En sus últimas acciones antes de morir en 1953, el dictador soviético Joseph Stalin hizo que varios médicos fueran arrestados por la policía estatal y los acusó de tentativa de homicidio a través de mala praxis médica intencional.
Estos médicos de Moscú, que eran mayormente judíos, no fueron detenidos por mucho tiempo dado que luego de la muerte de Stalin el nuevo liderazgo soviético desestimó el caso en contra de ellos. Lo que es más, dijeron que el caso, en realidad, había sido fabricado.
Los historiadores a menudo describen a Stalin como un hombre increíblemente paranoico, que traicionaba a sus propios amigos, familia y subordinados más cercanos para mantener su poder político.
Su médico personal, Vladimir Vinogradov, aparentemente no se salvó. A principios de 1952, luego de sugerir a Stalin que tomara las cosas más ligeramente para reducir el estrés, el dictador tuvo un ataque de ira y lo arrestó. Más tarde ese año, más médicos fueron arrestados en medio de rumores de teorías de conspiración publicadas en periódicos, las cuales afirmaban que había médicos conspirando para asesinar al liderazgo soviético. La agencia estatal de noticias TASS, que sigue en funcionamiento, publicó un informe diciendo que nueve miembros de “un grupo criminal de médicos asesinos” fueron aprehendidos.
Los reportes contenían elementos antisemitas, dado que seis de los nueve médicos eran judíos. Mientras tanto, Stalin estaba considerando enviar a todos los judíos a gulags (campos de trabajo forzado) en Siberia. Pravda, el periódico propagandístico de la Unión Soviética, nombró al Comité Judío Americano para la Distribución Conjunta, con sede en Nueva York, como uno de los orquestadores de un nefasto complot, sugiriendo que los judíos (en particular los judíos estadounidenses) estaban intentando derribar al partido comunista.
Algunos luego especularon que Stalin podría haber estado apuntando a los médicos como parte de su plan para una purga más amplia, posiblemente se tratara de arreglos para una limpieza étnica de judíos rusos. Una carta no enviada, que según consta, fue encontrada entre los papeles de Stalin, habría pedido a los judíos que denunciaran a los médicos nombrados en la conspiración y declararan su lealtad al partido comunista.
Pero luego Stalin supuestamente tuvo un derrame y murió bajo misteriosas condiciones en su dacha (cabaña de campo), mientras que según informes y estudios recientes el tirano fue envenenado. En 2003, el libro “El último crimen de Stalin” dijo que pudo haber sido envenenado con warfarina durante una cena con confidentes cercanos miembros de la Politburó.
Stalin fue encontrado paralizado por un derrame en su cabaña en Kuntsevo. Los guardias estaban preocupados por el inusual silencio, pero no se atrevieron a entrar en el hogar, dado que temían su reacción. Luego de alrededor de un día, una mucama o un guardia finalmente juntó coraje e ingresó para encontrarlo tumbado en el suelo. Un relato afirma que estaba conciente pero que no podía hablar o moverse. Los médicos luego intentaron asistirlo y miembros del Politburó fueron a la dacha todos los días. Murió el 5 de marzo.
Aparentemente Laventri P. Beria, entonces jefe de la policía secreta, se jactaba de haber asesinado a Stalin dos meses después de su muerte en mayo de 1953. En la autobiografía escrita en 1970 por el sucesor de Stalin, Nikita Khrushchev, se cita a Beria diciendo “¡Lo dejé muerto! Los salvé a todos” dirigiéndose a Vyacheslav M. Molotov .
Se estima que el comunismo ha matado al menos 100 millones de personas, no obstante sus crímenes no han sido recopilados y su ideología aún persiste. La Gran Época busca exponer la historia y creencias de este movimiento, que ha sido una fuente de tiranía y destrucción desde su surgimiento.
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