puede variar, con periodos de estabilidad o cambios a lo largo del camino.

3. Esclerosis Múltiple Progresiva Secundaria (EMPS)

Se diagnostica cuando a una fase inicial de EMRR le sucede una fase «progresiva» en la que la enfermedad empeora constantemente. Por este motivo, en realidad se considera un subtipo o fase de la EMRR. Esta transición puede ser un periodo complejo e incierto en el diagnóstico, ya que es diferente para cada individuo y puede tardar años o incluso décadas en desarrollarse. Durante la EMSP, pueden seguir produciéndose ataques y recuperaciones parciales. La transición a SPMS no ocurre en todos los individuos con EMRR.

4. Esclerosis Múltiple Recaída Progresiva (EMRP)

Esta forma poco frecuente de EM inflige inicialmente un daño nervioso continuo con la aparición de los síntomas, lo que conduce a un deterioro constante. Aunque pueden producirse recaídas, con la consiguiente recuperación parcial o completa, el daño nervioso persiste y los síntomas empeoran progresivamente.

Síndrome clínicamente aislado (SCA)

El síndrome clínicamente aislado se refiere a un evento similar a la EM en alguien sin un diagnóstico previo de EM, no a un tipo de EM en sí. Aunque quienes padecen SCA tienen un mayor riesgo de desarrollar EM, no todas las personas lo desarrollarán. El SCA suele consistir en un episodio de síntomas de EM que dura días o semanas, pero para confirmar el diagnóstico de EM suelen ser necesarios al menos dos episodios de este tipo. Muchas personas con SCA acaban experimentando más episodios y se les diagnostica EM.

¿Cuáles son los síntomas y los primeros signos de la esclerosis múltiple?

Los síntomas de la EM pueden variar mucho de una persona a otra debido a la localización de las fibras nerviosas afectadas, y no existe un patrón único. Muchos de los primeros síntomas de la EM pueden afectar tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, es importante no sacar conclusiones precipitadas, ya que la EM comparte síntomas similares con muchas otras afecciones.

Los problemas de visión se encuentran entre los primeros signos. Entre los problemas visuales tempranos más comunes se encuentran los siguientes:

— Neuritis óptica: La neuritis óptica es la inflamación del nervio óptico y el primer síntoma perceptible en el 25 por ciento de los casos de EM. Las personas que la padecen pueden experimentar pérdida parcial de visión, pérdida de la visión central, dolor ocular (sobre todo cuando se mueve el ojo afectado), pérdida temporal de visión durante días o semanas, ceguera al color o distorsión del color rojo-verde y breves destellos de luz al mover el ojo. La neuritis óptica puede afectar a un ojo o a ambos.

— Oftalmoplejía internuclear: En la oftalmoplejia internuclear, el daño de las fibras nerviosas que coordinan el movimiento horizontal del ojo provoca la incapacidad de un ojo para girar hacia dentro, lo que causa visión doble en la dirección opuesta. El ojo no afectado puede mostrar movimientos involuntarios, como movimientos rápidos y repetitivos en una dirección seguidos de un lento retroceso, lo que se conoce como nistagmo.

A continuación se enumeran otros síntomas más comunes y tempranos de la EM:

— Parestesia (sensaciones anormales): Pueden aparecer sensaciones inusuales como hormigueo, entumecimiento, dolor, quemazón o picor en brazos, piernas, tronco o cara, a menudo acompañadas de una disminución del sentido del tacto.

— Pérdida de fuerza o destreza en una pierna o mano: Puede producirse rigidez en la pierna o la mano afectadas.

— Problemas musculares: Los problemas musculares son frecuentes en la EM, y se traducen en debilidad, rigidez y sensación de pesadez en las extremidades. Esto puede provocar que las piernas se arrastren al caminar, debilidad muscular, rigidez y resistencia al movimiento muscular, y espasmos musculares.

— Problemas de equilibrio: Las personas con EM pueden sentirse mareadas o experimentar vértigo. Esto puede deberse a daños en el cerebelo.

— Problemas de vejiga: La disfunción de la vejiga es frecuente en la EM y sus síntomas pueden incluir aumento de la frecuencia miccional, incontinencia, retención urinaria y nicturia (despertarse por la noche para orinar).

— Fatiga: La EM puede causar fatiga extrema, lo que dificulta incluso las tareas más sencillas. La fatiga suele empeorar al final del día, cuando hace calor, después de la actividad física y durante una enfermedad.

Los siguientes síntomas pueden desarrollarse más lentamente:

— Parálisis: Las personas con EM pueden experimentar parálisis parcial o total.

— Temblor: Los pacientes con EM pueden experimentar temblores en las extremidades.

— Problemas intestinales: Los problemas intestinales pueden ser consecuencia de la enfermedad o estar relacionados con los medicamentos que la tratan. El estreñimiento es el problema intestinal más común en la EM; la incontinencia intestinal es menos frecuente. Si las heces se atascan, lo que suele ser consecuencia del estreñimiento, pueden irritar la pared intestinal, lo que aumenta la producción de líquido y mucosidad, que puede filtrarse por el recto.

