Según un nuevo estudio, la neumonía bacteriana secundaria mató a muchos pacientes con COVID-19 que estaban conectados a un respirador artificial o ventilador.
Investigadores de la Universidad Northwestern de Illinois analizaron los datos de 585 pacientes ventilados mecánicamente con neumonía grave e insuficiencia respiratoria. De esos pacientes, 190 tenían COVID-19. Los pacientes se encontraban en la ciunidad de cuidados intensivos (UCI) del Northwestern Memorial Hospital.
Un ventilador es una máquina que se utiliza para ayudar a respirar a un paciente suministrándole oxígeno.
Los autores desarrollaron y emplearon un método de aprendizaje automático denominado CarpeDiem para analizar los datos de los historiales médicos de los pacientes.
Descubrieron que casi la mitad de los pacientes con COVID-19 ventilados del estudio desarrollaron una neumonía secundaria causada por bacterias, después de que el paciente ya hubiera desarrollado una infección de las vías respiratorias superiores causada por el virus SARS-CoV-2.
Esta afección, denominada en el estudio neumonía asociada a la ventilación mecánica (NAV), no se asoció a mortalidad en general.
Sin embargo, los autores concluyeron que la NAV no tratada con éxito se asociaba a una mayor mortalidad. Descubrieron que la mortalidad era mayor en los pacientes con NAV que no habían sido tratados con éxito que en los que sí lo habían sido, con una mortalidad del 76.4 por ciento en el primer grupo frente al 17.6 por ciento en el segundo.
«En todos los pacientes, incluidos los que presentaban COVID-19, CarpeDiem demostró que la NAV no resuelta se asociaba a transiciones a estados clínicos relacionados con una mayor mortalidad», informaron los autores.
También concluyeron que el tiempo relativamente más prolongado que los pacientes con COVID-19 permanecen en la UCI «se debe principalmente a una insuficiencia respiratoria prolongada, lo que les sitúa en una situación de mayor riesgo de NAV».
Importancia de tratar la neumonía bacteriana secundaria
El autor principal del estudio, el Dr. Benjamin Singer, dijo en un comunicado que el estudio «destaca la importancia de prevenir, buscar y tratar agresivamente la neumonía bacteriana secundaria en pacientes críticamente enfermos con neumonía grave, incluidos los que tienen COVID-19».
«Los que se curaron de su neumonía secundaria tenían más probabilidades de vivir, mientras que aquellos cuya neumonía no se resolvió tenían más probabilidades de morir», añadió. «Nuestros datos sugerían que la mortalidad relacionada con el virus en sí es relativamente baja, pero otras cosas que ocurren durante la estancia en la UCI, como la neumonía bacteriana secundaria, la compensan».
Singer también señaló que los pacientes con COVID-19 del estudio no mostraron ningún indicio de la denominada tormenta de citoquinas.
«El término ‘tormenta de citoquinas’ significa una inflamación abrumadora que conduce a un fallo orgánico en los pulmones, los riñones, el cerebro y otros órganos», dijo Singer.
«Si eso fuera cierto, si la tormenta de citoquinas estuviera subyacente a la larga duración de la estancia que vemos en pacientes con COVID-19, esperaríamos ver transiciones frecuentes a estados caracterizados por fallo multiorgánico. Eso no es lo que vimos».
El Dr. Richard Wunderink, coautor del estudio, señaló en un comunicado que la infección bacteriana secundaria de los pulmones como factor que contribuye a la muerte de los pacientes con COVID-19 «ha sido infravalorada porque la mayoría de los centros no la han buscado», o solo analizan los resultados en función de si había una infección bacteriana secundaria presente y no de si el tratamiento de la misma tuvo éxito.
El estudio se ha publicado recientemente en la revista Journal of Clinical Investigation.
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