Los chinos comunistas se han estado haciendo los listos para no pagar lo que les corresponde en cuanto a aranceles impuestos por Estados Unidos (EE. UU.) a las importaciones de células y módulos solares de manufactura china, necesarios para la fabricación nacional de paneles solares.
Como es habitual en sus prácticas comerciales desleales, el régimen de Beijing ha acudido esta vez a la estratagema de usar a otros países como intermediarios a fin de desviar sus productos a dichos territorios y, de ahí, hacerlos llegar a suelo estadounidense, según descubrió una investigación del Departamento de Comercio de EE. UU.
El engaño chino al descubierto
De acuerdo con un reporte de The Wall Street Journal (WSJ), «el Departamento de Comercio comenzó su investigación a pedido del fabricante de módulos solares con sede en San José, California, Auxin Solar Inc». Esta compañía dijo que «los fabricantes chinos estaban eludiendo los aranceles de importación de productos solares» mediante el envío de piezas a través del sudeste asiático, donde se efectúa el ensamblaje final.
Gracias a la investigación, que comenzó en marzo de 2022, ahora se sabe que las empresas chinas que eludieron las tarifas son: BYD (H.K.) Co., Canadian Solar International Ltd., Trina Solar Science & Technology Ltd. y Vina Solar Technology Co. De conjunto, «esas firmas representan más de la mitad de las importaciones de células solares en EE. UU.», señaló el WSJ.
Por lo que ha trascendido hasta ahora, BYD (H.K.) Co, que envía productos a través de Camboya, tiene que pagar una tasa arancelaria del 27 %, mientras que Canadian Solar International Ltd., que lo hace desde una instalación en Tailandia, debe abonar una tasa del 16 %.
Entretanto, Trina y Vina, que envían sus productos desde Tailandia y Vietnam, respectivamente, tienen que pagar aranceles del 254 %, ya que el Departamento determinó que tampoco demostraron su independencia del Partido Comunista Chino (PCCh).
A raíz de lo descubierto, igualmente es muy probable que los países asiáticos que han estado bailando al ritmo impuesto por el régimen de Xi Jinping, al terminar de producir el 80 % de los módulos solares chinos que llegan a nuestro país, deban pagar los mismos aranceles impuestos a las firmas chinas, incluso, con carácter retroactivo.
La suspensión temporal de aranceles
A pesar de la investigación efectuada por el Departamento de Comercio, el resultado obtenido «no conducirá a aumentos inmediatos en las tarifas de productos solares», porque, en junio de 2022, el señor Joe Biden «implementó una suspensión de aranceles por dos años para dar tiempo a los importadores [locales] a hacer ajustes», subrayó la fuente.
La suspensión en cuestión recae en las importaciones de piezas solares provenientes de los países cubiertos por la investigación: Camboya, Tailandia, Vietnam y Malasia. Quiere decir que hasta 2024, a los módulos solares que entren a nuestro país, procedentes de esos territorios, no se les aplicarán las tasas arancelarias.
Básicamente, lo que la actual Administración trata de hacer es ganar algo de tiempo en lo que los fabricantes estadounidenses de paneles solares logran encontrar proveedores alternativos dentro de nuestro territorio o hallar otras posibles fuentes en el exterior. Al parecer, solamente así podrían lidiar con este problema y hacerle frente a la demanda nacional.
Sí hay que decir que, independientemente de la medida temporal tomada por Biden, el hallazgo de la investigación efectuada por el Departamento de Comercio ya ha causado serias repercusiones en esta industria; repercusiones que van del sector comercial al político y que no han hecho más que empezar.
El efecto en las energías renovables
Desde el mismo momento en que se supo que EE. UU. estaba investigando la trampa de la China comunista en cuanto a los citados aranceles, nuestro país comenzó a experimentar una especie de crisis en la industria de paneles solares.
En primer lugar, interrupción en el suministro de piezas; en segundo, retrasos o cancelaciones de proyectos de energía solar; en tercero, polémica entre instaladores solares y fabricantes locales; en cuarto, quejas de legisladores y funcionarios federales; en quinto, pérdidas de empleos en el sector, y en sexto, encarecimiento de los paneles solares propiamente dichos.
Según el reporte de The Wall Street Journal, la Asociación de Industrias de Energía Solar, que tuvo que recortar sus previsiones de instalación solar para 2022 y 2023 en un 46 %, dijo que «el Departamento de Comercio provocó una interrupción en la cadena de suministro que no se resolverá cuando finalice la suspensión de tarifas».