— Problemas cognitivos: Aproximadamente el 50 por ciento de las personas con EM experimentan problemas cognitivos. Los síntomas de disfunción cognitiva pueden incluir niebla cerebral, problemas para adquirir y retener nuevos conocimientos, lentitud para procesar grandes cantidades de información, dificultad para realizar varias tareas a la vez, disminución de la capacidad de atención, falta de juicio, problemas para procesar información visual (por ejemplo, leer mapas), dificultad para planificar y resolver problemas, y problemas de razonamiento (por ejemplo, resolver rompecabezas).

— Discapacidad: Las recaídas frecuentes pueden provocar un aumento progresivo y potencialmente permanente de la discapacidad.

— Dolor neuropático: El dolor asociado a la EM se debe a daños en el sistema nervioso e incluye muchos síntomas, como dolor punzante en la cara, el torso y las extremidades, sensación de quemazón, pinchazos (sensación de hormigueo o pinchazos desagradables) y sensación de ser abrazado o apretado.

— Disfagia: La disfagia se refiere a la dificultad para tragar. Puede variar desde problemas con determinados alimentos o líquidos hasta la incapacidad total para tragar.

— Disartria: La disartria es un trastorno del habla provocado por la debilidad muscular, que se traduce en un habla arrastrada o poco clara. Por lo tanto, a las personas con disartria les puede resultar difícil pronunciar las palabras y articular con eficacia.

— Afecto pseudobulbar (PBA): El afecto pseudobulbar es una afección neurológica caracterizada por episodios involuntarios y bruscos de risa o llanto, que pueden ser difíciles de manejar.

— Disfunción sexual: Las personas pueden perder la libido. Los hombres pueden tener dificultades para mantener la erección (disfunción eréctil), mientras que las mujeres pueden presentar una disminución de la lubricación vaginal o tener dificultades para alcanzar el orgasmo.

¿Cuáles son las causas de la esclerosis múltiple?

La EM no tiene una única causa conocida, pero es probable que en ella influya una combinación de factores genéticos y ambientales, como la exposición a la luz solar, los niveles de vitamina D, los hábitos y la dieta.

Los investigadores están estudiando las causas del ataque del sistema inmunitario a la mielina, como la lucha del organismo contra un agente infeccioso (por ejemplo, un virus), la eliminación de células cerebrales enfermas o la identificación errónea de células cerebrales normales como sustancias extrañas.

.Según las investigaciones, las células B y T son las células inmunitarias que más impulsan la EM. En la EM, las células T activadas entran en el sistema nervioso central desde el sistema linfático a través de los vasos sanguíneos. Liberan sustancias químicas que causan inflamación y daños, dañando la mielina, las fibras nerviosas y las células productoras de mielina. Las células T también provocan que las células B y otras células inmunitarias se unan al ataque. Las células B producen anticuerpos y otras proteínas que contribuyen a dañar el sistema nervioso central.

La EM se caracteriza por la pérdida de mielina y diversos grados de daño en las fibras nerviosas (pérdida axonal). Durante un ataque de EM (desmielinización), la mielina se deteriora, dando lugar a parches nerviosos expuestos y posteriormente cicatrizados. Esto interrumpe la comunicación adecuada de los mensajes por los nervios, poniéndolos en riesgo de una mayor degeneración.

La aspirina, utilizada en bajas dosis, podría reducir la gravedad de los síntomas y las anomalías en el sistema inmunitario de pacientes con esclerosis múltiple, después de que se haya comprobado su eficacia en un experimento con ratones, según un estudio publicado hoy en la revista Science Signaling. EFE

En la EM, una respuesta autoinmune activa células inmunitarias como las células T y B, que liberan citoquinas inflamatorias que dañan la mielina, la vaina protectora que recubre las fibras de las células nerviosas. Esto interrumpe la comunicación entre los nervios.

En la EM, una respuesta autoinmune activa células inmunitarias como las células T y B, que liberan citoquinas inflamatorias que dañan la mielina, la vaina protectora que recubre las fibras de las células nerviosas. Esto interrumpe la comunicación entre los nervios.

Si la vaina protectora de mielina de las células nerviosas resulta dañada, en ocasiones puede autorrepararse, permitiendo que los nervios vuelvan a funcionar correctamente. Sin embargo, en algunos casos, la mielina está tan dañada que el nervio subyacente no puede restaurarse y acaba desapareciendo. En consecuencia, la capacidad del cerebro para comunicarse con el resto del cuerpo se ve afectada, lo que provoca los síntomas.

¿Quién tiene más probabilidades de desarrollar esclerosis múltiple?

La EM suele aparecer en personas de entre 15 y 50 años, aunque puede afectar a individuos de todas las edades. Varios factores aumentan la probabilidad de desarrollar EM, como los siguientes:

— Genética: El riesgo de que un hermano o hijo de alguien padezca EM es aproximadamente del 2 al 3 por ciento. Además, los estudios sobre gemelos idénticos sugieren que existe entre un 25 y un 30 por ciento de riesgo genético de padecer EM, pero este porcentaje disminuye drásticamente a entre un 3 y un 5 por ciento en gemelos fraternos. Esto demuestra que los factores ambientales y físicos también desempeñan un papel importante en el desarrollo de la EM. Los estudios genéticos han descubierto más de 100 variaciones genéticas que podrían estar implicadas en la enfermedad. Sin embargo, no todas las personas con estas variaciones desarrollarán EM. Además, la EM es más probable que se desarrolle en individuos con marcadores específicos de superficie celular denominados antígenos leucocitarios humanos (HLA). Estos marcadores suelen ayudar al sistema inmunitario a distinguir entre lo propio y lo ajeno, ayudándole a determinar qué sustancias debe atacar.

