Comentario
La amenaza que supone la viruela del mono es real, muy real. ¿O realmente lo es?
Según el Dr. Robert Malone, en realidad no. Pero se le podría perdonar por pensar lo contrario. La forma en que se está cubriendo el virus, señaló recientemente Malone, «proporciona un ejemplo clásico de fearporn [contenido que juega deliberadamente con los temores de la gente] en materia de salud pública».
La CNN, uno de los muchos medios de comunicación que cubren el virus afanosamente, «debería ser reprendida por emitir propaganda irresponsable —información incorrecta y desinformación— bajo la apariencia de periodismo», escribió Malone. En su opinión, este virus y esta enfermedad, «que es endémica en África», «se controla fácilmente con las medidas clásicas de salud pública».
Y lo que es más importante, «no tiene [énfasis mío] una tasa de mortalidad elevada». Esta insignificante amenaza biológica «nunca ha sido considerada un patógeno de alta amenaza en el pasado».
Malone finalizó pidiendo a los medios de comunicación y a los llamados expertos médicos que «dejen el alarmismo, la información incorrecta y la desinformación».
La petición de Malone ha sido ignorada, y los médicos de todo el mundo nos dicen que nos preparemos para lo peor. El presidente Joe Biden también se ha unido al coro de pesismistas. No es de extrañar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) también haga ruido.
Y lo que es más preocupante, la OMS está tomando medidas, que podrían tener profundos efectos en miles de millones de personas de todo el mundo, incluidas las que residen en Estados Unidos.
El nuevo panóptico
El 20 de mayo, la OMS celebró una «reunión de emergencia» para discutir la viruela del mono.
Como reportó Reuters, los miembros del Grupo de Asesoramiento Estratégico y Técnico sobre Peligros Infecciosos con Potencial Pandémico y Epidémico (STAG-IH) de la OMS, «que asesora sobre los riesgos de infección que podrían suponer una amenaza para la salud mundial», decidirán en breve si «el brote debe ser declarado emergencia de salud pública de interés internacional».
Como señaló el mencionado Dr. Malone, no debería. Pero no se sorprenda si la OMS piensa lo contrario.
Los miembros de la OMS, una de las agencias más poderosas del mundo, están trabajando actualmente en un nuevo tratado de prevención y preparación para pandemias. Los avances en la redacción continuarán durante los próximos meses. Después, el 1 de agosto, los miembros se reunirán para debatir los progresos realizados. El año que viene, en la 76ª Asamblea Mundial de la Salud (AMS), entregarán el informe. Si todo va según lo previsto, los cambios entrarán en vigor dentro de dos años.
¿Qué tipo de cambios?
Según los autores de Reclaim the Net, un sitio web dedicado a defender la libertad de expresión y a denunciar las extralimitaciones burocráticas, deberíamos prepararnos para cambios draconianos. Hay que tener en cuenta que los autores de Reclaim presuntamente consiguieron tener en sus manos un borrador de trabajo de los planes de la OMS, por lo que las siguientes advertencias podrían tener mucho peso.
Reclaim advierte que la AMS, el órgano decisorio de la OMS, «pretende que este tratado se adopte en virtud del artículo 19 de la Constitución de la OMS». Si tiene éxito, esto dará a «la AMS el poder de imponer convenios o acuerdos legalmente vinculantes a los estados miembros de la OMS si dos tercios de la AMS votan a favor de ellos». Para poner esta frase en contexto: Hay 195 países en el mundo; la OMS tiene 194 Estados miembros.
La OMS ha enmarcado este tratado «como un tratado internacional sobre pandemias». Sin embargo, el borrador obtenido por Reclaim muestra que el acuerdo ha evolucionado en realidad para cubrir todo tipo de «emergencias sanitarias».
La OMS define una emergencia de salud pública como una situación que «conlleva implicaciones para la salud pública más allá de la frontera nacional del Estado afectado» y «puede requerir una acción internacional inmediata».
La definición es vaga, quizá a propósito, lo que permite a los responsables impulsar cualquier agenda, por perversa que sea.
De nuevo, como advierten los autores de Reclaim, un tratado tan amplio daría a la OMS «poderes amplios y legalmente vinculantes para obligar a los estados miembros a adoptar muchas de las herramientas de censura y vigilancia que se impusieron durante la pandemia de COVID-19».
Los pasaportes internacionales de vacunas no están descartados. De hecho, tal y como se indica en el borrador, se exigirá legalmente a los estados miembros que «apoyen plenamente el desarrollo de normas para producir una versión digital del Certificado Internacional de Vacunación y Profilaxis».
Además, la OMS tratará de normalizar el uso de «aplicaciones tecnológicas digitales» para todos los viajes internacionales. Si está imaginando aplicaciones de localización de contactos y extensos formularios de autodeclaración de salud, está imaginando correctamente.
Por supuesto, los pasaportes de vacunas y el rastreo de contactos están íntimamente ligados a la vigilancia. Más concretamente, a la vigilancia mundial. Como señala el borrador, la OMS llevará a cabo una «vigilancia mundial coordinada de las amenazas para la salud pública». Esto solo puede lograrse si los Estados miembros, los 194, amplían sus sistemas de vigilancia y contribuyen a «los sistemas mundiales de vigilancia de la OMS».
Los autores de Reclaim subrayan que los actores no estatales, que «podrían incluir a las grandes empresas de tecnología», «también tendrán que trabajar con los gobiernos, la OMS y otros socios internacionales». ¿Por qué? Para «aprovechar sus considerables datos para «crear los sistemas de alerta temprana y respuesta más fuertes posibles».
Como se ha mencionado anteriormente, el Dr. Malone ha pedido con pasión que se ponga fin a la difusión de la información errónea y la desinformación. El borrador del tratado también pide lo mismo. Los autores del informe instan a los miembros a apoyar un intento coordinado a nivel mundial «para hacer frente a la desinformación, la información errónea y la estigmatización que socavan la salud pública».
Teniendo en cuenta que la OMS tiene un historial de difusión de información falsa, el llamado a «abordar» el problema parece, en el mejor de los casos, hipócrita. No obstante, la hipocresía de los mensajes debería ser la menor de nuestras preocupaciones. Si el proyecto actual se hace realidad, la luz del panóptico brillará aún más. No habrá ningún lugar donde esconderse. Los pasaportes de vacunas serán la norma, y nuestro derecho a la privacidad, o al menos un cierto grado de privacidad, se convertirá en un recuerdo lejano.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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