De acuerdo con la misma fuente, la presidenta y directora de ese grupo comercial, Abigail Ross, señaló en este sentido que la investigación ha traído como resultado la pérdida significativa de empleos estadounidenses bien remunerados en energía limpia.
Como «los cuatro países del sudeste asiático representan aproximadamente el 80 % de las importaciones de paneles solares de EE. UU., la investigación del Departamento provocó inicialmente una desaceleración significativa en sus envíos, lo que causó retrasos en los proyectos de granjas solares, y quejas de legisladores y funcionarios federales y estatales», agregó The Wall Street Journal.
Otro artículo del WSJ remarcó, entretanto, que «el problema de los aranceles ha dividido a la industria solar, enfrentando a los instaladores solares, que compran paneles importados, contra los fabricantes estadounidenses, que quieren protección de lo que ven como competidores chinos con tarifas reducidas».
La polémica tras el descubrimiento
Si bien el Departamento de Comercio tenía que tomar cartas en este asunto para castigar a China y sus aliados en Asia, esta situación ha generado una polémica nacional. De un lado, están los que aprueban la medida de cobrar las tasas a los infractores, independiente de las consecuencias; del otro, los que creen que eso traerá más problemas que soluciones.
Mamum Rashid, director ejecutivo de Auxin, la firma que dio la voz de alarma, dijo que «durante años, los productores solares chinos se han negado a fijar un precio justo para sus productos en EE. UU., y han hecho todo lo posible para seguir socavando a los fabricantes y trabajadores estadounidenses». Paralelamente, subrayó que la investigación del Departamento de Comercio parece «haber validado y confirmado en gran medida las acusaciones de Auxin sobre el engaño chino», al tiempo que indicó que su compañía está agradecida con el Departamento por «hacer cumplir de manera justa las leyes comerciales de EE. UU. en beneficio de los fabricantes de energía solar de EE. UU., sus trabajadores y sus comunidades».
Sin embargo, otras empresas estadounidenses pertenecientes a la industria, como NextEra Energy Inc., Xcel Energy Inc. y Southern Co., han señalado que la investigación podría retrasar por varios meses la finalización de proyectos de este año. NextEra, por ejemplo, espera que hasta 2.8 gigavatios de proyectos solares y de almacenamiento pasen de 2022 a 2023 por este motivo.
El presidente ejecutivo de esa firma, John Ketchum, dijo que «habrá una mayor incertidumbre» que, en su opinión, «generará demoras adicionales y obligará a los desarrolladores a comprar equipos solares [directamente] de China, donde se conocen las tasas arancelarias».
Ketchum resaltó, además, que los ensambladores de energía solar de EE. UU., que no son capaces de abastecer todo el mercado interno, están agotados hasta 2024. Al propio tiempo, puntualizó que la opción que tiene, «como participante de la industria, es regresar a China, lo cual es un resultado escandaloso».
La disyuntiva para la Administración Biden
En un artículo de opinión conjunto, del que se hizo eco la Voz de América (VOA), «Tom Kuhn, presidente del Edison Electric Institute; Heather Zichal, directora ejecutiva de la Asociación Estadounidense de Energía Limpia, y Abigail Ross, presidenta y directora ejecutiva de la Asociación de Industrias de Energía Solar, dijeron que el futuro de la energía solar en Estados Unidos sería sombrío si se aplicaran tarifas a los paneles solares provenientes de los cuatro países mencionados».
De acuerdo con la fuente antes citada, «el caso de los paneles solares presenta un dilema para la Administración Biden, porque pone en conflicto dos de las prioridades del presidente: garantizar la igualdad de condiciones para los fabricantes estadounidenses y llevar al país a un futuro energético sin emisiones de carbono».
Para arrojar más luz sobre este tema, téngase en cuenta que los paneles solares fabricados en el extranjero con piezas chinas compiten directamente con los paneles creados aquí, sin embargo, las empresas solares estadounidenses dependen de esas mismas firmas chinas para obtener las materias primas necesarias. Algo así como el pez que se muerde la cola.
En declaraciones a The Hill citadas por la VOA, la senadora demócrata Jacky Rosen subrayó que la Administración Biden debería buscar otras formas de apoyar a las empresas de energía solar de EE. UU. Sobre este particular, dijo sentirse «decepcionada de que la Administración esté iniciando esta investigación, porque deberíamos derogar las tarifas solares existentes, y no explorar la posibilidad de agregar nuevas».