— Sexo: Las mujeres son más propensas a desarrollar EM que los hombres. En general, en las formas recidivantes de EM, las mujeres tienen tres veces más probabilidades que los hombres de desarrollar la enfermedad. En la forma primaria-progresiva, la prevalencia se distribuye de forma más equilibrada entre sexos.

— Origen étnico y raza: En cuanto a la raza, los blancos tienen más probabilidades de desarrollar EM que las personas de ascendencia africana. Las investigaciones también muestran que los latinos suelen ser diagnosticados a una edad más temprana que los negros y los blancos. Cada grupo parece tener ciertos síntomas más comunes entre ellos y diferentes cantidades de síntomas presentes en el momento del diagnóstico. En un contexto genético, la EM es notablemente rara en Japón, China, los negros africanos y ciertas poblaciones indígenas. Nunca se ha descrito en grupos étnicos como los inuit, los amerindios del norte y del sur, los aborígenes australianos, los maoríes neozelandeses o los isleños del Pacífico. A nivel mundial, la mayor prevalencia de EM se observa normalmente en mujeres de ascendencia escandinava y del norte de Europa.

— Localización geográfica y vitamina D: La EM es más prevalente en los países alejados del ecuador, fenómeno conocido como gradiente latitudinal. Esto es particularmente evidente en el hemisferio norte. La EM es poco frecuente en las regiones tropicales y subtropicales. Aunque las razones exactas de esta relación siguen siendo inciertas, ya que el factor más influyente relacionado con la latitud es la duración y la intensidad de la luz solar, se sugiere que la insuficiencia de luz solar y los niveles reducidos de vitamina D podrían ser factores contribuyentes. Unos niveles insuficientes de vitamina D podrían aumentar el riesgo de desarrollar EM e influir potencialmente de forma negativa en los resultados tras el diagnóstico. Sin embargo, la eficacia de los suplementos de vitamina D para prevenir la EM sigue siendo incierta. La investigación también ha indicado que los individuos que se trasladan antes de los 15 años tienden a adoptar el nivel de riesgo de la región a la que se trasladan. Estos resultados implican que la exposición a determinados factores ambientales antes de la pubertad podría predisponer a alguien a desarrollar EM en el futuro.

— Tabaquismo: El tabaquismo y la exposición pasiva al humo están estrechamente relacionados con un mayor riesgo de EM. Los fumadores tienen aproximadamente el doble de probabilidades de desarrollar EM que los no fumadores, y los fumadores empedernidos (más de cuatro paquetes al día) se enfrentan a un riesgo cinco veces mayor. En el caso de los pacientes con EM con recaídas y remisiones, fumar más de 10 cigarrillos al día está relacionado con un mayor riesgo de transición a EM secundaria progresiva. Las mujeres fumadoras también tienen un riesgo 1,6 veces mayor de desarrollar EM que las no fumadoras. Por lo tanto, dejar de fumar, ya sea antes o después de la aparición de la EM, está relacionado con una progresión más lenta de la discapacidad.
Infecciones víricas previas: Varios virus, incluido el de Epstein-Barr (que causa la fiebre glandular, también conocida como mononucleosis), se han asociado a la EM.

— Dieta: Se cree que el consumo de una dieta desequilibrada rica en sal y grasas poco saludables induce la inflamación de todo el organismo, aumentando así el riesgo de desarrollo de EM.

— Obesidad infantil y adolescente: Las personas, especialmente las niñas, que fueron obesas durante la adolescencia presentan un mayor riesgo.

— Traumatismos craneoencefálicos en la adolescencia: Un estudio de 2017 halló una relación entre los traumatismos craneoencefálicos sufridos en la juventud y el desarrollo posterior de EM. Los jóvenes que sufrieron una conmoción cerebral entre los 10 y los 20 años tenían un 22 por ciento más de riesgo de desarrollar EM, y la tasa se duplicó con creces en aquellos que tuvieron más de una conmoción cerebral.

¿Pueden las vacunas desencadenar esclerosis múltiple?

Se ha planteado la cuestión de si determinadas vacunas, incluidas las de COVID-19, pueden estar relacionadas con el desarrollo de la EM. La documentación inicial de un posible vínculo entre la vacunación contra el virus de la hepatitis B (VHB) y el desarrollo de EM tuvo lugar ya en la década de 1990, pero otras investigaciones cuestionaron el vínculo, y todavía no se ha establecido una relación causal. Desde 2021, después del lanzamiento de la vacuna COVID-19, se han notificado casos de aparición, recaída y exacerbación de EM después de la vacunación, pero de nuevo, los estudios de casos no prueban la causalidad.

