«Así como un solo paso no hará un camino en la tierra, un solo pensamiento no hará un camino en la mente. Para hacer un camino físico profundo, caminamos una y otra vez. Para hacer un camino mental profundo, debemos pensar una y otra vez el tipo de pensamientos que queremos que dominen nuestras vidas» -Henry David Thoreau
Seamos sinceros, la vida no es fácil.
Aunque nos gustaría pensar que podemos «hacerlo todo» y «tenerlo todo», especialmente nosotras, las mujeres, el hecho es que empieza a pasarnos factura, tanto mental como físicamente.
Las presiones para conciliar el trabajo y la vida familiar, junto con todo lo que ocurre en el mundo actual, pueden ser un verdadero desafío. Algunos pueden encontrarse en la situación de tener que cuidar de los niños y al mismo tiempo de sus padres ancianos. Puede ser suficiente para que una persona se sienta abrumada y agotada.
Pero quizá la clave para mantenerlo todo unido sea más factible de lo que pensamos, y quizá esa clave esté más dentro de nosotros que fuera de nosotros.
Si podemos centrarnos en lo que está bajo nuestro control, es decir, en lo que está dentro de nosotros, puede que descubramos que nuestro estado mental mejora, nuestro nivel de estrés disminuye y, como resultado, incluso nuestra salud puede mejorar.
Veamos algunas cosas sencillas que podemos hacer para mejorar nuestro bienestar mental, de modo que estemos mejor equipados para manejar lo que la vida nos depara.
Reformule su situación
¿Se preguntó alguna vez por qué usted y un amigo pueden vivir exactamente el mismo acontecimiento en el mismo momento y salir con dos recuerdos diferentes de lo ocurrido?
Una de las razones por las que existe este fenómeno es que cada uno de nosotros tiene su propio conjunto de creencias, ideas, nociones y experiencias pasadas que colorean la forma en que vemos el mundo que nos rodea. En cierto sentido, nos fijamos en lo que esperamos o queremos ver. El marco con el que miramos puede significar la diferencia entre ver el vaso medio vacío o medio lleno.
Reencuadrar es el proceso de cambiar nuestra visión de una situación, de mirar las cosas de una manera que rompa con nuestras nociones y creencias preformadas, especialmente las negativas.
Esta técnica nos permite buscar las oportunidades en los retos, las posibilidades en los problemas. No se trata de negar nuestras dificultades, sino de darnos cuenta de que en cualquier cosa hay elementos tanto positivos como negativos. Lo que cuenta es aquello en lo que decidimos centrarnos.
Si podemos reformular la forma en que miramos las cosas difíciles que suceden y buscar lo positivo en ellas, podemos empezar a reeducar nuestro cerebro. Si nos enseñamos a ser «intencionadamente optimistas», podemos pasar de una mentalidad de «vaso medio vacío» a otra de «vaso medio lleno». Y cuanto más lo practiquemos, más fácil será.
Una mentalidad positiva, según un estudio de 2019 en la revista científica PNAS, viene con algunos beneficios significativos. Por un lado, las personas con una perspectiva optimista viven un promedio de 11 a 15 por ciento más que sus contrapartes negativas. Las personas optimistas también disfrutan de una mejor calidad de vida, tienen más energía, se recuperan más rápido de las lesiones y las enfermedades, tienen tasas más bajas de depresión y ansiedad, y tienen mejores habilidades de afrontamiento para lidiar con los desafíos inevitables de la vida.
Me recuerda a la película «El día de la marmota», en la que Phil, el protagonista, es un hombre con el «vaso medio vacío». Pero a través de la prueba, y muchos errores, Phil tiene el peor día de su vida y, en última instancia, el mejor día de su vida, todo bajo el mismo conjunto de circunstancias. Nada externo cambia; lo único que cambia es Phil y la forma en que decide responder a su situación.
Cuando comprendemos que lo único que podemos controlar es a nosotros mismos, podemos aprender a construir una base de paz y calma inquebrantable. El mundo exterior pierde su poder sobre nosotros.
Entonces, ¿cómo podemos empezar a practicar el reencuadre en nuestra vida diaria? Para empezar, podemos hacernos algunas preguntas sencillas:
- ¿Cómo puedo ver la situación de otra manera?
- ¿Qué creo sobre la situación y qué estoy asumiendo?
