Los medios de comunicación fingen que China no es comunista

Por Daniel Ashman
11 de octubre de 2019 4:28 PM Actualizado: 11 de octubre de 2019 4:28 PM

Comentario

“El mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”.

Esta idea suele ser usada en un sentido religioso o filosófico, pero funciona igualmente si se aplica a la geopolítica. El mejor truco de los comunistas fue convencer al mundo de que no existían.

La devastación causada por los comunistas durante el último siglo fue posible porque convencieron a otros de que no eran verdaderos comunistas, adormeciendo a Estados Unidos para que siga una política ingenua y autodestructiva. Hoy, respecto de China, el mismo engaño está muy avanzado.

Por un lado, el asunto parece claro. China es comunista. Tienen un Comité Central, un Politburó y un Secretario General. China es gobernada por el Partido Comunista Chino (PCCh), la palabra “Comunista” está allí en el nombre.

No obstante, los principales medios de comunicación no están tan seguros. Regularmente le restan importancia a la naturaleza ideológica del PCCh, incluso impulsan la idea de que China no es para nada comunista sino, de hecho, capitalista. Por ejemplo, el año pasado, The New York Times publicó un artículo de opinión escrito por un ex Primer Ministro de Australia que clasificaba a China como “capitalismo autoritario”. El Washington Post le siguió este año diciendo “No, China y EE. UU. no están entrelazados en una batalla ideológica. Para nada”. El artículo explicaba que el PCCh está “ideológicamente quebrado” y es solo “comunista de nombre” porque ha “adoptado el capitalismo”.

Más recientemente, Forbes publicó un artículo titulado “El éxito económico de China prueba el poder del capitalismo”, en el que la revista explica que el control del PCCh sobre la sociedad es solo un fantasma del pasado que está desapareciendo.

Al parecer hay una conjetura detrás de estas afirmaciones: dado que China está creciendo, no puede ser comunista. Es una definición interesante que necesariamente impide que nadie se preocupe por los comunistas. O alguien es comunista, pobre e indefenso, o es rico, capitalista  y alguien con quien podemos razonar.

Pero sabemos por la historia que ese razonamiento no es válido. En los días más oscuros del régimen de Stalin, lleno de purgas y agricultura colectiva, Rusia fue lo suficientemente fuerte como para conquistar gran parte de Europa y amenazar la existencia de Estados Unidos. Un país puede ser fuerte y comunista al mismo tiempo.

Es cierto que China se alejó de la propiedad colectiva hacia la propiedad privada. No obstante, considerar esto como un rechazo del comunismo y una adopción del capitalismo es una mala interpretación de la ideología comunista. Los comunistas son flexibles. Adoptar un mercado libre limitado, siempre y cuando esté bajo el control del PCCh, está completamente permitido dentro de su ideología.

Tengamos en cuenta estas palabras del héroe de Lenin, Serguéi Necháyev, un temprano revolucionario ruso. Él explicaba que: “el revolucionario puede y frecuentemente debe vivir dentro de la sociedad mientras finge ser completamente diferente de lo que realmente es”.

El Politburó de China sabe que debe aparentar ser algo que no es para encajar en la comunidad internacional y fortalecerse. Por ahora.

Necháyev también escribió: “Para [el revolucionario], la moralidad es todo lo que contribuya al triunfo de la revolución”.

No hay una verdad absoluta para el comunismo. Solo hay verdades revolucionarias. Si China tiene que hacer uso de las herramientas capitalistas para provocar la revolución, ese es su deber moral.

El uso del capitalismo por parte de China para lograr objetivos comunistas a más largo plazo se vuelve más claro cuando se comprende en el marco del contexto histórico.

Observemos al máximo comunista, Vladimir Lenin. Dio a Rusia la Nueva Política Económica: deteniendo el camino hacia la agricultura colectiva e incentivando la empresa privada.

¿Se habrían mareado los expertos de los medios de comunicación de hoy para explicar que los Bolcheviques en realidad eran criptocapitalistas? Mucha gente, en ese tiempo, hacía afirmaciones en ese sentido. Pero en retrospectiva, es fácil ver lo absurdo de tal pensamiento.

El reconocido historiador ruso Edvard Radzinsky explicó lo que en verdad estaba sucediendo. Lo llamaba la “Regla Número 1” para comunistas: “Las declaraciones de los líderes del Partido eran solo el producto de consideraciones tácticas, mientras que los planes reales, a largo plazo, la estrategia del Partido, debía permanecer oculta”.

La Nueva Política Económica fue solo una consideración táctica. Existió únicamente para servir a los planes a largo plazo del partido. El plan de Lenin funcionó de forma brillante. El régimen bolchevique fue revitalizado. Las inversiones fluyeron desde el exterior. Los rusos antibolcheviques, que habían escapado de la revolución, fueron engañados para que regresaran, mientras que los bolcheviques los usaron o los asesinaron, o ambas cosas. La Nueva Política Económica duró años y luego Stalin reanudó el camino de Rusia hacia la colectivización.

Stalin luego introdujo sus propias consideraciones tácticas para lograr planes ocultos a largo plazo. Archivó la idea comunista de la revolución mundial a favor del “socialismo en un país” y pacientemente esperó por muchos años, hasta que logró apropiarse de grandes territorios para Rusia y el comunismo.

Es solo dentro de este contexto ideológico e histórico que podrá entenderse la política actual de China.

¿Está China realmente rompiendo con el comunismo para conseguir el capitalismo, como suelen afirmar los grandes medios de comunicación? Difícilmente. China está simplemente implementando tácticas leninistas. El PCCh permite la propiedad privada, por el momento, porque impulsa sus objetivos comunistas a largo plazo.

El año pasado, en medio de la implementación del infame sistema de créditos sociales en Chihna, el Secretario General Xi Jinping dio un discurso de una hora alabando la vida de Karl Marx. Xi explicó que “la vida de Marx es una vida de lucha para derrocar el viejo mundo y establecer un nuevo mundo”.

Luego expresó que el Marxismo era “hondo y profundo”, una verdadera “teoría científica” que “siempre está guiando el pensamiento de nuestro partido y del país. Nos ayuda a conocer el mundo, manejar las reglas, buscar la verdad y cambiar el mundo”. Explícitamente atribuyó el “milagroso desarrollo sin precedentes” de China a la exitosa implementación del marxismo.

Quizá los americanos están perdiendo ideologías que alguna vez valoraron mucho. Pero proyectar la misma actitud al PCCh, concluir que está ideológicamente quebrado, es ciertamente peligroso.

Daniel Ashman es un analista de los suburbios de Massachusetts. Es el autor del libro “Agentes rusos: El ataque de los Clinton contra América”. Su sitio web es AshmanReport.com y se lo puede encontrado en Twitter como @dashman76.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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