La UE presenta nuevo «instrumento contra la coacción» en medio de disputa entre China y Lituania

Mientras Vilnius busca estrechar lazos con Taipéi, la UE propone una nueva arma comercial contra la coerción económica de Beijing

Por Nicholas Dolinger
09 de diciembre de 2021 1:28 PM Actualizado: 09 de diciembre de 2021 1:28 PM

El miércoles, la Comisión Europea estudia una nueva estrategia para reafirmar sus intereses en medio de unas disputas comerciales cada vez más politizadas con China y Estados Unidos, mientras se prepara para enfrentarse a China por una disputa diplomática surgida con la República de Lituania.

En los últimos años, la UE ha sido vulnerable a la coerción económica de potencias mayores debido a su diseño multipolar y a la dificultad de establecer un consenso entre todos los Estados miembros. Hasta ahora, a los responsables políticos de la UE les resultaba difícil conseguir la aprobación unánime necesaria para tomar represalias contra el chantaje económico. Incluso cuando los Estados miembros de la UE están de acuerdo en una cuestión determinada, surge un problema de acción colectiva en el que los Estados miembros vinculan su aprobación de determinadas medidas a objetivos nacionales no relacionados, como ocurrió el año pasado cuando Chipre intentó vincular su aprobación de las sanciones de la UE a Bielorrusia a las acciones contra Turquía.

La nueva propuesta reducirá los obstáculos para que la Comisión Europea pueda imponer sanciones a Estados no miembros, lo que permitirá a la comunidad de naciones actuar con decisión ante las agresiones económicas de los no miembros.

«Cuando un Estado no miembro de la UE presiona a una empresa de la UE para influir en la política de la UE, [e]ste instrumento ayuda a disuadir esa coacción», publicó la Comisión Europea en Twitter el miércoles. «El objetivo es contrarrestar y repeler esas presiones extranjeras, favorecer los negocios y el comercio y asegurar los puestos de trabajo en toda la UE».

Es probable que el instrumento contra la coacción vea su primera prueba esta semana, ya que el gobierno chino bloquea el comercio con Lituania por los gestos diplomáticos del país de Europa del Este hacia Taiwán, también llamada República de China. Beijing considera a Taiwán como una provincia separatista, y Taiwán dice que es una isla independiente y autogobernada por derecho propio.

Como muchas de las disputas relacionadas con Taiwán, ésta comenzó con una cuestión semántica: Lituania hizo enojar a la República Popular China al abrir una nueva oficina diplomática de la República China, similar a otras embajadas de facto en toda Europa, salvo por un detalle: Esta nueva oficina diplomática utilizará el nombre de «Taiwán», a diferencia de otras oficinas diplomáticas de la República Popular China en Europa, que se refieren a la entidad política con el término «Taipéi», aprobado por el PCCh.

China respondió al anuncio de esta novedad retirando a su embajador de Vilna e imponiendo severas sanciones al estado báltico, suspendiendo los trenes de mercancías a Vilna y deteniendo la aprobación de permisos de exportación para los productores lituanos.

Aunque China es el objetivo obvio de la nueva arma comercial, algunos responsables políticos de la UE están entusiasmados por utilizarla para hacer valer los intereses europeos frente a Estados Unidos. Durante las negociaciones estadounidenses con Irán para restablecer los términos del acuerdo nuclear iraní, muchos responsables políticos europeos se sintieron frustrados por su percibida omisión del proceso. Algunos abogan por utilizar esta herramienta diplomática para tomar represalias contra las tácticas estadounidenses en materia de diplomacia y comercio. Sin embargo, este enfoque es controvertido, ya que los atlantistas de la UE buscan estrechar lazos con Estados Unidos y el Reino Unido.

Esta nueva herramienta ha sido criticada por algunos europeos porque la propuesta reduce significativamente los requisitos para permitir que los negociadores de la UE actúen unilateralmente sin el consentimiento explícito de todas las naciones miembros, por lo que es probable que moleste a los líderes de aquellas naciones que buscan estrechar lazos con el Partido Comunista Chino. Si las tensiones se intensifican hasta llegar a una guerra comercial a gran escala, es probable que la nueva herramienta se enfrente a la oposición de los europeos, poco entusiasmados con la idea de verse arrastrados a una batalla económica con una potencia mundial en nombre de una pequeña nación báltica con menos de tres millones de habitantes. Además, Japón ha advertido a la UE de que reconsidere la medida, probablemente debido a la fragilidad de sus propios esfuerzos por frustrar la hegemonía regional china.

A pesar de estas controversias, la nueva propuesta tiene un inmenso potencial para remodelar las negociaciones multilaterales de la UE con sus rivales económicos. Ahora que Bruselas se prepara para enfrentarse a Beijing por el conflicto con Lituania, es posible que la nueva arma diplomática no tarde mucho en utilizarse.


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