En 2022, en un informe de caso relativo a dos pacientes encontrado en la Base de Datos Mundial de Investigación sobre COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los autores conjeturaron que la vacunación con COVID-19 podría inducir EM debido a que las células T CD4+ reconocen la proteína de espiga del SARS-CoV-2 y los péptidos de mielina. Sin embargo, otras investigaciones han implicado al propio virus COVID-19 como factor potencial en la EM. Además, un amplio estudio retrospectivo de casos y controles en el que se analizaron sujetos que habían recibido vacunas cinco años antes del diagnóstico de EM no reveló que la vacunación fuera un factor de riesgo de EM. Al igual que los otros estudios mencionados aquí, es observacional y no puede demostrar causa y efecto.

Se han documentado varios informes relativos a pacientes diagnosticados de EM tras recibir la vacuna COVID-19. Sin embargo, las pruebas actuales no han demostrado la causalidad, pero debe realizarse una investigación más centrada para explorar hallazgos asociativos como éstos.

¿Cómo se diagnostica la esclerosis múltiple?

Un diagnóstico precoz conduce a mejores resultados en la EM. No existe una prueba definitiva para diagnosticarla. El diagnóstico sólo se realiza tras descartar otras posibles causas de los síntomas, lo que puede ser un proceso complejo y largo.

La historia clínica y los exámenes neurológicos pueden proporcionar indicios claros de problemas en el sistema nervioso. Las pruebas diagnósticas para confirmar el diagnóstico entran en juego cuando los antecedentes y la exploración no ofrecen pruebas claras de la enfermedad.

Para diagnosticar EM, deben cumplirse dos criterios:

— Deben haberse producido al menos dos ataques, con un intervalo de un mes entre ellos. Un ataque se caracteriza por la aparición súbita de nuevos síntomas de EM o el empeoramiento de los síntomas existentes durante al menos 24 horas.

— Más de una zona de la mielina del sistema nervioso central debe presentar daños. Este daño debe haberse producido en múltiples momentos y no debe atribuirse a ninguna otra enfermedad.

Las pruebas para diagnosticar la EM pueden ser las siguientes

— Examen neurológico: Un examen neurológico evalúa los nervios craneales, los reflejos, la fuerza muscular, la percepción sensorial y la visión para detectar posibles zonas dañadas por lesiones de EM. También pueden evaluarse la velocidad y el estilo de marcha.

— Resonancia magnética: Normalmente se realiza una resonancia magnética del cerebro y la médula espinal. Un medio de contraste puede ayudar a identificar daños activos e inactivos en la mielina.

— Punción lumbar: Puede realizarse una punción lumbar para evaluar el líquido cefalorraquídeo, que rodea y protege el cerebro y la médula espinal de las lesiones. En la mayoría de los casos de EM, esta prueba revela resultados anormales.

— Prueba de potenciales evocados: Esta prueba mide el tiempo de respuesta y la magnitud de las reacciones nerviosas a la estimulación procedente de diversas partes del cuerpo. Puede revelar anomalías en el cerebro, la médula espinal y los nervios ópticos de los ojos que podrían pasar desapercibidas en otras pruebas.

— Análisis de sangre: Se realizan para descartar otras afecciones médicas.

— Examen ocular y evaluaciones del campo visual.

— Pruebas del oído interno: Comprueban el equilibrio del individuo.

— Análisis de orina: Los análisis de orina pueden descartar otras enfermedades.

— Electrocardiograma: Este procedimiento no invasivo evalúa el ritmo y la actividad eléctrica del corazón, ayudando a diagnosticar diversos problemas cardíacos.

¿Cuáles son las complicaciones de la esclerosis múltiple?

Las posibles complicaciones de la EM pueden incluir complicaciones secundarias causadas por los síntomas de la enfermedad y síntomas terciarios causados por los retos sociales, laborales o emocionales derivados de vivir con EM. A continuación se enumeran ambos tipos de complicaciones:

— Disminución de la capacidad de autocuidado.

— Necesidad de un catéter urinario permanente.

— Efectos secundarios de la medicación.

Úlceras de decúbito debidas a la parálisis.

— Infecciones urinarias recurrentes causadas por problemas de vejiga, como la retención urinaria.

— Disminución de la densidad ósea debido a la inactividad, que puede provocar osteoporosis y fracturas óseas.

— Neumonía: Debido a la debilidad para tragar, puede producirse la inhalación accidental de partículas de alimentos. Esto se ve agravado por la inmovilidad general, que provoca una respiración más superficial y una tos menos eficaz.

— Problemas de movilidad derivados de la debilidad muscular y la espasticidad, que provocan torpeza, dificultades de equilibrio, marcha inestable y falta de coordinación.

— Dolor musculoesquelético que aparece en zonas como la espalda, el cuello y las articulaciones, especialmente si se dificulta la movilidad.

— Depresión: Muchas personas con EM experimentan episodios depresivos. No se sabe con certeza si esto se debe directamente a la EM, al estrés que supone controlar la enfermedad o a una combinación de ambos factores.

— Ansiedad: Los investigadores creen que la ansiedad en la EM surge de la interacción entre el impacto de la enfermedad en el cerebro y los retos sociales y emocionales de vivir con la enfermedad.

— Pérdida de empleo debido a la discapacidad.

— Cambios de humor.

— Dificultad para dormir.

—  Disfunción cognitiva causada por la depresión, la ansiedad y/o los medicamentos.

