Durante el mes pasado, el Dr. Richard Besdine y su esposa han considerado la posibilidad de ver a familiares y amigos durante este otoño e invierno.
Él cree que deberían hacerlo, siempre y cuando estas personas hayan tomado precauciones estrictas durante la pandemia.
Su esposa no está convencida de que sea seguro, dado el riesgo de transmisión viral aumenta en los espacios interiores.
Ambos están bien posicionados para opinar sobre esta pregunta. Durante un periodo bastante largo, Besdine, de 80 años, fue director de la división de geriatría y medicina paliativa de la Escuela de Medicina Alpert de la Universidad de Brown. Su esposa, Terrie Wetle, de 73 años, también especialista en envejecimiento, fue la decana fundadora de la Escuela de Salud Pública de Brown.
«Diferimos, pero respeto su indecisión, así que no discutimos», dijo Besdine.
A medida que los días y las noches se vuelven fríos y los casos de COVID-19 aumentan en todo el país, los adultos mayores en todo tipo de circunstancias —los que viven solos o en pareja, los que gozan de buena salud y los que no— están deliberando de manera similar sobre qué hacer en estos tiempos.
Algunos están formando pequeños grupos de personas y llamándolos «burbujas» o «vainas», que son estas unidades de personas que están de acuerdo con las precauciones pandémicas y se reunirán en los próximos meses. Otros, mientras tanto, planean seguir en aislamiento.
Tal es el caso de Judith Rosenmeier, de 84 años, originaria de Boston, una viuda que sobrevivió a tres episodios de cáncer de mama, ella no tiene la intención de invitar a amigos a su departamento o de visitarlos.
“Mi oncólogo me dijo cuando empezó todo esto: ‘Tienes que quedarte en casa más que otras personas ya que los tratamientos que has recibido han destruido muchas de tus defensas inmunológicas’”.
Desde mediados de marzo, Rosenmeier a salido de su casa solo tres veces: la primera en Septiembre, para ir al oculista y después otras dos para caminar con algunos amigos. Ella vivió en Dinamarca la mayor parte de su vida adulta, así que no tiene muchos contactos cercanos en su nueva residencia y su único hijo vive en Edimburgo, Escocia.
«Hay una buena posibilidad de que esté sola el Día de Acción de Gracias y Navidad, pero sobreviviré», dijo.
Una amiga que vive cerca, Joan Doucette, de 82 años, está decidida a mantener contacto con otras personas. Ella y su esposo, Harry Fisher, de 84 años, formaron una «burbuja» con otras dos parejas en su edificio que consta de nueve unidades. Todos son miembros de Beacon Hill Village, una organización que brinda diversos servicios a las personas mayores que envejecen en el lugar. Doucette ve a su «burbuja» casi todos los días.
«Siempre estamos subiendo y bajando las escaleras o el ascensor llevándonos galletas o sopa», dijo. «No creo que hubiera sobrevivido a esta pandemia sin esa compañía».
Aproximadamente una vez a la semana, las parejas cenan juntas, «no usamos cubrebocas», dijo Jerry Fielder, de 74 años, quien se mudó a Boston hace dos años con su pareja, Daniel, de 73 años. Pero dijo que se siente seguro:»sabemos a dónde van todos y qué hacen —todos estamos en la misma sintonía. Salimos a pasear todos los días, todos juntos. Por lo demás, siempre tenemos mucho cuidado».
Eleanor Weiss, de 86 años, y su esposo también son miembros del grupo. «Llevo un cubrebocas, tomo mi distancia, pero no me aíslo», dijo Weiss. Este invierno dice que verá a algunos amigos cercanos y a sus tres hijas que viven en el área de Boston.
Una de sus hijas está organizando el Día de Acción de Gracias en su casa y según nos contó, todos se harán la prueba de COVID-19 entes de la reunión. «Todos tenemos cuidado. No nos abrazamos y besamos. Nosotros hacemos lo del codo ”, dijo Weiss.
En Chicago, Arthur Koff, de 85 años, y su esposa, Norma, de 69, aún no tienen planes para Acción de Gracias o Navidad. «Está en el aire, dependiendo de lo que esté sucediendo con el virus», dijo Koff. La pareja tiene un amplio círculo de amigos.
«Creo que va a ser un invierno muy duro», menciono Koff, quien padece de diabetes y cáncer en la sangre. Él no tiene planes de ir a restaurantes, pero espera encontrarse con algunos amigos en los que confía para ir a sus casas o departamentos cuando el clima se vuelva duro.
Julie Freestone, de 75 años, y su esposo, Rudi Raab, de 74, son «bastante fanáticos» de mantenerse a salvo durante la pandemia. La pareja invitó a seis amigos para el “Día de Acción de Gracias en octubre”, la reunión la organizaron afuera en su patio trasero en Richmond, California.
“En lugar de un tablón con sillas, este año tuve una carta de platillos y serví todo por adelantado”, dijo Freestone. “Les pedí a todos que me dijeran qué querían: ¿carne oscura o blanca? ¿Coles de Bruselas o brócoli?
Este invierno, Freestone no planea ver gente en el interior de sus casas, pero visitará a grupos virtualmente. Uno de ellos es su grupo mensual de mujeres que se han estado reuniendo por Zoom. «De alguna manera, siento que hemos alcanzado un nuevo nivel de intimidad, porque la gente está luchando con muchos problemas y todos estamos hablando de esto», mencionó.
«Creo que es necesario redefinir las burbujas», dijo Freestone, quien forma parte de la junta directiva de Ashby Village, una organización con sede en Berkeley, California, para personas mayores que envejecen en un lugar y que alberga muchos grupos virtuales. «Debe ser algo de lo que te sientas parte, pero donde no es necesario que las personas entren a tu casa».
En el Minneapolis-St. Paul en Minnesota, dos psicólogos, Leni de Mik, de 79, y Brenda Hartman, de 65, están llamando la atención con un grupo que ellos llaman SILOS, que por sus siglas en ingles significa «individuos solteros excluidos de los círculos sociales», en su necesidad de un contacto social confiable para este otoño e invierno.
Recomiendan que los adultos mayores en esta situación se acerquen a otras personas con intereses similares —personas que pueden haber conocido en la iglesia o en clubs de lectura o clases de arte, por ejemplo— y traten de formar un grupo. Del mismo modo, recomiendan que las familias o amigos inviten a un solo amigo mayor a sus vainas o burbujas.
«Mira a tu alrededor para ver quién está en tu comunidad. ¿Quién solía venir a tu casa que no has visto? comuníquense”, recomendó de Mik.
Ambos psicólogos son solteros y viven solos. La «burbuja» de De Mik incluirá a dos amigos que son «muy precavidos afuera», así como ella. Hartman incluirá a su hermana, de 67 años, y su padre, de 89, que también viven solos. Como su hija trabaja en una escuela primaria, solo la verá en exteriores. Además, hará caminatas recurrentes con dos amigos durante el invierno.
«El COVID trae la vida y la muerte frente a nosotros», dijo Hartman, «y cuando eso sucede, tenemos la oportunidad de tomar decisiones cruciales, la oportunidad de cuidarnos unos a otros».
Judith Graham es columnista colaboradora de Kaiser Health News, que publicó originalmente este artículo. La cobertura de KHN de estos temas cuenta con el apoyo de la Fundación John A. Hartford, la Fundación Gordon y Betty Moore y la Fundación SCAN.
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