- ¿Cómo puedo empatizar con las otras partes implicadas y ver las cosas desde su perspectiva?
- ¿Qué puedo aprender de la situación y cómo puedo mejorar para hacerlo mejor la próxima vez?
Preguntar el cómo lleva a tomar más medidas, mientras que preguntar el por qué ayuda a la introspección y la comprensión.
Supongamos que no le dieron un ascenso y que, en su lugar, se lo dieron a su compañero de trabajo. Puede que se sienta enfadado por haber sido tratado injustamente, resentido y, si es sincero con usted mismo, puede que incluso un poco celoso. Pero en lugar de centrarse en lo que perdió, ¿por qué no replantearlo? Tal vez el ascenso le habría quitado más tiempo a su familia, o tal vez le habría creado más estrés y presión en el trabajo. Tal vez sea para enseñarnos a tener paciencia o a pensar en los demás antes que en nosotros mismos, o para revelar uno de nuestros defectos que quizá hayamos ignorado o pasado por alto
De este modo, podemos dejar de lado nuestros sentimientos heridos e incluso sentirnos felices por nuestros compañeros de trabajo.
Otro consejo es replantear las dificultades como un reto y no como un problema. El término «problema» tiene una sensación de pesadez y negatividad, mientras que el término «reto» se siente como una llamada a la acción, algo que nos da energía y nos motiva para darlo todo y superarlo.
Y recuerde que nada, ya sea que lo veamos como bueno o malo, dura para siempre. El cambio es una de las pocas certezas que tenemos en la vida, ya que nada permanece igual. Si tenemos esto en cuenta, cuando aparezca la inevitable tormenta en la vida, será más fácil verla como un contratiempo temporal y no como algo más importante.
También debemos recordar que las dificultades son las que nos hacen profundizar y aprender de qué estamos hechos. Las dificultades nos ayudan a hacer un balance de lo que somos. Así es como descubrimos algunas de las mayores lecciones de la vida y cómo experimentamos algunos de nuestros crecimientos personales más significativos.
Aunque el replanteamiento requiere esfuerzo, conciencia y práctica, la recompensa es tremenda. Al convertir los limones en limonada, podemos ver el valor de nuestras dificultades y quedarnos con una sensación de esperanza y gratitud.
Cuide sus pensamientos
Solía pensar que mis pensamientos brotaban de mi núcleo y que formaban parte de la esencia de lo que yo era como persona. Pero cuando empecé a examinar mis pensamientos más de cerca, me sorprendió descubrir que no siempre era así.
Según algunos investigadores, una persona media tiene unos 70,000 pensamientos al día. Son muchos pensamientos para examinar. Pero cuando empecé a centrarme en ellos, descubrí que muchos de mis pensamientos no se ajustaban a cómo me veo a mí misma, ni a quién quiero ser. Me sorprendió, e incluso me consternó un poco, la cantidad de pensamientos que no eran lo que yo quería que fueran.
En cambio, muchos de mis pensamientos tenían raíces negativas, como el miedo, la ira, los celos, el resentimiento, la pereza, la competitividad y el desprecio de otras personas por sus defectos, por nombrar sólo algunos. Cuando miré más de cerca, vi que muchos de estos pensamientos provenían de la emoción, en lugar de un pensamiento racional y amable.
Según los psicólogos, si no somos conscientes, también podemos catastrofizar (hacer que las cosas parezcan peores de lo que son, algo común en las personas con ansiedad), polarizar (ver algo como bueno o malo, sin ningún término medio) y filtrar (centrarse sólo en la parte negativa de una situación e ignorar la positiva).
Como dijo Thoreau, «debemos pensar una y otra vez en el tipo de pensamientos que queremos que dominen nuestras vidas».
Esto requiere que seamos muy conscientes de lo que pensamos, que eliminemos los pensamientos que no queremos y que los sustituyamos por lo que se alinea con lo que queremos ser.
A veces estos pensamientos pueden parecer difíciles de controlar, y la presión mental para estar de acuerdo con los pensamientos negativos puede ser fuerte. Pero, como todo, cuanto más practiquemos, más natural será y más éxito tendremos.
Así que la próxima vez que te enfades cuando alguien te corte el paso en el tráfico o te preocupes por esa gran tarea en el trabajo, pregúntate si estos pensamientos se alinean con lo que quieres ser. ¿Te están sirviendo bien, o están interfiriendo con las partes buenas de tu ser?
