Un entrenador de fútbol escolar que fue despedido por rezar en público al final de cada uno de los partidos de su equipo se embarcó en una batalla legal de años para luchar por sus derechos religiosos.
Joe Kennedy, exentrenador de una escuela secundaria de Bremerton, en el estado de Washington, decidió luchar en los tribunales contra la decisión de la escuela de ser suspendido por rezar en público después de cada partido. El entrenador quiere dar ejemplo a sus alumnos para que se levanten y luchen por lo que es correcto hasta el final.
«Mientras yo respire, voy a seguir luchando. Eso es lo que yo espero de ellos», dijo Kennedy en el programa Crossroads de EpochTV.
Kennedy se convirtió en entrenador tras retirarse de los Marines de Estados Unidos después de 20 años de servicio. Ser marine significaba para Kennedy formar parte de algo más grande que él mismo. «Yo era básicamente el guardián de la Constitución para asegurarme de que todo el mundo en Estados Unidos (…) está protegido por igual en todos los ámbitos”.
«Como marines no nos gusta perder una pelea, seguimos luchando hasta el final».
La última apelación de Kennedy será atendida por la Corte Suprema.
La determinación de Kennedy de luchar por su caso se debe también a su profunda fe. «Yo nunca le he dado la espalda a Dios y nunca lo haré», dijo el entrenador.
Rezar después de cada partido
Después de que Kennedy se retiró de los Marines en 2006 encontró un trabajo como entrenador de fútbol en un instituto. En ese momento Kennedy era un nuevo cristiano y aún no sabía cómo practicar su fe, pero era muy devoto de ella. «Yo iba a donde Dios me llamara», dijo el entrenador.
No había entrenado antes y quería tomarse en serio sus nuevas responsabilidades, así que primero intentó aprender más de su mujer y sus dos hijos, que iban al mismo instituto donde estaba trabajando.
Kennedy también estuvo viendo películas para tratar de averiguar cómo se puede ser un mejor entrenador y se encontró con la película «Facing the Giants».
«Facing the Giants» cuenta la historia de un entrenador de un instituto cristiano que utilizaba su fe firme para luchar contra «los gigantes, del miedo y el fracaso», según un resumen de IMBd. En la película, el entrenador utiliza la fe para desafiar a su equipo de fútbol, que va perdiendo, a conseguir lo imposible y el equipo empieza a ganar.
La película lo inspiró mucho. «Dios (…) me hizo caer de rodillas», dijo Kennedy describiendo sus sentimientos después de ver la cinta. «Sollozaba a mares y decía: ‘Dios, lo entiendo todo. Lo entiendo. Te oigo llamarme para hacer este trabajo'», añadió.
Después de cada partido —independientemente de si su equipo ganaba o perdía— Kennedy iba a la línea de 50 yardas, el punto medio del campo de fútbol, se arrodillaba y rezaba en silencio. «Me arrodillo y doy gracias a Dios por la oportunidad de estar ahí y por lo que esos jóvenes acaban de hacer y eso duró años antes de que nadie dijera una palabra».
La oración le llevaba entre 22 y 27 segundos como máximo, indicó el entrenador.
A los seis meses de trabajo, algunos estudiantes le preguntaron qué estaba haciendo mientras se arrodillaba. Al enterarse de que estaba agradeciendo a Dios el esfuerzo del equipo, le pidieron permiso para rezar con él. «Esto es América, ustedes hacen lo que quieren», les respondió y algunos se pusieron a rezar junto al entrenador.
Más tarde, el capitán del equipo de Kennedy pidió permiso para invitar a otros equipos a rezar con ellos. El entrenador estuvo de acuerdo y en 2015, el último año de su mandato, todos los equipos contrarios se unieron a ellos en la línea de 50 yardas en la oración después del partido, dijo Kennedy.
Uno de los estudiantes no quería rezar y en cambio quería ocuparse de otros miembros del equipo y del equipamiento, añadió Kennedy, añadiendo que accedió. Más tarde promovió a este chico para que fuera el capitán del equipo.
Una elección difícil
Los problemas comenzaron después de que un educador de otro distrito escolar asistiera a un partido de fútbol en el que jugaba el equipo de Kennedy y felicitara al director de la escuela por que ambos equipos se reunieran después del partido, continuó Kennedy la historia. «Eso fue lo que inició toda la investigación».
El entrenador dijo que en ese momento «tuvo un diálogo abierto» con el superintendente y pensó que todo podría solucionarse, sin embargo, más tarde el distrito escolar le dijo a Kennedy que eligiera entre su fe y su trabajo.
«Es muy duro tener que elegir entre las dos cosas, la pasión y la cosa —que amas absolutamente en la vida— de estar ahí fuera con esos chicos».
Kennedy dijo que cumplir con los requisitos del distrito escolar habría significado «dar la espalda a Dios».
La escuela «siguió cambiando las reglas de juego [de Kennedy] aún más durante el resto de la temporada», dijo el abogado Jeremy Dys del First Liberty Institute, una organización legal de libertad religiosa que lo representa.
En primer lugar, la escuela pidió al entrenador que dejara de rezar con los jugadores y él lo hizo, dijo Dys en el programa Crossroads de EpochTV. «El único pacto que había hecho con Dios era que se arrodillaría para rezar en silencio él solo».
En un partido, cuando Kennedy estaba rezando solo, la escuela lo suspendió y luego puso una nota en su expediente: «no volver a contratar», añadió Dys. «Así que fue despedido del puesto de entrenador solo porque se arrodilló en oración silenciosa después del partido», un acto calificado por la escuela como «actividad religiosa demostrativa», explicó el abogado.
«La Primera Enmienda dice claramente que el Congreso no puede promulgar ninguna ley sobre el libre ejercicio de la religión y también protege la expresión», dijo Dys, explicando que el distrito escolar, sin embargo, indicó que «se puede realizar este discurso pero no aquel». Poner una barrera de censura sobre el hecho de que Kennedy se dedique a una actividad religiosa no está permitido por la Constitución, añadió Dys.
La Ley de Derechos Civiles de 1964 exige que el distrito escolar se adapte a las creencias religiosas de Kennedy, indicó Dys, pero la adaptación que la escuela ofreció requeriría que Kennedy dejara el campo de fútbol y fuera a rezar a un edificio escolar situado detrás de dos campos.
«Eso no es una adaptación que sea razonable dadas las circunstancias ni se debe exigir a nadie que se desvíe de su camino para poder seguir los dictados de su religión», dijo Dys.
«La ley y la Constitución protegen los derechos de los ciudadanos estadounidenses a poder hablar de su fe e incluso a ser personas de fe mientras están en el trabajo y cuando esto se niega a personas como el entrenador Kennedy, nosotros perdemos una parte muy importante de nuestra libertad», añadió el abogado.
Kennedy dijo que los jugadores de su equipo querían que siguiera entrenando y le preguntaron por qué no cedía a las exigencias de la escuela. El entrenador admitió que también pasó por una lucha interna sobre si debía ceder a la presión.
Él no quería perder su equipo de fútbol, algo a lo que había dedicado su vida. Sus dos hijos estaban en el instituto y uno en la escuela secundaria en ese momento y su mujer también trabajaba para el distrito escolar. «Esta fue una lucha que me golpeó desde todos los ángulos».
Él no quería mostrar a su equipo que abandonaba la lucha cuando las cosas se volvían incómodas, así que decidió luchar hasta el final, explicó Kennedy. Quería guiar a su equipo de fútbol con el ejemplo. «No puedo pensar en un ejemplo más fuerte para que estos jóvenes sean capaces de levantarse y luchar por lo que es correcto».
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