Opinión
China aparentemente planea causar olas recurrentes de pánico lanzando cohetes fuera de control que amenazan a las personas en la Tierra y, pronto, también los terrenos de la Luna.
Al principio, los funcionarios espaciales chinos pensaron que la etapa de refuerzo del Long March-5, de 20 toneladas, impactaría en el Mar Mediterráneo Oriental el 9 de mayo, causando preocupación en Israel, pero en su lugar se estrelló en el Océano Índico. Se le preguntó al Pentágono si tenía planes para derribarlo.
Se utilizarán al menos otros tres vehículos de lanzamiento espacial Long March-5 (SLV) para completar la estación espacial china, y se necesitarán otros tres para lanzar las sondas que irán a la Luna.
También existe la posibilidad de que China someta a los futuros habitantes de la Luna al mismo drama potencialmente mortal. En ambos casos, es posible que la falta de potencia o capacidad de lanzamiento de los SLV chinos generen riesgos que pongan en peligro a otros.
El SLV Long March-5 de China solo puede elevar alrededor de 25 toneladas a la órbita terrestre baja (LEO), y el módulo de la estación espacial Tianhe, lanzado el 29 de abril, pesaba alrededor de 22 toneladas. No usó una segunda etapa para alcanzar la velocidad orbital, por lo que la primera etapa grande tuvo que llevar a cabo ese trabajo, pero no estaba equipada para una desorbitación controlada, lo que significa que su descenso puso en peligro a las personas en la Tierra.
Entre 2025 y 2030, se espera que China utilice su nuevo «cohete 921» que, según se informa, puede poner 27 toneladas en dirección a la Luna, lo que se conoce como inyección translunar.
Dado que la nave espacial tripulada de próxima generación, configurada para las misiones lunares, pesa unas 21 toneladas, esto significa que China necesitará dos Cohetes 921 para enviar la nave espacial tripulada y el alunizador tripulado para reunirse en la órbita lunar.
Durante una importante conferencia espacial en 2018, y en otra realizada en septiembre de 2020, los oficiales militares-espaciales chinos revelaron algunas configuraciones para un módulo de aterrizaje lunar tripulado, un refugio lunar inicial y un gran rover lunar tripulado que también puede servir como refugio.
Aunque puede que no se trate de diseños definitivos, parecen compartir una característica derivada del abortado programa lunar tripulado de la antigua Unión Soviética. Como el gran SLV N-1 de los soviéticos sólo podía cargar 23 toneladas en el TLI, y tenía que llevar tanto la nave espacial tripulada como el módulo de aterrizaje en la Luna, este último tenía que ser ligero.
Una de las soluciones fue idear una etapa de cohete especial llamada Bloque D que desaceleraría y descendería su módulo de aterrizaje tripulado LK (Lunniy Korabyl, nave lunar) de 5,5 a 6,5 toneladas hasta unas 2,4 millas (4 kilómetros) por encima de la Luna. En ese momento, el Bloque D se desprendería del LK y se estrellaría contra la Luna.
El Bloque D desechable no requería el peso adicional de las patas de aterrizaje. En comparación, el módulo de excursión lunar (LEM) del programa Apolo estadounidense contemporáneo pesaba 15 toneladas, pero su etapa de descenso realizó un aterrizaje controlado en la Luna.
El complejo de motores internos Bloque E del LK completaría el aterrizaje y posteriormente devolvería a un cosmonauta a una nave espacial en órbita alrededor de la Luna. Se dice que China compró los diseños de los motores Bloque E a sus diseñadores ucranianos. Es probable que también hayan proporcionado a China información sobre el complejo integral de motores del Bloque D.
Podemos deducir esta posibilidad porque los conceptos de módulo de aterrizaje lunar tripulado, del refugio y del rover chinos revelados hasta la fecha también emplean una etapa desmontable al igual que el Bloque D, aparentemente también diseñado para estrellarse en la Luna.
No obstante, para la década de 2030, la Luna podría convertirse en un lugar abarrotado, y es probable que Estados Unidos y sus socios del programa Artemis Moon construyan múltiples bases lunares. Según las estimaciones reveladas de China, China puede construir hasta 10 bases lunares las cuales requerirán 60 de sus SLV Long March-9 de carga súper pesada, entre 2030 y 2035.
Además, la exploración lunar temprana y la construcción de bases lunares para Estados Unidos y China se concentrarán en el polo sur de la Luna, donde hay mayores concentraciones de agua helada lunar. Esto significa que las bases lunares de Estados Unidos y China podrían estar, a veces, muy cerca.
Si bien el Long March-9 superpesado de China podría poner hasta 50 toneladas en TLI, lo que significa que se podrían acomodar módulos de aterrizaje lunar más grandes y más seguros, existe la posibilidad de que China también pueda requerir decenas de cohetes 921 que utilicen etapas decentes tipo Bloque D para construir una presencia temprana en lugares del Polo Sur lunar.
Así que, además de tener que soportar el peligro potencial de que más etapas de refuerzo del Long March-5 SLV impacten en zonas pobladas de la Tierra, los primeros exploradores de la Luna también podrían tener que soportar el peligro de que los motores de descenso chinos «Bloque D» impacten cerca o en sus bases lunares.
La negativa de China a modificar sus SLV Long March-5 para que desciendan de forma controlada y segura a la Tierra no augura que vayan a modificar, de forma similar, sus etapas de descenso a la Luna.
Sin esas modificaciones, sería lógico que los planificadores espaciales estadounidenses consideraran defensas pasivas y activas para las bases lunares, como armas láser lunares. Esto violaría los tratados y convenciones actuales contra la «militarización» de la Luna, pero si no se hace así estarían sometiendo al personal del gobierno de EE.UU. y del sector aliado y privado de la Luna al peligro de que los Bloques-D chinos caigan como bombas en las bases lunares.
China, sin embargo, puede desear este resultado, ya que justificaría la militarización de sus Bases Lunares ya controladas por su Ejército Popular de Liberación (EPL), preparándolas para hacer valer las reclamaciones chinas sobre el territorio lunar y librar batallas por el eventual control de la Luna.
Richard D. Fisher Jr. es investigador principal y analista de políticas del Centro Internacional de Evaluación y Estrategia.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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