¿Cuáles son los tratamientos de la esclerosis múltiple?

Aunque la EM no tiene cura, las personas pueden seguir disfrutando de una vida plena. Los tratamientos de la EM tienen como objetivo reducir la frecuencia de las recaídas, retrasar la progresión de la enfermedad, aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida en general. Los planes de tratamiento se adaptan a la gravedad de los síntomas y a la actividad de la enfermedad. Entre los diversos tipos de opciones de tratamiento se incluyen los siguientes:

1. Terapias modificadoras de la enfermedad (TME)

Las terapias modificadoras de la enfermedad se utilizan para minimizar el daño y la cicatrización de la vaina de mielina relacionados con las recaídas.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) ha aprobado más de 16 DMT para el tratamiento de la EM. Los TME son eficaces para reducir las recaídas y la discapacidad neurológica, pero no tratan los síntomas crónicos ni restauran las funciones perdidas.

Los TME no son adecuados para todos los pacientes con EM; normalmente se prescriben a quienes padecen EM remitente-recurrente, EM secundaria progresiva y EM primaria progresiva, cumpliendo los dos últimos grupos unos criterios específicos. Los individuos sin recaídas tienen menos probabilidades de beneficiarse de estos tratamientos.

El tratamiento precoz con DMT es crucial para reducir la discapacidad a largo plazo, y factores como la frecuencia de las recaídas, la edad o el nivel de discapacidad no lo restringen. El tratamiento continúa hasta que deja de ser eficaz, los efectos secundarios se vuelven intolerables o surge un tratamiento superior. Como todos los demás medicamentos, los DMT pueden tener efectos secundarios.

Inyectables

— Fármacos de interferón beta: Entre los tratamientos más comunes de la EM, regulan las células inmunitarias. Su eficacia puede disminuir al cabo de 18 a 24 meses, lo que puede dar lugar a cambios en el tratamiento.

— Acetato de glatiramero: El acetato de glatiramero altera el equilibrio de las células inmunitarias, aunque su mecanismo exacto no está claro. Los efectos secundarios suelen ser leves, incluidas reacciones locales en el lugar de la inyección.

Infusiones

— Natalizumab: Este anticuerpo monoclonal impide que las células inmunitarias penetren en el cerebro y la médula espinal, pero aumenta el riesgo de una infección cerebral vírica potencialmente mortal. Suele recomendarse para la enfermedad resistente o para quienes no toleran otros tratamientos de primera línea.

— Ocrelizumab: Es el único tratamiento aprobado por la FDA para la EM primaria progresiva. Se dirige a las células inmunitarias que producen anticuerpos relacionados con la formación de lesiones de EM. Los efectos secundarios incluyen reacciones relacionadas con la infusión, riesgo de infección y un posible aumento del riesgo de cáncer.

— Alemtuzumab: Como se centra en las proteínas de la superficie de las células inmunitarias y aumenta el riesgo de trastornos autoinmunitarios, se recomienda para aquellos con respuestas inadecuadas a al menos dos terapias de EM.

— Mitoxantrona: Se trata de un fármaco quimioterápico aprobado para las formas graves de EM remitente-recurrente y secundaria progresiva, pero conlleva efectos secundarios, como un ligero riesgo de padecer ciertos cánceres de la sangre y daños cardíacos. Se utiliza cuando todos los demás métodos fracasan en casos de EM que se deterioran rápidamente y no responden a otros tratamientos.

Vía oral

— Fingolimod: El fingolimod, primer fármaco contra la EM aprobado por la FDA para adolescentes y niños a partir de 10 años, reduce las tasas de recaída de la EM tanto en adultos como en niños. Impide que los linfocitos salgan de los ganglios linfáticos y entren en la sangre, el cerebro y la médula espinal, pero al principio puede provocar un ritmo cardíaco lento y problemas oculares. También puede aumentar el riesgo de infección, incluso de herpes.

— Fumarato de dimetilo: Para las formas recidivantes de la EM, con efectos secundarios como sofocos, diarrea, náuseas y disminución del recuento de glóbulos blancos.

— Teriflunomida: Este agente inmunomodulador reduce la proliferación de células inmunitarias activadas y puede provocar náuseas, diarrea, daños hepáticos y caída del cabello.

— Cladribina: Se dirige a las células inmunitarias específicas que provocan los ataques de la EM y puede aumentar el riesgo de cáncer. Se suele considerar para quienes no responden bien a otros tratamientos de la EM.

— Siponimod: Con un mecanismo de acción similar al fingolimod, el siponimod trata la EM secundaria progresiva.

2. Tratamiento de las recaídas de la EM

En ocasiones, las infecciones, el estrés y el calor pueden exacerbar los síntomas previos, desencadenando una pseudo-recaída.
El tratamiento de la recaída suele consistir en un ciclo de cinco días de corticoides tomados en casa. Los esteroides pueden acelerar la recuperación de una recaída, pero no pueden prevenir futuras recaídas o la progresión de la EM.

Sin embargo, utilizar corticoides con demasiada frecuencia puede provocar efectos secundarios como infecciones, cambios de humor, úlceras de estómago, osteoporosis y diabetes. Para minimizar estos riesgos, lo mejor es limitar el uso de corticoides a no más de tres veces al año.