Desde su punto de vista, «la asistencia directa a los fabricantes solares estadounidenses sería mucho más significativa para nuestra industria solar nacional que una investigación comercial o aranceles que solo aumentarán los costos para el consumidor, amenazarán los empleos bien remunerados y nos alejarán aún más de nuestro objetivo climático».
La postura de China y sus intermediarios
Según The Wall Street Journal, cuando comenzó la investigación, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, dijo que Beijing «tomaría todas las medidas necesarias para defender los derechos e intereses de las empresas chinas».
En aquel entonces, Wenbin puntualizó que el proteccionismo de Estados Unidos perturbaría y socavaría la estabilidad de las cadenas de suministro globales, así como la cooperación sobre el cambio climático.
Cabe mencionar que, a raíz de esta investigación, el señor Biden invocó la Ley de Producción de Defensa para ayudar a los proveedores estadounidenses a competir con los rivales asiáticos y así estimular una mayor fabricación nacional de paneles solares.
De acuerdo con el reporte de la Voz de América, hasta el momento, la respuesta de los países afectados por el anuncio del Departamento de Comercio (Camboya, Malasia, Tailandia y Vietnam) ha sido limitada.
En vista de eso, la VOA contactó a los representantes de esos gobiernos en Estados Unidos para solicitar comentarios al respecto, pero ninguno había respondido al momento de la publicación de su informe. Al parecer, hasta ahora, solamente el Gobierno de Tailandia es el que ha presentado una queja formal al Departamento.
Los antecedentes de las tasas arancelarias
Según han reseñado varios medios de prensa, en 2011, el Departamento de Comercio dictaminó que China estaba fijando un precio de los paneles por debajo del costo de fabricación, hecho que obligó a las empresas locales a abandonar el negocio, porque no podían operar con ganancias al tiempo que igualaban los precios chinos.
En aquel entonces, el Departamento igualmente determinó que el gigante asiático estaba concediendo subvenciones de entre el 2.9 y el 4.73 % del precio de las placas solares a las empresas chinas que fabrican piezas y componentes útiles para el desarrollo de la energía solar.
Como respuesta a esa situación, Estados Unidos decidió imponer aranceles a los paneles solares chinos de entre el 50 y el 250 % de su precio de venta. A esos aranceles se les conoce como derechos antidumping y compensatorios, y fueron establecidos por la Administración de Barack Obama, en 2012.
Cabe mencionar que, en aquella época, las importaciones estadounidenses de equipos solares chinos disminuyeron de 2800 millones de dólares, en 2011, a menos de 400 millones de dólares tras la imposición de la medida.
Sin embargo, según Auxin, la empresa de California que instó a iniciar la investigación, «mientras las importaciones de paneles solares de China cayeron un 86 % durante ese período, las de Camboya, Malasia, Tailandia y Vietnam aumentaron en un 868 %».
Pero eso no es todo: de acuerdo con la propia firma, «durante ese período, también aumentaron las exportaciones de materias primas y partes de paneles solares de China a los cuatro países mencionados».
¿Casualidad? No, señores. Justamente, estos son los cuatro países vecinos desde donde proceden las piezas y los componentes de energía solar, de manufactura china, que llegan a suelo estadounidense.
Innegablemente, la RPC ha estado jugando cabeza en este sentido, pero, al igual que la mentira, el fraude tiene las patas cortas. Más tarde o más temprano, su deshonestidad comercial caería por su propio peso, y, lógicamente, Estados Unidos actuaría en consecuencia.
Puede que, en efecto, esto esté ocasionando divergencias entre los implicados a nivel local e, incluso, afectaciones en la producción de paneles solares, pero si una cosa debe estar clara, es que a los chinos comunistas hay que darles una lección. Simple y llanamente, no pueden seguir pasando por alto leyes, acuerdos y compromisos comerciales. O tasas arancelarias, como es el caso.
Si Beijing se vale de artimañas para evadir los aranceles sobre los productos solares, haciendo partícipes de sus fechorías a algunas de sus naciones vecinas, ¿qué menos podría hacer Washington para darles a todos su merecido? Hay que sembrar un precedente, de lo contrario, las prácticas comerciales ilegales seguirán caracterizando las ya moribundas relaciones bilaterales.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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