La Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó este miércoles el fin del brote de ébola declarado el pasado 1 de junio en el noroeste de la República Democrática del Congo (RDC).
Esa epidemia, que afectó a la provincia de Ecuador y es la undécima que sufre la RDC, causó 130 casos (119 confirmados y 11 probables), 55 muertes y 75 contagios que se curaron, informó la oficina regional para África de la OMS en un comunicado.
Desde Kinshasa, el ministro congoleño de Sanidad, Eteni Longondo, confirmó también el fin del brote.
«Esta undécima epidemia de la enfermedad por el virus del Ébola tuvo la particularidad de extenderse mucho más a las zonas sanitarias de ríos y lagos», explicó Longondo en una rueda de prensa en la capital congoleña, citado por medios locales.
«Esto constituyó un gran desafío logístico en cuanto al desarrollo de las actividades de respuesta en un sistema de salud ya debilitado por epidemias anteriores y por una débil participación de la comunidad en las recomendaciones» sanitarias, añadió el ministro.
El brote se dio por terminado después de que transcurrieran 42 días desde que el último paciente positivo diese por primera vez negativo y sin que hayan aparecido nuevos casos positivos desde entonces, criterio para declarar la conclusión de estos brotes.
«Superar uno de los patógenos más peligrosos del mundo en comunidades remotas y de difícil acceso demuestra lo que es posible cuando la ciencia y la solidaridad se unen», afirmó la directora regional de la OMS para África, Matshidiso Moeti.
Más de 40,000 personas de alto riesgo fueron inoculadas por vacunadores que utilizaron un innovador almacenamiento en cadena de frío para mantener la vacuna contra el ébola a temperaturas tan bajas que alcanzaron los 80 grados centígrados bajo cero.
Los congeladores ARKTEK, que pueden mantener las vacunas a temperaturas muy bajas hasta una semana, permitieron a los especialistas vacunar a las personas en comunidades sin electricidad en Ecuador, según la OMS.
«La tecnología utilizada para mantener la vacuna contra el ébola a temperaturas extremadamente frías será útil cuando se lleve una vacuna contra la COVID-19 a África», recalcó Moeti.
«Abordar el ébola en paralelo a la COVID-19 no ha sido fácil, pero gran parte de la experiencia que hemos adquirido en una enfermedad se puede transferir a otra y subraya la importancia de invertir en la preparación para emergencias y la creación de capacidad local», agregó la doctora botsuanesa.
Ecuador ya sufrió el noveno brote del virus del Ébola entre mayo y julio de 2018, cuando se registraron 54 casos, entre ellos 33 muertos y 21 supervivientes.
Las autoridades congoleñas declararon el pasado 25 de junio el fin de la décima epidemia, que asoló tres provincias del noreste del país (Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri) desde el 1 de agosto de 2018, con un resultado de 3463 casos, 2280 fallecidos y 1171 supervivientes, según las últimas cifras emitidas por la OMS.
Esa epidemia fue la peor de la historia de la RDC y la segunda más grave del mundo, después de la que asoló África occidental de 2014 a 2016, en la que murieron 11,300 personas y hubo más de 28.500 casos, aunque esas cifras -según la OMS- pueden ser más altas.
El undécimo brote «fue muy diferente a su predecesor: avanzó a baja intensidad, generó pequeños focos en áreas aisladas y se caracterizó, sobre todo, por tener una tasa de mortalidad más baja», señaló Médicos Sin Fronteras (MSF) en un comunicado.
El doctor Guyguy Manangama, responsable de MSF en la respuesta a la epidemia de ébola en la provincia de Ecuador, explicó que esa menor letalidad podría deberse a la existencia de «algún tipo de inmunidad natural entre las personas en la provincia de Ecuador, ya que esta región ha experimentado brotes de ébola antes».
La enfermedad del Ébola, descubierta en la República Democrática del Congo en 1976 -entonces llamada Zaire-, se transmite por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados.
Esta fiebre causa hemorragias graves y puede alcanzar una tasa de mortalidad del 90 %. Sus primeros síntomas son fiebre repentina y alta, debilidad intensa, y dolor muscular, de cabeza y de garganta, además de vómitos.
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