Tenemos cada vez más programas preescolares. De hecho, un artículo reciente en The New York Times indica que hay más vacantes en preescolar de las que pueden llenar los niños, y señala que «los defensores de la primera infancia dicen que probablemente más familias se inscribirían si supieran sobre los beneficios del preescolar».
Pero estos llamados beneficios a menudo no se materializan. Como indican varios estudios académicos, los niños que asisten al preescolar pueden tener dificultades más adelante en la vida, quedando atrás de sus compañeros que no asisten al preescolar, tanto en su comportamiento como en lo académico, y tienen una mayor probabilidad de retrasarse un grado más adelante en su carrera escolar.
Raymond Moore, un experto en educación estadounidense y padre del movimiento moderno de educación en el hogar, previó estos problemas hace casi 50 años y los anotó en su libro «Más vale tarde que temprano». Debido a que a la gente le pone nerviosa mantener voluntariamente a un niño afuera de la escuela por un tiempo, lo que supuestamente permite que los compañeros del niño «salgan adelante», Moore se propuso tranquilizar a los padres respondiendo a sus preocupaciones sobre mantener a los niños fuera del preescolar y mostrando algunas de las dificultades imprevistas que presenta la escolarización tan temprana de los niños.
Su consejo es válido hoy en día, y todos los padres deben considerar lo siguiente antes de confiar a su niño a una institución educativa.
El preescolar promueve dificultades de aprendizaje
Todos los padres quieren que sus hijos tengan éxito y se adelanten a la curva en educación y comportamiento. Desafortunadamente, enviar a un niño al preescolar puede causar exactamente lo contrario, ya que separa a los niños de los adultos que más necesitan: sus padres. La separación a una edad tan temprana, escribe Moore, “generalmente causa un grado de inseguridad en todos los niños”. Y esa separación a menudo “sienta la base para graves problemas emocionales y de aprendizaje más adelante”.
Muchos padres dicen que a sus hijos les gusta ir a la escuela a una edad tan temprana, a menudo mostrando emoción y entusiasmo. Pero Moore insta a la cautela, señalando que la emoción es, a menudo, un manto para la ansiedad. Y esa ansiedad o inseguridad solo aumenta cuando los niños son colocados en un preescolar con un personal limitado o fluctuante, algo aparentemente común en la fuerza laboral actual.
El preescolar a menudo conlleva malas influencias
La idea de que los niños necesitan ser socializados y expuestos a influencias externas al hogar a menudo se expresa con ligereza. Ese puede ser un buen consejo una vez que el niño se acerca a la edad adulta, pero no a los 3 o 4 años.
Al enviar a un niño al preescolar, escribe Moore, “los padres someten a sus hijos a influencias que no pueden controlar”, incluidos los maestros y compañeros de clase. Esto es especialmente cierto en la era actual, en la que filosofías como la transgénero son cada vez más frecuentes y se fomentan en el aula.
“Dado que los niños no pueden razonar consistentemente, a menudo se confunden con las costumbres y los valores en el hogar, que entran en conflicto con los de la escuela”, un hecho que puede crear fricciones innecesarias, ya que los niños son más propensos a “colocar la palabra de sus maestros por delante de sus padres”.
El preescolar también puede influir en los niños para que desarrollen una actitud más exigente. Moore señala que «la abundancia de juguetes y equipos y la ausencia de tareas pueden hacer que se sientan resentidos por las restricciones del hogar, antes de que puedan comprender las razones de las diferencias». Permitir que los niños pasen tiempo en el hogar durante sus primeros años puede encaminarlos hacia una actitud más orientada al servicio, en lugar de aquella de un niño mimado que espera que se cumplan todos sus caprichos.
El preescolar presenta demasiado y demasiado pronto
Sacar a un niño a empujones y enviarlo a una institución educativa borra la etapa simple y tranquila de la infancia y la reemplaza con sobreestimulación, explica Moore.
“La competencia con varios de sus compañeros por los juguetes y el espacio, y en las habilidades físicas o mentales, suele ser una tensión para los niños pequeños”, escribe Moore. Los niños tendrán mucho tiempo para un horario agitado y acelerado cuando finalmente se vean obligados a competir en el mundo real. ¿Por qué hacerles renunciar a su libertad de tal estilo de vida antes de que sea necesario?
En lugar de esto, Moore alienta la vida familiar, escribiendo: “La vida familiar durante los primeros 8 años tiende a preparar a un niño más suavemente para la competencia que eventualmente deberá enfrentar”.
Entonces, si el preescolar puede causar tantos problemas, ¿cómo navegar con éxito la educación temprana de un niño sin él?
Moore tiene una respuesta simple para eso: un buen hogar.
“No hay evidencia sistemática de la investigación que respalde la necesidad de una guardería para el niño que tiene un buen hogar”, escribe. Así que bríndeles un buen hogar. Déjelos jugar y crear. Enséñeles a trabajar junto a usted, capacitándolos para que “aprendan la responsabilidad, el orden, la laboriosidad, la honestidad y valores afines”.
Debido a una economía que ha convertido a las familias con dos ingresos en la norma, esto es más difícil de lo que era antes. Sin embargo, hay otras familias que simplemente “usan el preescolar como una muleta, pasando al preescolar ciertos problemas infantiles que no pueden manejar o comportamientos que no pueden entender”, escribe Moore.
Dados los peligros y los problemas de por vida que puede traer la institucionalización de los niños a una edad tan temprana, no usemos el preescolar como una evasión. Aprovechemos cada oportunidad que podamos para darles a nuestros hijos la oportunidad de estar en un ambiente hogareño amoroso, permitiéndoles aprender simplemente viviendo la vida con los padres, abuelos y hermanos a su alrededor. Al hacerlo, les daremos a esos niños una ventaja académica y conductual mucho mayor de aquella que podría brindar incluso el preescolar más prestigioso.
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