La vida de Ramón Valdés fuera de la TV que lo convirtió en el actor más querido del Chavo del 8

Por Biobio.cl
20 de julio de 2019 12:44 PM Actualizado: 20 de julio de 2019 12:44 PM

Tenía todo lo necesario para ser un personaje odiado por los televidentes, era un hombre gruñón, flojo, vividor, irresponsable y de aspecto descuidado. Pero lo cierto es que “Don Ramón” fue el personaje más querido por los seguidores del Chavo del 8 y Ramón Valdés el actor más valorado de las producciones de Roberto Gómez Bolaños en la década del 70.

Muchos fanáticos de estas comedias televisivas concuerdan en que fue el carisma que desarrolló Valdés fuera de la pantalla lo que llevó a su personaje, un típico hombre pobre de ciudad, a ser el preferido por los televidentes.

No obstante, la vida de este hombre antes de dar el salto a la fama siempre fue complicada, ya que alternó entre varios trabajos antes de darse a conocer como un humorista en diversos circos de México.

Ramón Antonio Esteban Gómez de Valdés y Castillo nació el 2 de septiembre de 1923 en el seno de una familia bastante humilde de Ciudad de México. Cuando tenía apenas dos años se mudaron hasta Ciudad de Juárez.

Cuando tenía 26 años hizo su debut en la película Calabacitas Tiernas, en la cual actuó junto a su hermano Germán, apodado en México como “Tin Tan”, un gran actor que contaba con fama internacional en ese tiempo.

Edgar Vivar, quien personificaría al Señor Barriga en el Chavo del 8, indicó en una entrevista para Megavisión, que Chespirito conoció a Valdés en 1969, cuando estaba buscando nuevos talentos para crear programas de televisión para niños.

Se dice que hubo un momento en que llegó hasta un circo en Ciudad de México y Ramón fue el único actor que logró hacerlo reír. Desde ese momento lo invitó a ser parte de espacios como Los supergenios de la Mesa Cuadrada, Chespirito y El Chapulín Colorado. Sin embargo, fue a partir de 1972 -cuando se integró a El Chavo– que logró la fama internacional como comediante.

Por otra parte, hubo un aspecto que siempre diferenció a Valdés del resto del elenco de aquella serie cómica. El propio Gómez Bolaños le pidió que “fuera él mismo” para interpretar a Don Ramón.

Pedro Nogueira, periodista brasileño y biógrafo del actor, explicó a la BBC que lo que realmente encantaba del personaje era que el actor realmente lograba interpretar a miles de personas que vivían situaciones similares: debían hacer muchos oficios para sobrevivir, tenían muchas deudas, cultivaban demasiadas historias de niñez y tenían poca paciencia con los niños; aunque en el fondo eran buenas personas.

“El éxito de Don Ramón está en ser el perfecto retrato del pícaro que vive sin empleo, de pequeños trabajos y que intenta salir adelante con pequeñas mentiras. La picaresca y el malandraje es algo que está incluso en las bases de la literatura y la música latinoamericana”, explica.

El comunicador agrega que Valdés lograba comunicar esto únicamente con su forma de ser, ya que fuera del estudio de televisión tenía una personalidad muy similar a la de su personaje, quitando el hecho que el hombre era menos irritable que el papá de la Chilindrina (María Antonieta de las Nieves).

Una de las historias sobre ese elenco dice que el vestuarista tenía muy poco trabajo con Ramón, ya que él llegaba todas las mañanas vestido de la misma forma: unos jeans gastados, la polera oscura ajustada y zapatillas viejas. Si bien en ese tiempo él ganaba buen dinero, prefería mantener el bajo perfil.

Por esos años, la única exigencia que hacía el actor a la gente de producción era que le tuvieran lavado su clásico sombrero viejo, con el cual interpretaba a Don Ramón por varias horas.

Valdés llegaba todos los días caminando hasta el estudio de grabación. Eran frecuentes sus atrasos debido a que muchas veces se desviaba del camino por una noble razón: le gustaba compartir con los niños.

En varias entrevistas, el comediante llegó a decir que: “Nací niño y sigo siendo chavito, tengo el carácter de niño y los chavitos me entienden bien”.

