Desde la aparición del COVID-19, los investigadores han establecido una estrecha relación entre la infección del virus SARS-CoV-2 y las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Debido al COVID-19, las investigaciones recientes también han revelado un aumento significativo del riesgo de enfermedades autoinmunes e inflamatorias.
En un estudio publicado en JAMA Network Open el 6 de octubre, los investigadores evaluaron la incidencia y el riesgo de varias enfermedades autoinmunes e inflamatorias en pacientes sufrieron COVID-19, tras su recuperación.
El estudio recopiló datos entre el 8 de octubre de 2020 y el 31 de diciembre de 2021 del Servicio Nacional de Seguro Médico COVID-19 de la Agencia de Control y Prevención de Enfermedades de Corea. Estos datos incluían a 354,527 individuos infectados por el virus COVID-19 y a 6,134,940 individuos no infectados (el grupo de control). La edad media de ambos grupos era de aproximadamente 52 años, y los tiempos medios de seguimiento fueron de 119.7 días para el grupo para el grupo infectado con el virus COVID-19 y de 121.4 días para el grupo de control.
Los resultados revelaron que, en comparación con el grupo de control, el aumento del riesgo de desarrollar enfermedades del sistema inmunitario en el grupo con COVID-19 fue el siguiente: alopecia areata (calvicie puntual) 1.12 veces, alopecia total (calvicie completa) 1.74 veces, enfermedad de Crohn 1.68 veces, sarcoidosis (pequeñas acumulaciones de crecimiento celular inflamatorio) 1.59 veces y vasculitis asociada a anticuerpos citoplasmáticos antineutrófilos (ANCA) 2.76 veces.
Los investigadores creen que una tormenta excesiva de citocinas (una respuesta agresiva del sistema inmunitario a la infección) condujo a respuestas autoinmunitarias prolongadas, lo que desencadenó la fisiopatología subyacente específica de cada enfermedad.
El análisis de subgrupos también reveló que la edad y el sexo están asociados con el riesgo de diversas enfermedades dentro del grupo que sufrió COVID-19. Los individuos de 40 años o más tienen un mayor riesgo de desarrollar alopecia areata, alopecia total y vasculitis asociada a ANCA, mientras que los de 40 años o menos tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Crohn, sarcoidosis, enfermedad de Still del adulto y artritis reumatoide. Asimismo, los hombres son más propensos a desarrollar alopecia total, enfermedad de Crohn, psoriasis, esclerosis sistémica, enfermedad de Still de inicio en la edad adulta y espondilitis anquilosante, mientras que las mujeres son más propensas a la alopecia areata y la alopecia total, la vasculitis asociada a ANCA, la sarcoidosis, la enfermedad de Crohn y el vitíligo.
Cuanto más grave fue la infección por el virus de COVID-19, mayor era el riesgo de desarrollar artritis reumatoide, vasculitis, colitis ulcerosa, vitíligo, psoriasis, alopecia total, enfermedad de Crohn, enfermedad de Still del adulto, síndrome de Sjögren, espondilitis anquilosante y sarcoidosis.
«Los trastornos autoinmunes y autoinflamatorios del tejido conjuntivo pueden manifestarse como secuelas posteriores al COVID-19», afirmaron los autores del artículo, lo que sugería que el tratamiento a largo plazo de los pacientes con COVID-19 debe incluir la evaluación de un desarrollo posterior de estos trastornos.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades declararon que «COVID de larga duración» se refiere a los síntomas que se desarrollan o continúan después de recuperarse de una infección por el virus COVID-19, como fatiga, dolor de cabeza, dolor torácico, dificultad para respirar o erupciones cutáneas. Estos síntomas pueden durar varias semanas, meses o incluso años.
Riesgo de enfermedad autoinmune tres veces mayor tras la infección
Un estudio anterior publicado en EClinicalMedicine, una parte de The Lancet Discovery Science, indicó que seis meses después de ser diagnosticado con COVID-19, el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes es tres veces mayor en comparación con los no infectados.
