Las muertes por demencia aumentaron durante el verano con COVID

La causa exacta del aumento de la mortalidad no está clara, pero el aislamiento es un factor que lo empeoró, dice un geriatra

Por LAURIE ARCHBALD PANNONE
28 de octubre de 2020 8:40 PM Actualizado: 28 de octubre de 2020 8:40 PM

Las muertes por demencia durante el verano de 2020 fueron casi un 20 % más altas que el número de muertes relacionadas con la demencia durante ese tiempo en años anteriores, los expertos aún no saben por qué.

Se estima que 61,000 personas murieron por demencia, lo que representa 11,000 más de lo habitual.

«Algo anda mal, algo está sucediendo, y es necesario resolverlo», dijo Robert Anderson, jefe de estadísticas de mortalidad de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., en una entrevista reciente con Politico. «Esto es muy inusual».

Como geriatra, encuentro esta estadística triste, pero no impactante. Me ocupo de los pacientes con demencia en mi práctica clínica. Veo de primera mano cómo el aislamiento causado por la pandemia ha cambiado sus vidas, ya sea que estén solos en casa, viviendo con un cuidador o en un centro de atención a largo plazo.

Descifrar las estadísticas es un desafío. En ellas se ocultan muchos factores que han contribuido a las muertes por demencia durante la pandemia. A continuación cuatro de ellos:

1. Aislamiento social

El distanciamiento social —o permanecer al menos a seis pies de distancia, usando una mascarilla y evitando las multitudes—es una forma comprobada de disminuir el riesgo de COVID-19, especialmente de las personas con la infección, pero sin síntomas. Pero el distanciamiento social es diferente del aislamiento social, que lleva a una sensación de desconexión con la comunidad. El aislamiento social, que esencialmente es poco o ningún contacto con los demás, es lo último que necesitan los ancianos con demencia. Pero es lo que muchos han recibido, ya que los cuidadores se ven obligados a limitar las visitas durante la pandemia.

El aislamiento social es un riesgo para los que tienen problemas de salud, especialmente a medida que las personas envejecen. En los Estados Unidos, el 28 % de las personas mayores de 65 años (13,8 millones) viven solas. Las personas socialmente aisladas tienen mayores índices, no solo de demencia, sino también de enfermedades cardíacas, hipertensión, depresión, deterioro cognitivo y muerte.

2. Agotamiento del cuidador

En el mejor de los casos, cuidar de un familiar con demencia es difícil. Presenciar el deterioro de un ser querido es difícil. Tener que ayudarles con cosas básicas y personales lo hace aún más difícil. El compromiso, las 24 horas del día, ofrece poco tiempo para los descansos. A menudo, el cuidador, que no es reconocido y pasado por alto, sufre.

Durante la COVID-19, los cuidadores también han estado aislados. La ayuda que recibían del exterior probablemente ya no existe. El agotamiento se vuelve más probable. Para que los pacientes con demencia reciban el mejor cuidado, sus cuidadores también necesitan atención y apoyo.

3. Menos acceso a la atención médica

A lo largo de Estados Unidos, los hospitales y las clínicas han visto entrar a menos personas. Muchas de las visitas a los consultorios pérdidas eran para cuidado preventivo y el tratamiento de condiciones crónicas. Para los pacientes con demencia, el acceso a la atención puede ser incluso más problemático. La telemedicina, que a menudo es una opción para otros pacientes, puede no ser manejable para los que padecen demencia. Es necesario que los médicos y el personal se pongan en contacto con ellos. En muchas comunidades existen organizaciones y grupos de voluntarios que ayudan a las personas mayores que necesitan acceso a la tecnología.

4. Quedarse en casa

Debido a la COVID-19, algunos de mis pacientes eligen quedarse en casa. Han decidido que un problema médico no merece el riesgo de salir de casa. También tengo pacientes que viven en geriatricos que eligen usar el cuidado disponible allí en vez de ir al hospital.

Este es un buen ejemplo de lo que nosotros los médicos llamamos atención concordante con los objetivos: cuando los médicos entienden los objetivos de salud de un paciente y luego les proporcionan lo mejor que pueden dentro del ámbito de esos objetivos.

Algunos consejos

La demencia es una condición médica compleja sin cura. Pero eso, no significa que no se pueda hacer nada para mejorar la vida de un paciente, incluso durante la COVID-19. Con cada desafío, hay maneras de proporcionar ayuda y apoyo, no solo a los que tienen demencia, sino también a los que los cuidan.

Si conoce a alguien con demencia, ya sea que viva en su casa o en un centro, préstele atención. Dado que las visitas en persona no son la opción más segura, puede llamar para ver cómo están o si puede ayudar. No es necesario contar con la última tecnología para conectarse; muchas personas con demencia pueden tener dificultades para conectarse a Internet. Los telefónos fijos y los celulares pueden ayudar, permitiendo que su amigo anciano escuche una voz humana. También le hace bien a usted: Construir relaciones con personas de nuestra edad, nos da una visión y perspectivas que tal vez nunca habíamos considerado.

Consulte al cuidador: llame para charlar y, lo más importante, escuche. No necesitas tener las respuestas; solo sea comprensivo. Si usted es un cuidador, comuníquese con agencias locales, muchas tienen grupos de apoyo virtuales de fácil acceso.

Hable con sus seres queridos sobre lo que le gustaría si padece demencia y no puediera hablar eficazmente por sí mismo. Su médico de atención primaria puede ayudarle a pensar en este tipo de situaciones. Tales conversaciones son incómodas, pero necesarias.

Laurie Archbald Pannone es profesora adjunta de medicina y geriatría en la Universidad de Virginia. Este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.


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