3. Tratamiento de los síntomas

Existen muchos tratamientos y medicamentos para los distintos síntomas de la EM, entre los que se incluyen:

— Fatiga: Se recomienda la terapia cognitivo-conductual, los programas de actividad física diaria, la terapia ocupacional, los estimulantes del sistema nervioso central (por ejemplo, amantadina, metilfenidato y modafinilo) y los programas de control del estrés.

— Problemas de visión: Los problemas oculares y de visión en la EM rara vez causan ceguera permanente, y suelen mejorar en cuestión de semanas sin ninguna intervención médica. En los casos más graves, pueden aconsejarse esteroides intravenosos, gafas especiales y descansos oculares.

— Problemas musculares: Los espasmos musculares y la rigidez pueden mejorar con fisioterapia, terapia acuática, yoga y relajantes musculares (por ejemplo, baclofeno).

— Problemas de movilidad: Puede sugerirse un programa de ejercicios, ejercicios de rehabilitación vestibular, ayudas para la movilidad (por ejemplo, bastón o silla de ruedas), adaptaciones en el hogar (por ejemplo, salvaescaleras), el fármaco dalfampridina (que puede mejorar la marcha en algunas personas) y fisioterapia.

— Dolor: Las opciones recomendadas pueden incluir la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS), analgésicos, relajantes musculares, agentes antiinflamatorios, calor, masajes y fisioterapia.

— Deterioro cognitivo: El donepezilo y otros fármacos similares pueden ayudar en determinadas situaciones.

— Depresión: Pueden recomendarse antidepresivos, terapia cognitivo-conductual, antidepresivos tricíclicos (por ejemplo, amitriptilina) e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS, por ejemplo, citalopram).

— Problemas de vejiga: El autosondaje intermitente, una sonda de larga duración, los estimuladores externos manuales, los antiespasmódicos urinarios (p. ej., flavoxato) y muchos otros fármacos pueden ayudar con los problemas de vejiga.

— Disfunción intestinal: Puede utilizarse una dieta rica en fibra, laxantes, supositorios, enemas, medicamentos antidiarreicos, ejercicios del suelo pélvico y ablandadores de heces.

— Problemas de habla y deglución: Las opciones de tratamiento pueden incluir logopedia, ejercicios para fortalecer los músculos de la boca y anticolinérgicos.

—  Temblores: Los dispositivos de asistencia y los pesos fijados a utensilios, los anticonvulsivantes (por ejemplo, gabapentina), la estimulación cerebral profunda y los fármacos (por ejemplo, clonazepam) pueden ayudar a tratar los temblores.

—  Afectación pseudobulbar: Puede ser eficaz un tratamiento combinado de dextrometorfano y quinidina, así como otros medicamentos como amitriptilina o citalopram.

— Vértigo: Los antieméticos, que son medicamentos contra las náuseas como el dimenhidrinato, pueden ser útiles.

¿Cómo afecta la mentalidad a la esclerosis múltiple?

Una mentalidad o actitud positiva puede ayudar a los pacientes con EM a reducir el riesgo de recaída/ataque. Según un estudio en el que participaron 243 pacientes con EM, los individuos en remisión tenían una actitud más positiva hacia su enfermedad que los que padecían una forma crónica progresiva de la afección. No está claro si esto es causa o efecto.

Un metaanálisis de 22 estudios en los que participaron un total de 5.705 pacientes con EM descubrió que, tras la aplicación de la terapia psicológica, se producía una mejora general del bienestar psicológico y físico de los pacientes. Los síntomas físicos, como la fatiga, los problemas de sueño, el dolor y la vitalidad física, se vieron afectados positivamente. Estos resultados indican una conexión prometedora entre los tratamientos psicológicos, que suelen dar lugar a una mentalidad más positiva hacia la enfermedad, y los síntomas físicos de la EM.

Los pacientes de EM pueden intentar mantener una actitud positiva saliendo con amigos optimistas, manteniendo un estilo de vida saludable y practicando la autoconversación positiva.

¿Cuáles son los métodos naturales para tratar la esclerosis múltiple?

Los enfoques naturales que pueden ayudar en el tratamiento de los síntomas de la EM incluyen los siguientes:

1. Terapias a base de plantas

Algunos estudios han demostrado que ciertas hierbas medicinales afectan positivamente a los síntomas de la EM. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para confirmar su eficacia. Algunas pruebas indican que las siguientes hierbas pueden ayudar:

— Semilla negra (Nigella sativa): En experimentos con animales con EM, la semilla negra mostró efectos positivos al ayudar a reparar la mielina del sistema nervioso central, reducir la inflamación y disminuir la actividad de moléculas específicas implicadas en la EM.

— Onagra (Oenothera biennis): El aceite de onagra, derivado de las semillas de la planta, tiene varios efectos farmacológicos, entre ellos propiedades antiinflamatorias e inmunomoduladoras relevantes para el tratamiento de la EM. Contiene ácidos grasos omega-6 y es el suplemento a base de plantas más utilizado en pacientes con EM. Los ensayos clínicos demostraron una mejora de la destreza manual en pacientes con EM con aceite de onagra. Estudios más antiguos indicaron que la onagra podría ayudar a acortar y disminuir la gravedad de las recaídas, pero el nuevo análisis de estos estudios utilizó métodos estadísticos cuestionables, por lo que se justifica una nueva investigación.