Los investigadores realizaron un seguimiento de 3.81 millones de individuos, incluidos más de 880,000 casos confirmados y 2.9 millones de individuos no infectados, durante 180 días. Los resultados revelaron que, en comparación con el grupo de control no infectado, los casos confirmados experimentaron el siguiente aumento del riesgo de desarrollar diversas enfermedades del sistema inmunitario: artritis reumatoide 2.98 veces, espondilitis anquilosante 3.21 veces, lupus eritematoso sistémico 2.99 veces, vasculitis y dermatopolimiositis 1.96 veces, esclerosis sistémica 2.58 veces, síndrome de Sjögren 2.62 veces, enfermedad mixta del tejido conectivo 3.14 veces, enfermedad de Behçet 2.32 veces, polimialgia reumática 2.9 veces, psoriasis 2.91 veces, enfermedad inflamatoria intestinal 1.78 veces, enfermedad celíaca 2.68 veces y diabetes mellitus tipo 1 2.68 veces. Además, la tasa de mortalidad en los casos confirmados fue 1.2 veces superior a la del grupo de control.
Combata la COVID-19 con alimentos naturales y ejercicio
La alimentación y el ejercicio son los dos pilares principales del estilo de vida para prevenir la infección viral. Un estudio sobre la investigación publicada en la revista Nutrients en 2020 destacó que los alimentos funcionales (alimentos con específicos beneficios nutricionales y para la salud) pueden mejorar la capacidad del sistema inmunitario para prevenir y controlar las infecciones virales patógenas, mientras que la actividad física puede aumentar este efecto protector.
El ejercicio puede influir en todas las células inmunitarias, tanto del sistema inmunitario innato como del adaptativo, en particular potenciando la actividad de las células asesinas naturales (NK), los neutrófilos y los macrófagos tras un ejercicio moderado. Con el ejercicio regular a largo plazo, el efecto sobre el sistema inmunitario que induce puede actuar como una vacuna natural contra infecciones virales como COVID-19. Esto es crucial para los grupos de alto riesgo, como las personas obesas o con sobrepeso y las que padecen resistencia a la insulina o diabetes.
El autor recomienda ejercicios de intensidad moderada, como ejercicios de fuerza, equilibrio y control, estiramientos o una combinación de actividades como caminar, levantar pesas, estocadas y subir escaleras. También son beneficiosos los ejercicios en interiores, como sentarse y levantarse, las sentadillas, los abdominales y el yoga. Es aconsejable realizar entre 150 y 200 o 400 minutos de ejercicio aeróbico a la semana.
En cuanto a la nutrición, consumir una dieta rica en vitaminas y minerales puede reforzar la inmunidad, sobre todo en personas con carencias de estos micronutrientes.
Las frutas, las verduras, el aceite de oliva, el pescado azul, los frutos secos y las legumbres se consideran alimentos funcionales. Contienen componentes naturales beneficiosos para la salud, como polifenoles, terpenos, alcaloides, flavonoides, esteroles, pigmentos y ácidos grasos insaturados. Estas sustancias proporcionan protección inmunitaria gracias a sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Además, se ha demostrado que las hierbas ricas en polifenoles, especialmente los tés fermentados (té verde, té negro), la yerba mate y el café, presentan diversos beneficios sobre las actividades metabólicas y microvasculares, la reducción del colesterol y de la glucemia en ayunas, la antiinflamación y la antioxidación en individuos de alto riesgo.
Los péptidos bioactivos que se encuentran en las proteínas alimentarias pueden provocar diversas respuestas fisiológicas asociadas a actividades inmunológicas, antimicrobianas, gastrointestinales, cardiovasculares, neurológicas y otras actividades hormonales. Estos beneficios de los alimentos funcionales contribuyen a salvaguardar el organismo contra el COVID-19 y otras infecciones virales.
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