La razón por la que Biden ya está fracasando como presidente

Por Thomas Del Beccaro
24 de enero de 2021 5:22 PM Actualizado: 24 de enero de 2021 5:22 PM

Opinión

Los presidentes tienen dos trabajos. El primero, y más visible, es ser el jefe del poder ejecutivo, y el segundo es ser el jefe de su partido político. Los presidentes exitosos suelen tener un control funcional sobre su partido político. Joe Biden, sin embargo, apenas ha asumido el cargo y su presidencia ya está en peligro, debido a miembros de su propio partido.

La mayoría de las personas, cuando observan cómo funciona la presidencia de EE.UU., se enfocan en los aspectos más visibles de ese trabajo. Los presidentes tienen perfiles muy altos, viven en la Casa Blanca, celebran conferencias de prensa, se reúnen con funcionarios extranjeros y firman leyes, entre muchas, muchas otras funciones. Son tantas obligaciones que, de hecho, muchos creen que es el trabajo de un hombre relativamente joven.

En la historia reciente, EE.UU. ha tenido presidentes enérgicos. Desde Bill Clinton hasta George W. Bush y Barack Obama, la Casa Blanca ha estado ocupada por hombres jóvenes. No obstante, aunque es cierto que Donald Trump tiene más de 70 años, no hay duda de que tenía más energía que la mayoría.

Muchos se han preguntado si Biden, debido a su edad y condición, estará a la altura de ese trabajo. Lo poco que hizo en su campaña y las pocas veces que habló, y lo poco que ahora le habla a la prensa, ha alimentado esas dudas. Mientras tanto, sus meteduras de pata dan lugar a diferentes preocupaciones.

Con todo lo anterior, muchos suponen que habrá alguien o quizás varios detrás del trono de Biden. Las posibilidades incluyen a la esposa de Biden, Jill; Susan Rice, directora del Consejo de Política Interior de la Casa Blanca; Ron Klain, quien es el jefe de personal de Biden; o incluso John Podesta, quien ha sido un agente de poder demócrata durante años. Otros creen que será la vicepresidenta Kamala Harris, de la cual algunos creen que se desenvolverá como la más alta consejera de Biden después de las reuniones y que se convertirá en presidente dentro de cuatro años.

Dejando a un lado la especulación, el período entre la elección y la toma de posesión de un presidente se conoce como interregno. Normalmente, durante ese período, hay un proceso de transición y también, lo que es más importante, un proceso mediante el cual la parte entrante se reúne, se pone de acuerdo y planifica los primeros 100 días. Los presidentes recién elegidos suelen tener la mayor voz en ese proceso.

Según todos los indicios, Biden ya está demostrando que no está a la altura del segundo aspecto de su trabajo: dirigir su partido político. En parte es culpa suya y en parte se debe a la naturaleza de lo que yo llamo La Era Dividida, el período que va desde mediados de los años 90 hasta la actualidad y en el que se observan divisiones cada vez mayores.

Lo que está en juego en la política estadounidense crece con cada aumento en el gasto público. El gobierno federal gastó casi USD 2 billones más en 2020 que en 2019, incluso gastó más si se consideran las políticas de la Reserva Federal. Como estadounidenses, competimos intensamente para obtener esos dólares, competimos intensamente para repartir esos dólares (en forma de elecciones) y casi con la misma intensidad competimos para no pagar impuestos por esos dólares. Esa competencia es, por su naturaleza, divisoria.

Cuanto más dinero se gaste, mayor será nuestra división.

No satisfechos con el gasto récord, muchos demócratas en el Congreso, incluida la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, tienen enormes planes de gasto. El ala más liberal del partido quiere políticas y programas totalmente socialistas. La representante Alexandria Ocasio-Cortez y el senador Bernie Sanders quieren avanzar a toda velocidad en esos planes socialistas, pero es probable que Biden quiera un ritmo más lento. Con Sanders a cargo del Comité de Presupuesto del Senado, es difícil saber quién ganará esa batalla.

Aunque lo más inmediato, sin embargo, es el tema del impeachment. Nunca en nuestra historia el partido de un presidente entrante había impulsado una medida tan divisoria.

Para aquellos que votaron por Trump, el comienzo de la presidencia de Biden, si finalmente incluye un impeachment en el Senado, no podría comenzar de manera más divisiva. Biden los perderá para siempre. Para los independientes, que quieren que Washington solucione realmente los problemas existentes, se verá como una desviación partidista -y posiblemente bastante fea- de los asuntos importantes que se deben tratar.

Muchos demócratas en el Congreso consideran que el impeachment es esencial, ya sea porque temen el regreso de Trump o porque lo odian demasiado.

En total, el impeachment significa más división y el probable descarrilamiento de cualquier luna de miel presidencial que quiera tener Biden. Señalará que la unidad no estará en la agenda, algo que querían muchos de sus votantes.

Biden quiere un período de luna de miel, pero sabe que no puede detener el impeachment.

En otras palabras, el Partido Demócrata no se unió después del día de las elecciones en una sola agenda. Eso también significa que Biden simplemente no tiene el control de su propio partido, y eso significa que ya está fracasando como presidente.

Thomas Del Beccaro es un aclamado autor, orador, escritor de opinión de Fox News, Fox Business y The Epoch Times, y expresidente del Partido Republicano de California. Es autor de «La era dividida» y «El nuevo paradigma conservador».


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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