— Ginkgo (Ginkgo biloba): Las investigaciones indican que el extracto de ginkgo EGB761, conocido por sus propiedades antiinflamatorias y de inhibición del factor activador de plaquetas (PAF), puede ser eficaz para tratar la EM. La implicación del PAF en la inflamación está bien documentada, y el principal componente del ginkgo, los ginkgólidos, desempeñan un papel crucial en la reducción de la actividad del PAF, lo que potencialmente convierte a esta planta en una opción terapéutica para la EM. Además, el ginkgo ha demostrado ser prometedor para aliviar la fatiga de los pacientes con EM. Es importante destacar que, en general, el ginkgo se considera seguro y carece de efectos secundarios significativos.

— Valeriana (Valeriana officinalis): Los pacientes con EM pueden considerar el consumo de valeriana debido a su potencial para mejorar los problemas de sueño y aliviar la fatiga.

— Jengibre (Zingiber officinale): El jengibre es conocido por sus propiedades anticancerígenas, antioxidantes y antiinflamatorias. Los pacientes con EM lo consumen por sus capacidades antiinflamatorias. Los efectos positivos del jengibre y sus compuestos activos, incluidos el 6-shogaol y el 10-gingerol, se han demostrado en modelos animales de EM, mostrando efectos antiinflamatorios y neuroprotectores.

— Azafrán (Crocus sativus): Las propiedades antidepresivas del azafrán pueden ser beneficiosas para controlar la depresión en personas con EM.

— Ginseng asiático (Panax ginseng): El ginseng puede ayudar a reducir la inflamación y la fatiga en la EM.

— Boswellia papyrifera: La boswellia papyrifera es un tipo de árbol que produce la resina incienso. Conocida por sus propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras, puede mejorar la función cognitiva de los pacientes con EM. En un ensayo clínico, los que recibieron B. papyrifera mostraron una mejora significativa de la memoria.

— Vid común (Vitis vinifera): El resveratrol, presente en las uvas, ha demostrado propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias en diversos estudios. Puede penetrar la barrera hematoencefálica, lo que lo convierte en un candidato potencial para tratar enfermedades neuroinflamatorias y neurodegenerativas. Sin embargo, se requieren más investigaciones para confirmar su potencial terapéutico en la EM.

— Tianma (Gastrodia elata): Las propiedades neuroprotectoras y antineuroinflamatorias de la tianma, un tipo de hierba medicinal china, la convierten en una candidata prometedora para la terapia de la EM al reducir el estrés oxidativo y salvaguardar las neuronas. Se ha estudiado principalmente en animales, por lo que se necesitan estudios clínicos.

— Hierba de San Juan (Hypericum perforatum): La hierba de San Juan puede ser una opción para los individuos con EM por sus propiedades antidepresivas, antioxidantes y antiinflamatorias.

2. Suplementos nutricionales

Los siguientes suplementos pueden ser útiles para los pacientes con EM:

—  Vitaminas antioxidantes: Las vitaminas A, C y E son beneficiosas en la EM debido a su capacidad para combatir los radicales libres, ayudando así a prevenir daños y lesiones en la mielina.

—  Vitamina D: La baja ingesta de vitamina D se asocia a una alta prevalencia de EM, y la deficiencia de vitamina D está relacionada con una progresión más rápida de la EM.

—  Vitamina B12: La deficiencia de vitamina B12 puede dañar la médula espinal y el nervio óptico, por lo que los pacientes de EM con esta deficiencia pueden beneficiarse de los suplementos.

—  Antioxidantes: En los pacientes con EM, los bajos niveles de antioxidantes y la reducción de la actividad de las enzimas antioxidantes provocan estrés oxidativo, causando daño o muerte celular.

—  Ácidos grasos poliinsaturados (ácidos grasos omega-3): El riesgo de desarrollar EM aumenta con el consumo elevado de grasas saturadas, pero los ácidos grasos omega-3, conocidos como reguladores del sistema inmunitario, pueden ayudar reduciendo los niveles de citoquinas inflamatorias.

—  Ácido linoleico: Los estudios sugieren que el ácido linoleico puede desempeñar un papel en la regulación de la inmunidad mediada por células y puede ayudar a controlar la EM.

3. Dietas especiales

Las personas con EM pueden beneficiarse de las siguientes dietas:

— Dieta baja en grasas: Una dieta baja en grasas, con un consumo limitado de grasas saturadas, puede ayudar a reducir la gravedad de la EM y la frecuencia de los episodios de recaída. Según las investigaciones, las personas que consumían menos de 20 gramos al día de grasas saturadas presentaban tasas de mortalidad más bajas y una menor discapacidad grave en comparación con las que ingerían más grasas saturadas.

— Dieta mediterránea modificada: Un estudio piloto descubrió que una dieta mediterránea modificada, considerada antiinflamatoria, reducía la fatiga, el impacto de los síntomas de la EM y la discapacidad.