Solía detenerse a jugar con pequeños que lo admiraban, les firmaba autógrafos e incluso les hacía bromas. Se dice que en ocasiones incluso regalaba su sombrero “añejo” al que lo hiciera más reír.

Nogueira agrega que el humorista era quien más compartía con las personas de vestuario y producción antes de salir a grabar. También era quien más improvisaba dentro de las grabaciones del programa, pero con un estilo tan auténtico que nadie notaba que esos elementos no eran parte del libreto.

“Él y su personaje eran la antítesis de lo que la sociedad de consumo espera de un adulto. Era un ‘malandro’ de buen corazón, no hace mal a nadie, sólo quiere vivir tranquilo, sin tener que levantarse temprano por la mañana para trabajar”, indicó.

Su vida después de Chespirito

Fue en 1979 cuando Ramón Valdés presentó su renuncia a Roberto Gómez Bolaños, si bien el actor no tenía conflictos con el famoso director, sí había tenido problemas con Florinda Meza, quien interpretaba a Doña Florinda en la serie.

En ese entonces, la mujer era la directora de arte de la producción, situación que no gustaba a Valdés, ya que él prefería relacionarse directamente con la persona que lo había contratado. Finalmente, abandonó el programa junto a Carlos Villagrán (Quico).

Desde ese momento, el hombre volvió a tener una vida común y corriente. Alejado de las luces y la televisión intentó mantener a sus 10 hijos desarrollando oficios como comerciante, fabricante de muebles de madera y chofer de taxis.

Si bien había momentos en los que no alcanzaba a llegar a fin de mes, su hermano Germán le prestaba dinero para subsistir, situación que no le gustaba del todo a Ramón.

Fue en 1981 cuando el actor decidió darse una segunda oportunidad con Chespirito y quiso volver a la Vecindad del Chavo del 8. Lamentablemente esto duró sólo unos meses, ya que el comediante volvió a evidenciar problemas con Florinda Meza.

Se volvió a alejar de la televisión y a realizar sus oficios rutinarios. Cuando era reconocido en la calle por jóvenes y niños se mostraba amable y firmaba autógrafos a todos los que se lo pedían.

En 1987 tuvo otra chance de volver a la TV, esta vez fue junto a Carlos Villagrán en el programa ¡Ay que Kiko! de TV Azteca, pero ese proyecto fracasó y estuvo al aire apenas dos meses.

Por esos años su salud ya estaba bastante desmejorada a causa de su vicio por el cigarro. Solía fumar cerca de cinco cajetillas por día, incluso en el set de grabación.

Un reportaje de la cadena Telemundo indica que seis meses antes de morir, el actor fue operado de un cáncer de estómago. En ese momento, los doctores le indicaron que debía dejar su vicio, pero él no hizo caso.

Finalmente, Ramón Valdés murió a causa de un cáncer pulmonar el 8 de agosto de 1988 a los 64 años. Si bien su nombre era conocido por todo un país, su familia decidió que el velorio y funeral serían privados.

Al entierro llegaron los actores Carlos Villagrán (Kiko), Edgar Vivar (Señor Barriga), Rubén Aguirre (Profesor Jirafales) y Horacio Gómez (Godinez). Se dice que Angelines Fernández (La bruja del 71) lloró por dos horas junto al ataúd de su compañero. En esa oportunidad le dijo, “Adiós mi Rorro (como le decía en la serie)”.

Ni Roberto Gómez Bolaños ni Florinda Meza llegaron hasta el funeral. El creador del programa aseveró años más tarde que se arrepentía de no haber estado presente en esa ceremonia.

Por su parte, María Antonieta de las Nieves, quien fuera su hija Chilindrina en la ficción, se encontraba de gira por Colombia en ese momento, por lo que no pudo asistir al entierro.

Cabe señalar que, en la actualidad, Don Ramón es considerado como uno de los iconos máximos de la cultura popular latinoamericana. Él mismo dejó inmortalizadas frases como: “Con permisito, dijo Monchito”, “¡Si serás, si serás!”, “Yo le voy al Necaxa” y “No hay trabajo malo, lo malo es tener que trabajar”, entre muchas otras.

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