Las cosas en las que nos centramos son las cosas a las que damos energía, y estas cosas se convierten en nuestra realidad.
Con una atención y conciencia persistentes, podemos elevar nuestros pensamientos y mejorar nuestro estado de salud mental.
Conecte con usted mismo
Al igual que es importante prestar atención a lo que pensamos, es igualmente importante conocernos a nosotros mismos y saber cuáles son nuestros valores fundamentales.
Si no sabemos quiénes somos y lo que representamos o el tipo de persona que queremos ser, somos como una hoja que sopla en el viento, sin dirección y sin sentido de propósito. Cuando no tenemos raíces morales que nos arraiguen, es fácil que nos dejemos llevar por cualquier cosa que se nos presente. Y sin saber cuáles son nuestros valores, carecemos de una referencia para evaluar nuestros pensamientos. Esto acaba creando una sensación de ansiedad e incertidumbre en nuestras vidas.
Buscar un sentido y un propósito también es importante para nuestra salud mental. Los seres humanos necesitan sentir que hay una razón para su existencia y que están haciendo una contribución significativa al mundo que les rodea. Es importante preguntarse por qué estamos aquí, cómo podemos mejorar lo que nos rodea y cómo podemos ayudar a los demás.
Si bien estas preguntas requieren una reflexión más profunda, también tiene valor tomarse unos minutos para una rápida autoevaluación. Crear un ritual matutino con tiempo para un poco de silencio y soledad puede alimentar nuestra alma y ayudarnos a empezar el día con buen pie. Con el mundo lleno de tanto ruido y tantas distracciones, puede ser un reto escuchar lo que pasa en nuestro interior. Un breve chequeo matutino crea un pequeño espacio para esta importante conexión con uno mismo.
Hacer algo sencillo, como preguntarnos cómo nos sentimos y por qué, establecer una intención para el día o repetir afirmaciones positivas, puede ayudar a aumentar nuestro bienestar mental.
Y a lo largo del día, podemos comprobar regularmente cómo nos sentimos, tanto mental como físicamente, y si hay algo que debamos mejorar.
Despacio
La vida va muy deprisa. Tomarse un poco de tiempo para hacer una pausa cada día puede despejar nuestra mente y ayudarnos a sentirnos revitalizados.
No tiene por qué ser algo monumental: las cosas sencillas pueden marcar una gran diferencia. Por ejemplo, tomar aire fresco y sol dando un paseo por la naturaleza, o incluso alrededor de la manzana, puede ser un gran elevador del estado de ánimo. Pasar algún tiempo meditando o rezando, o sentarse a escribir nuestros pensamientos, también puede aportar una sensación de calma y paz.
Una rutina tranquilizadora a la hora de acostarse, junto con una buena noche de sueño, nos ayudará a sentirnos despejados y refrescados, mientras que beber mucha agua y comer frutas y verduras frescas nutre y da energía a nuestros cuerpos y mentes.
Despejar lo que nos rodea también ayuda. Si trabaja en una oficina desordenada, esa desorganización física puede llevar a una sensación de desorganización mental y provocar una sensación de desasosiego. Tómese un poco de tiempo para deshacerse de lo innecesario y organizar lo que sí lo es.
Encontrar una salida creativa es otra gran manera de despejar la mente y puede actuar como un tipo de meditación activa. Aficiones como la fotografía, la escultura, la jardinería, tocar un instrumento o tejer son excelentes para crear un estado de ánimo sereno.
Y no olvide respirar profundamente y sonreír. Cuando estamos alegres y felices, sonreímos de forma natural. Pero lo contrario también es cierto: cuando sonreímos, nos ayuda a aligerar nuestra mente y eleva nuestro estado de ánimo.
Por último, dedique tiempo a la conexión humana y practique la amabilidad y el pensar primero en los demás. Los estudios demuestran que quienes tienen relaciones personales sólidas, así como quienes son amables y generosos, no solo están mental y físicamente más sanos, sino que incluso viven más tiempo.
Haciendo algunas cosas pequeñas y sencillas cada día, podemos llegar a conocernos mejor, ver las oportunidades en nuestras dificultades y crear nuevos hábitos para nosotros mismos que nos aporten una sensación de calma mental y fortaleza.
Recuerde, como dijo una vez el sabio taoísta Lao Tzu: «Si corrige su mente, el resto de su vida se acomodará».
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