Los adultos mayores son en especial vulnerables físicamente a la pandemia COVID-19. Pero también son notablemente resistentes psicológicamente, recurriendo a toda una vida de experiencia y perspectiva que le ayudan en los momentos difíciles.
Las nuevas investigaciones llaman la atención sobre esta resiliencia poco conocida, así como sobre los importantes desafíos que enfrentan los adultos mayores a medida que la pandemia se extiende. Demuestra que muchos ancianos han cambiado sus comportamientos quedándose con la familia y los amigos, buscando pasatiempos, haciendo ejercicio, participando en comunidades de fe, mientras se esfuerzan por mantenerse a salvo del COVID-19.
«Hay algunos adultos mayores que se están desempeñando bastante bien durante la pandemia y en realidad han ampliado sus redes sociales y actividades», dijo Brian Carpenter, un profesor de ciencias psicológicas y del cerebro de la Universidad de Washington en St. Louis. «Pero no se oye hablar de ellos porque la narrativa de la pandemia refuerza los estereotipos de los adultos mayores como frágiles, discapacitados y dependientes».
Pero nos preguntamos: ¿y si esas estrategias de afrontamiento resultará efectiva mientras la pandemia persista?
«En otras circunstancias—huracanes, incendios, terremotos, atentados terroristas—los adultos mayores han demostrado tener mucha resistencia al trauma», dijo Sarah Lowe, profesora adjunta de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale, que estudia los efectos de los eventos traumáticos en la salud mental.
«Pero COVID-19 se distingue de otros desastres por su constelación de factores estresantes, su extensión geográfica y su duración prolongada», continuó. «Y los adultos mayores están ahora aislados de muchos de los recursos sociales y psicológicos que permiten la resiliencia debido a su mayor riesgo».
El riesgo más destacado es el de enfermedad grave y muerte: el 80 % de las muertes por COVID-19 se han producido en personas de 65 años o más.
A continuación, se presentan los notables hallazgos de una nueva ola de investigaciones que documentan las primeras experiencias de los adultos mayores durante la pandemia:
Cambios en en el comportamiento: los adultos mayores han escuchado a las autoridades de salud pública y han tomado medidas para minimizar el riesgo de infectarse con COVID-19, según un nuevo estudio en The Gerontologist.
Los resultados provienen de una encuesta a 1272 adultos de 64 años o más, realizada online entre el 4 y el 17 de mayo. Más del 80 % de los encuestados vivían en Nueva Jersey, un punto caliente al inicio de la pandemia. Los negros e hispanos, así como las personas mayores con ingresos más bajos y mala salud, estaban subrepresentados.
Estos ancianos informaron que pasaban menos tiempo cara a cara con sus familiares y amigos (95 %), limitaban sus viajes al supermercado (94 %), cancelaban sus planes para asistir a una celebración (88 %), decían no a los viajes fuera de la ciudad (88 %), no iban a los funerales (72 %), iban a lugares públicos con menos frecuencia (72 %) y cancelaban sus citas medicas (69 %).
Salvaguardar el bienestar: en otro estudio reciente publicado en The Gerontologist, Brenda Whitehead, profesora asociada de psicología de la Universidad de Michigan—Dearborn, aborda la forma en como los adultos mayores se han ajustado a rutinas alteradas y al distanciamiento físico.
Sus datos provienen de una encuesta online de 825 adultos a partir de los 60 años el 22 y 23 de marzo, otra muestra que apuntaba a los blancos y a las personas con mayores ingresos.
En lugar de preguntar sobre «cómo sobrellevarlo»—un término que puede tener connotaciones negativas— Whitehead preguntó sobre las fuentes de alegría y comodidades durante la pandemia. Las más comunes fueron conectarse con la familiares y los amigos (31.6 %), interactuar en plataformas digitales (video—chats, correos electrónicos, redes sociales, mensajes de textos—22 %), practicar pasatiempos (19 %), estar con mascotas (19 %), pasar tiempo con los cónyuges o parejas (15 %) y confiar en la fe (11.5 %).
«En términos de cómo estos hallazgos se relacionan con el lugar en el que estamos ahora, yo diría que estas fuentes de alegría y consuelo, estos recursos para hacer frente a la situación, son aún más importantes» ya que el estrés relacionado con la pandemia persiste, dijo Whitehead.
