En un discurso poco común pronunciado en chino mandarín, un alto funcionario de la Casa Blanca pidió al mundo que se pronunciara contra los abusos e influencias malignas del Partido Comunista Chino (PCCh).
«Las democracias son más seguras cuando hablamos honesta y públicamente de y para nuestros amigos, nuestros adversarios y nosotros mismos», dijo Matthew Pottinger, el subasesor de seguridad nacional que desempeña un papel clave en la configuración de la política de la administración Trump sobre China, en una reunión virtual con el grupo de expertos del Reino Unido Policy Exchange el 23 de octubre.
«Al presentar la verdad como un acto de beligerancia, los autócratas tratan de acorralar a las democracias en el silencio, y a menudo lo logran», dijo en sus observaciones.
El PCCh ha estado duplicando el trabajo encubierto del «frente unido», dijo. Promocionado por los líderes del Partido como una «arma mágica», las operaciones de frente unido están compuestas por una red de organizaciones controladas por Beijing, con el objetivo de promover las políticas de Beijing y sofocar la disidencia tanto en el país como en el extranjero.
El objetivo del PCCh es convencer a las personas y las naciones de que adopten una «mentalidad de paradoja» mediante la cooptación o la intimidación que sea «propicia para las grandes ambiciones de Beijing», dijo.
«Es una mentalidad que el lunes dice ‘Es demasiado pronto para decir si Beijing representa una amenaza’, y el viernes dice ‘Son una amenaza, de acuerdo, pero es demasiado tarde para hacer algo al respecto ahora'».
Pottinger citó a la académica neozelandesa Anne-Marie Brady, una académica pionera en las operaciones de influencia global de Beijing, quien describió el trabajo de frente unido como una «herramienta para corroer y corromper nuestro sistema político, para debilitarnos y dividirnos unos contra otros, para erosionar la voz crítica de nuestros medios, y convertir a nuestras élites en clientes del Partido Comunista Chino, llenándoles la boca de dinero».
Su universidad está investigado a Brady después de recibir una queja sobre su nueva investigación en la que se detallan los vínculos del ejército chino con las empresas y el mundo académico de Nueva Zelanda.
«La idea de que ser extra amigable con China y esconder algo de nuestra franqueza… llevará a relaciones bilaterales más felices simplemente no se sostiene», dijo Pottinger durante el foro.
Señaló el caso de Australia, que anteriormente había hecho «un esfuerzo por extender calidez a China». Pero cuando Australia tuvo la «osadía» de pedir una investigación sobre el papel de Beijing en el manejo de la pandemia, el régimen chino reaccionó amenazando con represalias comerciales.
Pottinger dijo que el régimen también utiliza «la intimidación y la represión» para lograr sus objetivos, como en el caso de Hong Kong. El año pasado, la ciudad fue atormentada con protestas masivas por la creciente invasión de Beijing en su autonomía. En respuesta, Beijing este año impuso una amplia ley de seguridad nacional para despojar a la ciudad de sus libertades básicas.
Una parte clave de la agenda del segundo mandato del presidente Donald Trump, si es reelegido, implicaría trabajar junto con sus aliados occidentales para diversificar la cadena de suministro y evitar depender excesivamente de China, dijo Pottinger.
Reconocer las diferencias ideológicas entre el PCCh y Estados Unidos no se debe evitar y es más que una cuestión de «frío interés propio», dijo, añadiendo que hay un creciente consenso internacional para hacer frente a las agresiones de Beijing.
Describió «la reciprocidad y la franqueza» como el núcleo de un «enfoque más combativo» para restablecer el equilibrio en las relaciones con China.
«La gran paradoja del mal institucionalizado es que puede ser enormemente poderoso pero también enormemente frágil», dijo citando una conversación con Anthony Dolan, un asesor de planificación de la Casa Blanca que sirvió como redactor jefe de discursos para el expresidente Ronald Reagan. «Lo que más teme el mal es la verdad expresada públicamente».
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