Mientras el precio de la gasolina sigue subiendo en los Estados Unidos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente a todos los rubros subió un 0.3 % en enero, aumentando así un 1.4 % en los últimos 12 meses, según informó la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con el informe de esta entidad perteneciente al Departamento del Trabajo, «el índice de gasolina subió un 7.4 % por ciento en enero, representando la mayor parte del incremento desestacionalizado en el índice de todos los rubros».
Si bien ciertos índices bajaron el mes pasado, como, por ejemplo, el de la electricidad y el gas natural, otros, al igual que la gasolina, registraron un aumento, en cuyo caso se encuentran los siguientes:
- Energía: 3.5 %
- Ropa: 2.2 %
- Tabaco: 1.8 %
- Seguros de vehículos motorizados: 1.6 %
- Atención médica: 0.4 %
- Alimentos: 0.1 %
- Refugio: 0.1 %
En los últimos 12 meses, entretanto, los índices que aumentaron más rápidamente fueron los siguientes:
- Automóviles usados y camiones: 10 %
- Atención médica: 1.9 %
- Refugio: 1.6 %
Inflación: Definiendo el concepto
En medio de las circunstancias actuales, seriamente marcadas por la pandemia del coronavirus y sus efectos sobre la economía, conviene hacer un repaso sobre la inflación y las consecuencias derivadas de este fenómeno, definido como un término económico que describe el alza de los precios de bienes y servicios en un país determinado, en un período dado.
Tal como lo explica Investopedia en el artículo “Nueve efectos comunes de la inflación”, «cuando el nivel general de precios sube, con cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios. Es decir, la inflación refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda: una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de medida de una economía».
En opinión de algunos expertos, este fenómeno refleja una economía en apuros, sin embargo, para otros, representa una señal de prosperidad. Veamos cuáles son las consecuencias más notorias de la inflación en diferentes áreas y saque usted sus propias conclusiones.
Consumidores y negocios
Si bien es cierto que la inflación erosiona el poder adquisitivo o la cantidad de algo que se puede comprar con una determinada moneda, también lo es el hecho de que esto alienta a los consumidores y a los negocios a adquirir artículos que tardan en perder valor.
¿Qué significa esto en la práctica? Que la gente se abastecerá de lo que cree que necesita más, por ejemplo, llenará los tanques de gasolina y el congelador, mientras que las empresas realizarán inversiones de capital y comprarán activos, como oro y otros metales preciosos. ¿El resultado? Una hiperinflación como efecto del acaparamiento.
Préstamos y endeudamiento
Es realmente curioso que la inflación lo mismo puede aumentar el costo de los préstamos que reducirlo. Vayamos por partes: la Reserva Federal (Fed) de EE. UU. se basa en la relación entre la inflación y las tasas de interés. Si las tasas son bajas, los consumidores y las empresas pueden conseguir préstamos a bajo precio y si son altas, pues ocurre exactamente lo contrario. Es decir, las tasas bajas fomentan el gasto y la inversión, mientras que las altas, los frenan.
¿Qué hacen los bancos centrales entonces? Usan estos índices de interés «para mantener la inflación cerca de una tasa objetivo (generalmente, un 2 % en las economías desarrolladas y entre un 3 y un 4 % en las emergentes)», según ejemplifica Investopedia en el artículo mencionado.
Y si no hay un banco central o lo hay, pero los banqueros están en deuda con los políticos, ¿qué sucede? Pues que la inflación tenderá a reducir los costos de endeudamiento. O sea, «si el nivel de deuda de los hogares es alto, los políticos encontrarán electoralmente rentable imprimir dinero a fin de eliminar las obligaciones de los votantes».
¿Qué pasa si el propio gobierno está muy endeudado? Pues que los políticos tendrán un mayor incentivo para imprimir dinero y usarlo para pagar la deuda. ¿Resultado? Una mayor inflación. Por eso es importante el rol de la Fed, que tiene el mandato legal de fijar precios estables y no requiere de la aprobación ni del Congreso, ni del presidente del país.
Empleo y crecimiento
Con el empleo también suceden cosas interesantes. Según puntualiza la fuente, en época de inflación, «los salarios tienden a ser rígidos, lo que significa que cambian muy poco en respuesta a los cambios económicos».
Si hay rigidez a la baja de los salarios, significa que los trabajadores se resisten a los recortes salariales y, por tanto, corren el riesgo de ser despedidos. En cambio, si hay rigidez al alza, significa que, cuando la inflación llega a una cierta tasa, los costos de nómina de los empleadores caen y, por ende, pueden contratar a más gente. De este fenómeno se desprende la correlación negativa y positiva entre inflación y nivel de desempleo.
Entre inflación y crecimiento económico, igualmente, sucede un fenómeno parecido. Quiere decir que, a veces, el crecimiento puede aumentar, porque la inflación desestimula el ahorro. O sea, hay un impulso por gastar, por invertir, al menos, a corto plazo. En otras ocasiones, en cambio, cuando el desempleo es alto y la inflación alcanza dos dígitos, ocurre todo lo contrario.
Definitivamente, la inflación puede provocar una cosa u otra, en dependencia del contexto. Incluso, puede debilitar la moneda de un país o fortalecerla. Por suerte, nuestra nación tiene la gran ventaja de contar con una moneda considerada como el ancla de ahorro mundial, como la moneda de reserva. Esperemos que este beneficio juegue a nuestro favor ante la expectativa de un mayor aumento de la inflación.
Por la pandemia, nuestros patrones de gasto han cambiado radicalmente, por tanto, es lógico que haya problemas para medir los precios de varios productos y servicios. Algunos precios, incluso, se han reportado como no disponibles por el cierre obligado de muchos establecimientos. Entonces, ante circunstancias tan especiales como las que estamos viviendo, solo nos resta estar atentos, como consumidores y/o dueños de negocio, y tomar las mejores decisiones, en cualquier caso.
Sobre el Dr. Rafael Marrero
Economista. Graduado de las universidades de Stanford y Cornell, es un reconocido experto en EE.UU. en contratación federal, emprendimiento para pequeñas y medianas empresas y gestión de proyectos. Autor del bestseller de Amazon La salsa secreta del Tío Sam.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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