Opinión
El 26 de julio, durante una rueda de prensa rutinaria, el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, de 81 años, interrumpió inesperadamente su discurso con la mirada perdida. Parecía temblar ligeramente y se agarró con fuerza a los lados del podio durante 21 segundos. Al observar su estado, quienes le rodeaban se acercaron rápidamente para preguntar por su bienestar. El líder de la minoría del Senado, John Thune, retomó la rueda de prensa a la salida de McConnell.
Tras un breve paréntesis, McConnell regresó y respondió a las preguntas de los periodistas sobre su estado físico, afirmando «estoy bien» y que era capaz de cumplir con sus obligaciones. El 31 de agosto, el Sr. McConnell se paralizó por segunda vez durante un encuentro con la prensa. Ambos incidentes suscitaron dudas sobre su salud.
Cómo entender los desmayos
El estado del Sr. McConnell puede describirse como una crisis de ausencia o un episodio de desmayo, en el que una persona pierde repentinamente el conocimiento. Sus ojos se quedan inmediatamente vacíos durante el incidente, como si sus pensamientos se desviaran a otra parte. Estos episodios suelen ser breves, con una duración de entre unos segundos y varias decenas de segundos. Tras un desmayo, los individuos parecen volver rápidamente a la normalidad. Sin embargo, a menudo no recuerdan el episodio de desmayo, como si el tiempo se hubiera saltado momentáneamente.
Algunas personas experimentan desmayos con mayor frecuencia, que ocurren en varias ocasiones. En estos casos, las personas reconocen que se trata de un fenómeno anormal y pueden solicitar asistencia médica. Normalmente, los médicos realizan pruebas de electroencefalograma (EEG), y estos tipos de desmayos suelen diagnosticarse como crisis epilépticas leves, también conocidas como crisis petit mal. A diferencia de las crisis epilépticas de grand mal, las crisis epilépticas de petit mal no implican convulsiones notables de las extremidades, pérdida de conciencia o espuma por la boca. Los médicos suelen recomendar a los pacientes que duerman bien, sigan una dieta equilibrada y controlen el estrés. Si es necesario, pueden recetarse medicamentos para controlar los síntomas. En muchas personas, los desmayos disminuyen gradualmente y ya no es necesaria la medicación.
Causas de los desmayos
Las crisis de ausencia tienen factores relacionados con la edad. Los niños pequeños suelen padecerlas, pero la causa específica suele ser difícil de determinar. Los desmayos en los niños suelen pasar desapercibidos para los adultos, como cuando un niño hace una pausa momentánea durante una comida y luego vuelve a comer, o se detiene brevemente mientras hace los deberes y luego continúa. Estos cambios sutiles pueden ser difíciles de percibir para los adultos si no se observan atentamente.
Factores como el estrés emocional, la alta presión laboral, las cargas económicas o las desavenencias conyugales pueden desencadenar desmayos. Sin embargo, estos factores suelen ser desencadenantes superficiales y no las causas profundas. Las causas subyacentes pueden ser más graves, como isquemia cerebral breve (falta de flujo sanguíneo al cerebro), accidentes cerebrovasculares leves, malformaciones vasculares cerebrales, tumores cerebrales, inflamación, infecciones, traumatismos craneoencefálicos, etc. El Sr. McConnell sufrió anteriormente una caída con traumatismo craneoencefálico, por lo que sus desmayos pueden estar relacionados con su traumatismo craneoencefálico. No obstante, los desmayos inducidos por traumatismos craneoencefálicos requieren un examen exhaustivo.
Además, ciertos medicamentos (como los sedantes y los antipsicóticos), las toxinas químicas y los metales pesados presentes en los alimentos también pueden provocar problemas similares.
En resumen, los desmayos en adultos son menos frecuentes, pero cuando se producen deben tomarse en serio e investigarse más a fondo.
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