Análisis de noticias
La reestructuración de la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) y el discurso de Xi en el 20º Congreso del Partido en China han asustado a los inversores, agravando una economía que ya está sufriendo y que no tiene alivio a la vista.
El 24 de octubre, los mercados reaccionaron al cierre del XX Congreso Nacional del PCCh. Los inversores extranjeros vendieron USD 2500 millones en acciones chinas a través de Hong Kong, lo que resultó en las mayores pérdidas desde 2008. Al mismo tiempo, el yuan alcanzó un mínimo de 14 años, superando los 7.3 por dólar. El índice bursátil Hang Seng de Hong Kong cayó más del 6 por ciento, mientras que, en Estados Unidos, el índice Golden Dragon de las empresas chinas, que cotizan en Nasdaq, cayó un 14 por ciento y perdió USD 93,000 millones en valor. Tanto el índice compuesto de Shanghai como el componente de Shenzhen perdieron alrededor de un 2 por ciento, mientras que el CSI 300 de China bajó un 2.93 por ciento.
Las empresas de Internet se vieron especialmente afectadas. El sector tecnológico chino se enfrenta a ataques de ambos lados del Pacífico. La represión de Xi ya ha provocado que el sector pierda 1.5 billones de dólares, y la prohibición de chips de EE.UU. puede aumentar aún más las pérdidas.
Durante el discurso de Xi en el congreso del partido, no hubo indicios de que relajaría su política de cero-COVID, la cual está obstaculizando el crecimiento económico de China. El día después del cierre de la conferencia, 28 ciudades estaban bajo varios niveles de bloqueo. Estos bloqueos han afectado a 207.7 millones de personas que representan el 8.5 por ciento del PIB del país.
En su discurso, Xi reiteró sus objetivos para que China se convierta en un país de ingresos medios, una potencia socialista moderna para 2035 y para que lidere el mundo “en términos de fuerza nacional compuesta e influencia internacional” para 2049. La reacción del mercado implica que los inversores son conscientes de la contradicción entre los objetivos declarados de Xi y sus políticas. Una invasión a Taiwán también parece más probable ahora que Xi ha declarado públicamente que China tiene derecho a usar la fuerza para anexar la nación isleña. Una guerra pondría los toques finales a una economía que ya está en problemas.
La enorme deuda pública, las restricciones por el COVID-19 y las diversas medidas represivas, como la de las tecnologías, ya ponían en duda la posibilidad de alcanzar estos objetivos. Pero tras los cambios de gobierno, los inversores reaccionan como si creyeran que los objetivos de Xi fueran inalcanzables.
La economía parece ser una prioridad menor para Xi, lo que hace que el logro de los objetivos de 2035 y 2049 sea aún menos probable. El mensaje de Xi sugiere que está cambiando su enfoque, de la economía a la seguridad. De hecho, la palabra “seguridad” apareció 91 veces durante su discurso ante el congreso del PCCh. También enfatizó la opinión de que el marxismo funciona y que quiere aumentar el papel del PCCh en la sociedad china y el papel de las empresas estatales en la economía. Nada de esto aumentó la confianza de los inversores sobre la capacidad de la economía china para recuperarse pronto.
El déficit presupuestario de China se acerca al billón de dólares en el tercer trimestre de 2022, esto es tres veces más que en el mismo período del año pasado. Una disminución en el gasto de los consumidores y una caída del 28.3 por ciento en los ingresos por ventas de bienes raíces están reduciendo el PIB. Estas reducciones, junto con los recortes de impuestos destinados a estimular la economía, han reducido los ingresos del gobierno en un 6.6 por ciento desde el año pasado.
La mayoría de los analistas esperan que el PCCh continúe reforzando su control sobre la economía, con restricciones más estrictas sobre tecnología y bloqueos extendidos por COVID. Al enfrentarse a un mayor riesgo, los inversores exigirán mayores rendimientos de las inversiones chinas y, con las políticas actuales, parece poco probable que esos rendimientos se materialicen. En lo que va del año, los inversores han vendido USD 16,000 millones en recibos de depósito estadounidenses para empresas chinas.
Dado que Xi ocupa varios puestos importantes en el gobierno chino y ha llenado el Politburó de aliados, no hay nadie que le diga que sus políticas son destructivas. Al no tener necesidad de rendir cuentas y no preocuparse por ser acusado o de que se le niegue un cuarto mandato, Xi tiene la libertad de hacer lo que quiera.
Xi está olvidando una lección aprendida por Deng Xiaoping. Bajo Mao, el poder se concentró en un solo hombre que hizo políticas económicas catastróficas que causaron que decenas de millones murieran de hambre y cientos de millones sufrieran en la pobreza. Cuando Deng llegó al poder, comenzó a desregular la economía, lo que condujo a un crecimiento económico sin precedentes y una mejora en el nivel de vida promedio. Ahora, el poder vuelve a estar en manos de un solo hombre que está devolviendo al país a los días de controles gubernamentales más estrictos bajo los principios marxistas. Está reemplazando el pensamiento de Mao Zedong con el pensamiento de Xi Jinping.
Xi es ahora el “núcleo del Partido” y tiene un poder absoluto sobre la economía y la gente. Y como dice el refrán, el poder absoluto corrompe absolutamente.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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