Los impeachments presidenciales se propagan por Sudamérica

Por Autumn Spredemann
26 de noviembre de 2021 11:05 PM Actualizado: 28 de noviembre de 2021 8:26 PM

El Congreso de Perú presentó una moción para destituir al presidente Pedro Castillo el 25 de noviembre, que la rival política Keiko Fujimori y su partido Fuerza Popular apoyaron.

La administración de Castillo ha estado plagada de escándalos y cargos de corrupción desde que asumió el cargo este verano.

La moción de juicio político del 25 de noviembre convierte a Perú en la tercera nación sudamericana, desde octubre, en considerar la posibilidad de destituir a su presidente.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, enfrentó un juicio político por parte de la cámara baja de la legislatura de la nación el 9 de noviembre, debido a su participación en una adquisición cuestionable expuesta en la investigación de Pandora Papers.

La medida no fue aprobada por el Senado debido a la falta de votos de la oposición el 16 de noviembre.

En Ecuador, el presidente Guillermo Lasso enfrentó una investigación por parte del Congreso por evasión de impuestos, también revelado en los Pandora Papers. El excandidato presidencial del correísmo, Andrés Arauz, pidió que Lasso renunciara a su cargo el 7 de octubre.

Ninguna de las partes estaba contenta con Piñera

«La gente no estaba contenta con Piñera debido a la situación del descontento social en 2019», dijo Patricio Navia, analista político de América del Sur y profesor de la Universidad de Nueva York, a The Epoch Times.

En octubre de 2019 estallaron protestas y disturbios generalizados en Chile por el anuncio de un aumento en las tarifas del transporte público.

Tanto los conservadores como los liberales estaban disconformes con la forma en que Piñera manejó la respuesta por parte del gobierno a la agitación.

En respuesta a sus bajos índices de aprobación tras las protestas de 2019, Piñera dijo: «Entiendo que los chilenos no están contentos con lo que ha sucedido, yo tampoco estoy contento».

Los conservadores sintieron que la respuesta del presidente no fue eficaz y los liberales condenaron el empleo de fuerza excesiva por parte de la policía contra los manifestantes desarmados.

En septiembre de este año, el índice de aprobación de Piñera cayó al 26 por ciento debido a las expectativas de los votantes incumplidas y las políticas ineficaces.

“Los Pandora Papers fueron solo una excusa [para el juicio político]”, dijo Navia.

El fracaso de la pandemia en Perú

Perú tiene la distinción de tener la tasa de muerte per cápita más alta del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) en el mundo, lo cual influye en el caos que rodea el juicio político de Castillo.

El descontento general con la forma en que el estado respondió a la pandemia, combinado con la lenta recuperación económica y el uso por parte del gobierno de la vacuna china Sinopharm menos eficaz, ensombreció al nuevo presidente.

El virus del PCCh, comúnmente conocido como el nuevo coronavirus, es el patógeno que causa la COVID-19.

Entre las razones oficiales enumeradas por el Congreso como motivos para la destitución de Castillo se encuentran: el uso ilegal de fondos públicos por parte de miembros del partido Perú Libre y el nombramiento por parte del presidente de funcionarios actualmente investigados por presuntos vínculos con el terrorismo.

Paralelismos entre Ecuador y Perú

Una similitud compartida entre Lasso y Castillo es que representan la salida del legado de un predecesor estigmatizado.

En el caso de Ecuador, Lasso es el primer líder de derecha en el país en 14 años y es emblemático de la salida de la corrupción y los escándalos del expresidente socialista democrático, Rafael Correa.

Correa fue sentenciado a ocho años de prisión por un escándalo de soborno en septiembre de 2020.

En Perú, Castillo fue el único candidato favorito además de Keiko Fujimori, hija del controvertido expresidente Alberto Fujimori, quien fue acusado de crímenes de lesa humanidad durante su mandato y actualmente cumple una condena de 25 años de prisión.

Esta mentalidad entre los votantes crea lo que Navia llama un «efecto rebote».

Destacó que elegir a los candidatos presidenciales desde la perspectiva del «mal menor» no sienta las bases para la estabilidad de ninguna nación.

Socavando los valores democráticos

Además de ser un marxista-leninista declarado, el primer discurso de Castillo como presidente en julio se dirigió singularmente a un grupo de comunidades indígenas, dejando a algunos peruanos con la impresión de que tenía poco interés en representar a la nación en su conjunto.

Esto marcó la pauta de lo que se convirtió en su destitución.

El profesor chileno de ciencias políticas, Christopher Martínez, dice que, paradójicamente, los fracasos presidenciales se producen cuando los líderes son destituidos por la fuerza de sus cargos.

Navia se adhiere a esta opinión y cree que los juicios políticos y las protestas socavan la lógica de los valores democráticos básicos, afirmando que no es más que una forma de eludir las urnas.

“Deben respetarse los valores e instituciones democráticos”, dijo Navia.

Un denominador común: Desigualdad

El analista político peruano Alberto Adrianzen explicó que su nación no solo está dividida por la política, sino también por la segregación y la desigualdad.

La solución del siglo XX a este problema en América Latina fue la distribución de la tierra. A través de este método, los económicamente desfavorecidos tuvieron la oportunidad de formar parte de la clase media.

Hoy en día, la reforma educativa parece ser el equivalente moderno y el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación de México la calificó de “igualadora social”.

La desigualdad y la inestabilidad en la política latinoamericana van de la mano, gran parte de la cual proviene de los problemas continuos de confianza en curso entre la población civil y sus gobiernos, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo.

Martínez señaló que desde 1979, uno de cada seis presidentes sudamericanos no ha logrado completar su mandato constitucional.


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