— Dieta cetogénica: Una dieta cetogénica es una dieta baja en carbohidratos con restricción moderada de proteínas para inducir la cetosis sin limitar la ingesta de grasas. La adopción de una dieta cetogénica puede resultar potencialmente en pérdida de peso, reducción de la fatiga y la depresión, y mejora de la calidad de vida entre los pacientes con EM. Sin embargo, no se ha confirmado definitivamente la seguridad a largo plazo de esta dieta.

— Dieta Swank: La dieta Swank es una dieta baja en grasas con un consumo diario limitado a menos de 40 gramos de grasas insaturadas y menos de 15 gramos de grasas saturadas. Según las investigaciones, esta dieta puede estar asociada con un menor riesgo de muerte prematura y discapacidad en pacientes con EM a lo largo del tiempo.

4. Homeopatía

La homeopatía es un sistema médico que se basa en dos principios poco convencionales, entre ellos «lo semejante cura lo semejante», que sugiere que una sustancia que causa síntomas en individuos sanos puede tratar síntomas de enfermedad similares, y la «ley de la dosis mínima». Por tanto, los remedios homeopáticos se administran muy diluidos, lo que garantiza su no toxicidad.

Algunos tratamientos homeopáticos se utilizan habitualmente para tratar los síntomas de la EM. Sin embargo, los estudios no han demostrado su eficacia. Entre estos remedios se incluyen los siguientes

— Causticum para los síntomas de la vejiga y la retención urinaria.

— Opio, Alumina, Nux vomica y sulphurarte para la disfunción intestinal, en particular el estreñimiento.

— Phosphorus, especialmente cuando se combina con Hypericum, puede ayudar con la neuritis óptica.

— Gelsemium para la visión doble.

— Cuprum metallicum, Cuprum arsenicum, Nux vomica, Ignatia y Secale pueden ser eficaces para los calambres, espasmos y síntomas sensoriales en pacientes con EM.

5. Aromaterapia

La aromaterapia es un enfoque holístico que aprovecha el poder de los aceites esenciales para promover la salud y el bienestar general. Para las personas con EM, la aromaterapia podría ofrecer alivio de ciertos síntomas, incluido el dolor, y mejorar factores como el sueño, la relajación, la movilidad articular y muscular, y el bienestar general.

6. Acupuntura y reflexología

La acupuntura tiene el potencial de aliviar varios síntomas relacionados con la EM, como el dolor, la espasticidad, el entumecimiento, el hormigueo, los problemas de vejiga y la depresión.

La reflexología, que consiste en ejercer presión sobre puntos específicos de los pies relacionados con órganos internos, puede mejorar diversos síntomas de la EM, como la parestesia, la fuerza muscular y la espasticidad. También puede reducir el dolor y los espasmos y mejorar la vejiga, el intestino, la marcha y la calidad de vida en general. En un estudio con 71 pacientes, la reflexología ayudó a aliviar síntomas como la pérdida de sensibilidad, la debilidad muscular y los calambres tras un tratamiento de 11 semanas.

7. Prácticas cuerpo-mente y medicina complementaria y alternativa

La medicina complementaria y alternativa (MCA) abarca tratamientos y prácticas ajenos a la medicina convencional. La medicina integrativa combina enfoques convencionales y complementarios. La medicina complementaria y alternativa puede incluir suplementos, cambios en el estilo de vida (como la reducción del estrés), meditación, actividades físicas (por ejemplo, yoga y manipulación quiropráctica) y tratamiento del dolor.

— El yoga aumenta el bienestar general de los pacientes con EM al mejorar la movilidad, la fuerza muscular, la actividad, la función mental y el equilibrio, además de reducir la fatiga y la espasticidad.

— El ejercicio y la actividad física también pueden tratar eficazmente diversos síntomas de la EM, mejorando el estado cardiovascular, la fuerza, la función vesical e intestinal, la fatiga, el estado de ánimo, la función cognitiva, la densidad ósea y la flexibilidad.
Además, la meditación puede ayudar a reducir el dolor y mejorar la calidad de vida de las personas con EM.

¿Cómo puedo prevenir la esclerosis múltiple?

Dado que se desconoce la causa exacta de la EM, es prácticamente imposible prevenir la enfermedad y sus ataques. Sin embargo, las personas con EM remitente-recurrente y EM secundaria progresiva pueden reducir la frecuencia de las recaídas y posponer la discapacidad mediante medicación y un estilo de vida saludable.

Los tratamientos modificadores de la enfermedad son eficaces para reducir las recaídas. Además, un estilo de vida saludable puede ayudar. Entre ellos se incluyen los siguientes

— Dieta nutritiva y equilibrada: Consuma una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales, grasas saludables y proteínas magras. Limite los azúcares añadidos, las grasas poco saludables, los alimentos ricos en sodio y los alimentos procesados.

— Ejercicio regular: El ejercicio físico puede ayudar a mantener la fuerza muscular y la función física.

— Gestión del estrés: Controlar el estrés con métodos como el yoga y la meditación puede reducir las probabilidades de recaída, mejorar la salud mental y la calidad de vida.

— Evitar el tabaco: Evitar fumar y ser fumador pasivo reduce el riesgo de desarrollar EM o ayuda a mejorar la progresión de la enfermedad.

Revisado médicamente por Beverly Timerding, MD.


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