Las Madres de Tiananmen, una organización compuesta por familiares de víctimas de la masacre que aconteció en Beijing el 4 de junio de 1989, reclamaron este lunes, en vísperas del trigésimo primer aniversario, que «se diga la verdad» y que la gente «se niegue a olvidar» lo sucedido.
«El Gobierno carga con una responsabilidad ineludible por el daño infligido a todos los ciudadanos a través de la sangrienta tragedia de ese año. Legalmente -reza el comunicado emitido hoy-, debéis rendir cuentas al pueblo. Y moralmente, le debéis una disculpa».
Según el texto, las firmantes (184 familiares de víctimas) han «pedido continuamente durante los últimos 31 años una resolución legal de un problema político a través de un diálogo justo y equitativo con el Gobierno de forma acorde a la ley. El Gobierno siempre ha permanecido en silencio respecto a la masacre del Cuatro de Junio, sin mostrar remordimientos».
«Con el paso del tiempo, 60 de los miembros del grupo han fallecido. El tiempo puede borrar nuestras vidas, pero la determinación del grupo en la búsqueda de la justicia no variará. Seguiremos adhiriéndonos a nuestras tres reclamaciones: verdad, compensación y rendición de cuentas», agrega el documento.
Después de mes y medio de manifestaciones masivas iniciadas por universitarios de Beijing que pedían reforma política que posibilitara un aumento de las libertades del pueblo, así como el fin de la corrupción propiciada por la reforma y la apertura económica desde 1979, el liderato chino decidió zanjar las protestas con el despliegue del Ejército.
«De camino a Tiananmen -explican las Madres-, las tropas abrieron fuego de manera aleatoria, ignorando a las multitudes en las calles. Incluso dispararon a los estudiantes en Liubukou, que se habían retirado de la Plaza de Tiananmen. Las tropas primero dispararon gas venenoso para dejar a la gente inconsciente y después avanzaron para aplastar a las multitudes, en escenas sangrientas de brutalidad e inhumanidad sin parangón».
Las fuentes oficiales suelen referirse a esta matanza -que tuvo réplicas menores en varias ciudades chinas más- como «los acontecimientos de 1989», el relato oficial lo dota de una fuerte carga de injerencia extranjera, y las referencias al funesto episodio histórico son puntualmente censuradas por las autoridades.
Las víctimas, por su parte, viven sometidas al acoso y la vigilancia especial por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.
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