Para la mayoría de los padres, decir que la pandemia de COVID-19 ha sido estresante sería quedarse corto. La combinación de la presión financiera, la pérdida del cuidado de los niños y las preocupaciones de salud ha sido extremadamente difícil para las familias.
Se espera que los problemas de salud mental aumenten dramáticamente como efecto secundario de COVID-19 y de las medidas que se han puesto para contenerla.
Las posibles consecuencias a largo plazo para los niños de aumento del estrés, ansiedad y depresión de los padres solo se están empezando a comprender. Sin embargo, investigaciones anteriores nos dicen que los niños expuestos a estos problemas son más propensos a experimentar problemas de salud mental después, además de desarrollar un mayor riesgo de problemas de aprendizaje y comportamiento y un desenvolvimiento económico reducida a lo largo de sus vidas.
Necesitamos desarrollar un enfoque que ayude a los padres ahora y proteja el futuro de los niños.
El aumento de la ansiedad y la depresión de los padres
En nuestros estudios actuales, reportamos que las madres embarazadas y las que tienen niños pequeños están experimentando un aumento de tres a cinco veces en los síntomas de ansiedad y depresión que ellas mismas reportan. Un historial de enfermedad mental, conflictos domésticos actuales y estrés financiero se asociaron con una peor salud mental en múltiples grupos de edad de los niños. Estas cifras son especialmente preocupantes porque los niños pequeños son muy vulnerables a las enfermedades mentales maternas debido a que dependen casi totalmente de los cuidadores para satisfacer sus necesidades básicas de salud y seguridad.
Las altas tasas de enfermedad mental de los padres, combinadas con el hecho de que los niños pasen más tiempo en casa debido a COVID-19, presentan múltiples riesgos, entre ellos alteraciones en la función del sistema de estrés de los niños, mayores tasas de problemas de salud física y deficiencias cognitivas.
El estrés de los padres asociado con la enfermedad mental puede llevar a interacciones negativas, incluyendo una disciplina severa y una menor respuesta a las necesidades de los niños. Para los padres, la depresión contribuye a problemas de salud y a una baja calidad de vida. El suicidio es una de las principales causas de muerte de las mujeres en edad de procrear que prevemos que aumente en caso que no sed aborden las altas tasas de problemas de salud mental.
El sistema de salud mental necesita mejoras urgentes
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros dirigentes del bienestar infantil destacan la importancia de dar prioridad a los servicios de salud mental para los padres, de modo que éstos puedan aumentar su capacidad para satisfacer las necesidades de salud y desarrollo de los niños.
Abordar la enfermedad mental de los padres no solo mitiga los efectos perjudiciales para la salud de los niños, sino que también fortalece su capacidad para manejar otros factores de estrés, como las transiciones escolares y otros acontecimientos impredecibles.
Existen tratamientos eficaces para tratar la enfermedad mental de los padres; sin embargo, las barreras para acceder a la atención estándar han aumentado aún más durante COVID-19. Las barreras existentes, como el alto costo de la psicoterapia y las demandas de atención infantil, se han exacerbado debido al distanciamiento social, el cierre de los servicios, guarderías y escuelas.
El cambio de las opciones de tratamiento a formatos en Internet con base en pruebas también ha sido lento y requiere inversiones sustanciales para la prestación de servicios a gran escala y el perfeccionamiento de los programas en respuesta a las necesidades actuales. Otro problema es que la mayoría de los modelos de telesalud existentes no abordan simultáneamente la enfermedad mental de los padres y los riesgos de la crianza de los hijos, aunque existen pruebas sustanciales de la importancia de abordar ambos.
Pequeños pasos que pueden ayudar
Aunque muchas causas de la mala salud mental de los padres están fuera de nuestro control, hay pequeños pasos que puede intentar en este momento:
Reiterar que sus emociones tienen sentido. Este es un momento de dificultad sin precedentes que viene con estrés, tristeza y ansiedad. No están solos en estos sentimientos y se preguntan sobre lo que viene después. Muchos otros padres se sienten igualmente angustiados e intentan resolver el problema de cómo cuidarse a sí mismos y a sus familias.
Hable sobre sus sentimientos. Comparta sus emociones con parejas, amigos, familiares y proveedores de servicios que lo apoyen puede ser útil. El intercambio de ideas y la resolución de problemas con otras personas puede aliviar el estrés y mejorar su estado de ánimo. El simple hecho de compartir puede ayudarle a superar la situación que está trabajando duro y que aún así le cuesta trabajo sentirse bien.
Practique la autocompasión. Muy a menudo somos amables con los demás y crueles o despreciamos nuestra propia angustia. Es importante priorizar el bienestar propio y el cuidado de uno mismo. Si está experimentando estrés, ansiedad o depresión, hable y trátese como si fuera un amigo. Muchas personas no están acostumbradas a tratarse con compasión, pero hay recursos disponibles para ayudarle a cultivar la autocompasión.
Busque ayuda profesional. Si tiene pensamientos persistentes sobre hacerse daño a sí mismo, desesperanza o un aumento en el consumo de alcohol o sustancias que sea difícil de manejar, pida apoyo rápidamente. Si su bajo estado de ánimo o la ansiedad afecta su desempeño en el hogar, con amigos o en el trabajo durante dos semanas o más, busque ayuda adicional para superar los desafíos, eso podría ser importante para llegar al lugar donde le gustaría estar.
Se requieren medidas urgentes sobre los principales factores de riesgo
Es necesario adoptar medidas inmediatas para abordar los principales factores de riesgo a nivel familiar, comunitario y normativo.
Ahora es el momento de elaborar una estrategia nacional de salud mental perinatal y familiar. Se espera que las inversiones en intervención temprana produzcan grandes beneficios económicos y de salud al evitar que las consecuencias a largo plazo de las enfermedades mentales de los padres se integren en el desarrollo biológico y conductual de los niños.
Invertir en la salud mental familiar y en el apoyo a los padres ahora y en múltiples frentes, antes que los problemas se arraiguen, producirá enormes beneficios. Es algo que el gobierno debe priorizar como parte de la respuesta a la pandemia COVID-19.
Leslie E. Roos es profesora adjunta en el departamento de psicología de la Universidad de Manitoba en Canadá, y Lianne Tomfohr-Madsen es profesora adjunta en el departamento de psicología de la Universidad de Calgary, Canadá. Este artículo fue publicado por primera vez por The Conversation.
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