Mantener las conexiones significativas con los adultos mayores sigue siendo crucial, dijo. «No asuma que la gente está bien», aconsejó a las familias y amigos. «Verifíquenlo con ellos». «Pregúnteles cómo están».
Sobrellevar el estrés: ¿Cuáles son las fuentes más significativas de estrés que experimentan los adultos mayores? En la encuesta de Whitehead, los adultos mayores mencionaron con mayor frecuencia el hecho de lidiar con las restricciones impuestas y el confinamiento resultante (13 %), la preocupación por la salud y el bienestar de los demás (12 %), los sentimientos de soledad y aislamiento social (12 %), y la incertidumbre sobre el futuro de la pandemia y su impacto (9 %).
Hay que tener en cuenta que los adultos mayores expresaron estas actitudes al inicio de la pandemia. Las respuestas podrían diferir ahora. Y cuanto más tiempo dure el estrés, más probable es que afecte negativamente a la salud física y mental.
Manejo de la angustia: el estudio COVID-19 Coping Study, un esfuerzo de investigación de un equipo del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan, ofrece una mirada temprana al impacto psicológico de la pandemia.
Los resultados provienen de una encuesta en línea de 6938 adultos de 55 años o más en abril y mayo. Los investigadores están haciendo un seguimiento de 4211 encuestados mensualmente para rastrear los cambios en las respuestas de los adultos mayores a la pandemia en el transcurso de un año.
Entre los principales hallazgos publicados hasta la fecha: el 64 %de los adultos mayores dijo que estaba muy o moderadamente preocupado por la pandemia. El 32 % informó sobre síntomas de depresión, mientras que el 29 % informó sobre ansiedad grave.
Notablemente, estos tipos de angustia fueron casi dos veces más comunes entre los 55 y 64 años de edad que entre los 75 y más. Esto concuerda con las investigaciones que muestran que las personas son más capaces de regular sus emociones y manejar el estrés a medida que avanzan en la vida.
El estudio halló que, en el lado positivo, los adultos mayores responden haciendo ejercicio, saliendo al aire libre, alterando las rutinas, practicando el autocuidado y ajustando las actitudes a través de la meditación y la atención plena, entre otras prácticas.
«Es importante enfocarse en las cosas que podemos controlar y reconocer que aún tenemos la capacidad de cambiar las cosas», señaló Lindsay Kobayashi, coautora del estudio y profesora asistente de epidemiología de la Facultad de salud pública de la Universidad de Michigan.
Hacer frente a la soledad: la creciente carga del aislamiento social y la soledad en la población de edad avanzada se hace dramáticamente evidente en los nuevos resultados de la Encuesta Nacional sobre el Envejecimiento Saludable de la Universidad de Michigan, con 2074 encuestados de 50 a 80 años de edad. Encontró que, en junio, el doble de adultos mayores (56 %) se sentían aislados de otras personas que en octubre de 2018 (27 %).
Aunque la mayoría informó que utilizaba redes sociales (70 %) y videochats (57 %) para mantenerse en contacto con familiares y amigos durante la pandemia, indicaron que esto no aliviaba los sentimientos de aislamiento.
«Lo que deduzco de esto es que es importante encontrar formas para que los adultos mayores interactúen cara a cara con otras personas de manera segura», dijo la Dra. Preeti Malani, directora de salud de la Universidad de Michigan. «En marzo, abril y mayo, el tiempo de la familia Zoom fue genial. Pero no se puede vivir en ese universo virtual para siempre».
«Muchas familias bien intencionadas se mantienen alejadas de sus padres porque no quieren exponerlos al riesgo», continuó Malani. «Pero estamos en un punto en el que los riesgos pueden ser reducido, con una planificación cuidadosa. Las mascarillas ayudan mucho. El distanciamiento social es esencial. Hacerse la prueba puede ser útil».
Malani practica lo que predica: Cada fin de semana, ella y su esposo llevan a sus hijos a ver a sus suegros o padres ancianos. Ambas parejas viven a menos de una hora de distancia.
«Lo hacemos con cuidado al aire libre, físicamente distantes, sin abrazos», dijo Malani. «Pero me esfuerzo por visitarlos porque los daños del aislamiento son demasiado altos».
Judith Graham es una columnista colaboradora de Kaiser Health News, que originalmente publicó este artículo. La cobertura de KHN de estos temas es apoyada por la Fundación John A. Hartford, la Fundación Gordon y Betty Moore y la Fundación SCAN.
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