Opinión
Luego de verse acorralada por el manejo del nuevo coronavirus, apropiadamente llamado «virus del PCCh«, China está adoptando un modo ofensivo a nivel mundial.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha dado instrucciones a sus embajadores para que defiendan agresivamente sus intereses y reputación, incluso a costa de sutilezas diplomáticas. Siguiendo lo que se ha denominado la diplomacia del «guerrero lobo», estos diplomáticos están ahora impulsando activamente la agenda del régimen chino, al emplear las herramientas de ataques, noticias falsas, propaganda y teorías de conspiración. Sin embargo, en lugar de acobardarse, los países del mundo están haciendo frente a esta ofensiva diplomática y a las ambiciones hegemónicas de China.
En ningún lugar este cambio es más evidente que entre los vecinos de China en el Indo-Pacífico. Durante años, al estar en el extremo receptor de la firmeza de Beijing en las disputas territoriales, las amenazas de coerción económica y un agresivo impulso en sus mercados, los países del Indo-Pacífico están ahora haciendo oír sus voces.
Aprovechando la oportunidad que ofrece el encubrimiento del virus del PCCh de Beijing, ahora estos países exigen respuestas de China, mientras reajustan sus posturas de defensa y coordinan con aliados de ideas afines.
Australia, que durante años ha tenido una próspera relación comercial con China y un próspero contacto de persona a persona, ahora está dispuesta a hacer frente al creciente descaro de Beijing. Alarmado por la creciente influencia china en la vecindario australiano del Pacífico Sur, el gobierno del primer ministro Scott Morrison desde que llegó al poder el año pasado ha intentado contener a Beijing ofreciendo asistencia económica y desarrollo de infraestructura, combinado con un creciente alcance político, a los estados insulares del Pacífico.
Además de eso, Canberra anunció el 1 de julio la actualización más significativa para sus fuerzas armadas en décadas, al revelar gastos de defensa por un valor de cerca de USD 187,000 millones. Las avanzadas capacidades que se espera que asuman las fuerzas de defensa australianas son un sistema de misiles antibuque de largo alcance y armas hipersónicas. Estas indican un cambio en el pensamiento estratégico de Australia, en línea con el deterioro del entorno de seguridad en el Indo-Pacífico.
Australia no solo está recalibrando su postura, sino que también está coordinando con sus aliados. Luego de la cumbre virtual entre Morrison y su homólogo japonés Shinzo Abe el 9 de julio, ambos países acordaron facilitar los ejercicios militares conjuntos y otras actividades de sus fuerzas de defensa en los países del otro. Además, en una medida que ciertamente irritará a China, ambos líderes también acordaron que Taiwán debería participar en la Organización Mundial de la Salud (OMS) como observador. China considera a Taiwán como una provincia renegada.
La cumbre entre Japón y Australia se celebró luego de la novena ronda de la Reunión Trilateral de Ministros de Defensa entre el ministro de Defensa japonés, Taro Kono, el secretario de Defensa de EE. UU., Mark Esper, y la ministra de Defensa de Australia, Linda Reynolds, el 7 de julio. En su reunión, los ministros de defensa señalaron otras inquietantes tendencias en la ofensiva china en el Mar de China Meridional: «La continua militarización de los elementos en disputa, el uso peligroso o coercitivo de los buques de la guardia costera y la ‘milicia marítima’, y los esfuerzos para interrumpir las actividades de explotación de recursos de otros países».
Durante los últimos años, Beijing ha persistido en el uso de esta milicia, principalmente porque no ha habido una respuesta militar de ninguna de las potencias interesadas. Más reciente, Beijing utilizó esta táctica contra Indonesia en enero de 2020 para ingresar a la Zona Económica Exclusiva del país a 70 millas náuticas en una demostración de fuerza. Sin embargo, a medida que Beijing continúa presionando los límites, Yakarta ha demostrado que ya no está dispuesta a ser un testigo dócil de las payasadas del primero.
Si bien el virus del PCCh proporcionó el ímpetu necesario para que muchos de los vecinos de China se hicieran oír, la invocación por parte de Beijing de la ley de seguridad nacional en Hong Kong, una antigua colonia británica, ha dado el tan necesario impulso a los países de los «Cinco Ojos» para que retrocedieran. En una inusual declaración conjunta en mayo de 2020, cuatro miembros de la alianza—Estados Unidos, el Reino Unido, Australia y Canadá—censuraron a China por imponer la ley de seguridad nacional y defendieron a Hong Kong como un «bastión de la libertad».
Mientras tanto, Australia y Canadá han anunciado una revisión de sus vínculos con Hong Kong. Asimismo, el Reino Unido ha confirmado que abrirá un camino para que los residentes de Hong Kong con derecho a un pasaporte británico (de ultramar), puedan obtener la ciudadanía.
Más recientemente,el quinto miembro, Nueva Zelanda, luego de una llamada de consulta entre los ministros de Relaciones Exteriores de los Cinco Ojos, el 8 de julio, anunció una revisión de los vínculos con Hong Kong, incluida una reevaluación de los acuerdos de extradición, los controles de las exportaciones y una advertencia de viaje para sus nacionales.
El reajuste causado por la agresividad china no se limita solo a sus vecinos. En Europa, promocionado por Beijing como el continente que recibe las excepcionales ganancias del ambicioso proyecto de conectividad de infraestructura de China, la Iniciativa de «La Franja y la Ruta», está surgiendo el consenso para contrarrestar a China.
Recientemente, se creó una nueva coalición de legisladores de 16 países europeos y de la Unión Europea, denominada Alianza Interparlamentaria sobre China. La alianza se describe a sí misma como «un grupo internacional de legisladores de varios partidos que trabajan para reformar la manera en que los países democráticos tratan con China». Una de sus últimas campañas de alto perfil instó a los países miembros a que revisaran los tratados de extradición con Hong Kong.
Este impulso en cuestiones políticas va acompañado de una creciente presión sobre las empresas tecnológicas chinas, que durante años han dado rienda suelta en los mercados de todo el mundo al ofrecer alternativas más baratas y de baja calidad: hardware y software. Sin embargo, parece que las actividades hegemónicas de Beijing pueden haber sido cortadas de raíz. Tras la prohibición de India de más de 50 apps chinas, Estados Unidos está contemplando una medida similar. Además, los Estados Unidos, y el Reino Unido también, han tomado una decisión sobre excluir a Huawei de su red 5G. Francia también está tomando medidas para restringir el papel de Huawei en su red de telecomunicaciones.
Aun cuando la comunidad global está unida en su respuesta para hacer frente al desastre creado por la pandemia del virus del PCCh, es evidente que Beijing está en un viaje diferente, como lo demuestran sus acciones en Ladakh, el Mar de la China Meridional, Taiwán y Hong Kong. Los funcionarios estadounidenses ya han descrito a China como el rival militar más peligroso. A menos que Beijing tome medidas para corregir sus errores, baje su retórica, y aborde las disputas, es probable que esta creciente oleada de sentimiento anti-China se convierta en un tsunami.
Tahir Aslam Gora es un locutor, editor, traductor y escritor canadiense. Es coautor de «The Danger of Political Islam to Canada, with a Warning to America». («El peligro del Islam político para Canadá, con una advertencia para Estados Unidos).
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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