El otro día, mientras caminaba por el parque, decidí practicar la atención plena, prestar deliberadamente atención a mis pensamientos y ver qué me decían en ese momento.
Lo que descubrí fue que mi mente estaba generando toda una campaña que explicaba por qué mi esposo se equivocaba en un argumento reciente, y por supuesto, por qué yo tenía razón. Mis pensamientos eran muy claros y concisos, bastante convincentes en su caso para mi rectitud y mi versión de la verdad.
¿Alguna vez ha notado que cuando está en conflicto con alguien, pasa mucho tiempo defendiendo su lado de la historia en su mente, haciendo su caso por qué tiene razón? Repasamos una y otra vez por qué la otra persona tiene la culpa, y cuál es la verdad. Presentamos nuestro caso a un jurado imaginario, en un tribunal imaginario.
Entonces, ¿cuál es el punto de todo ese esfuerzo? ¿Qué esperamos que suceda si nuestro jurado imaginario considera que nuestra versión de la verdad es correcta? En realidad hacemos todo ese «demostrar» para y por nosotros mismos. Usamos la narración de nuestra rectitud, la defensa interna de nuestra verdad, como una forma de alejarnos de lo que realmente sentimos.
Mientras caminaba por el parque ese día, miré más allá de los pensamientos y más allá de mi caso de la verdad, para ver lo que me estaban distrayendo de los sentimientos. Miré para ver qué estaba evitando, qué había debajo del fervor ansioso por probar mi caso de lo que realmente sucedió. Entonces me puse en contacto con mi profunda impotencia, ira y dolor. Cuando dejé de construir una explicación de la culpa y la inocencia, descubrí mis verdaderos sentimientos.
Nuestros pensamientos, particularmente los pensamientos sobre por qué tenemos razón, nos hacen no sentir nuestros verdaderos sentimientos.
Pero cuando dejamos de participar en nuestra autodefensa, algo interesante y maravilloso sucede: podemos entrar en el momento presente. Cuando dejé de prestar atención a mi narrativa interior, de nuevo me di cuenta de repente del viento, los árboles, los perros y el cielo. Estaba de vuelta en el parque; estaba de vuelta en mi vida.
Cuando volví a casa esa noche, habiendo elegido no pasar el día fortaleciendo el argumento de mi mente sobre mi rectitud y la injusticia de mi esposo, pude entonces conocerlo en ese nuevo momento. Podía pulsar el botón de reinicio. Porque había elegido no aferrarme a una vieja historia, algo nuevo e inesperado sucedió: podía sentirme diferente, y él podía sentirse diferente… podíamos ser diferentes. Sin una verdad preescrita, la vida podría cambiar y evolucionar.
Recomiendo probar este enfoque por un día: absténgase de alimentar su mente con argumentos a favor de su rectitud y de la injusticia de los demás; aléjese de los pensamientos que tratan de defender su versión de la verdad. Al hacerlo, fíjese si algo en usted o en su propia identidad se siente amenazado cuando abandona su caso.
Luego, en lugar de sumergirse en la narrativa defensiva de su mente, utilice su conciencia para indagar en su experiencia, cómo se siente realmente y cómo está haciendo frente a esos sentimientos. Simultáneamente, vea si, sin su narrativa, la situación y las personas en ella tienen más espacio para cambiar y evolucionar. Y observe si usted también, en el momento, está más presente, más abierto y más consciente. Lo más importante, cuando pare de decirse a sí mismo qué es verdad, observe si una nueva verdad puede realmente emerger.
Nancy Colier es psicoterapeuta, ministra interreligiosa, autora, oradora pública, líder de talleres y autora de varios libros sobre la atención y el crecimiento personal. Colier está disponible para psicoterapia individual, entrenamiento de consciencia, asesoramiento espiritual, oratoria y talleres, y también trabaja con clientes a través de Skype en todo el mundo. Para más información, visite NancyColier.com
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