Opinión
Así que Javier Milei fue elegido presidente de ese conflictivo país sudamericano el domingo.
Eso no podía ocurrir.
Todo el mundo sabía que el «anarco-capitalista» que escupía improperios y blandía motosierras no podía ganar la presidencia.
El economista de 53 años (había sido economista jefe del sistema aeroportuario argentino) y tertuliano era demasiado salvaje, demasiado extremista, demasiado revoltoso para ser tomado en serio.
También era demasiado radical en sus propuestas.
Pero entonces lo imposible se convirtió en inevitable.
Y nótese que Milei no solo ganó.
Ganó de forma casi aplastante, con casi el 56 por ciento de los votos frente al 44 por ciento de su oponente, el Ministro de Economía Sergio Massa.
Puede que Argentina tenga un nombre melifluo que recuerda al dinero («Argentum» significa «plata» en latín).
Pero lleva décadas siendo un desastre económico.
¿Crees que la inflación es mala en Estados Unidos?
Bueno, lo es, como le recordará un viaje a la tienda de comestibles o a la gasolinera.
Pero la inflación en Argentina alcanza actualmente un exorbitante 142 por ciento.
Mientras tanto, el valor del peso, la moneda nacional, está en caída libre.
Solo el año pasado perdió el 60 por ciento de su valor frente al dólar estadounidense.
El salario medio mensual en Argentina es de 45,200 pesos, lo que equivale a 199 dólares al mes.
¿He mencionado ya que Argentina está gobernada por socialistas burocráticos?
Les encanta gastar el dinero que no tienen.
Se deleitan atiborrando al gobierno con nuevos programas, nuevas agencias, nuevas iniciativas y nuevas reglas y regulaciones.
¿Te suena familiar?
La gente, a diferencia de los burócratas, está harta.
Quieren una «terapia de choque económica».
Milei está dispuesto a dársela.
El primer paso será desmantelar, cortar y eliminar la esclerótica maleza del Estado administrativo argentino.
De ahí la motosierra, un modelo personalizado con la inscripción «Milei 2023» y otros detalles de la campaña en su barra guía.
De pie ante una gran pizarra blanca adornada con una hilera de etiquetas, cada una con el nombre de un agencia del gobierno, Milei recorrió la hilera, dijo el nombre del departamento, arrancó la etiqueta y gritó «Afuera».
Ministerio de Deportes y Turismo: ¡Fuera! Ministerio de Cultura: ¡Puf! Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible: ¡Historia!
Fue una actuación gratificante.
«Se acabó la política del robo», insistió Milei.
¿Puede triunfar Milei?
Todo el mundo dice que no.
Por supuesto, ellos -todos los que son alguien- dijeron lo mismo sobre Donald Trump.
¿Y eso qué nos dice?
La campaña de Milei parece seguir, al menos en parte, el modelo de la iniciativa «America First» de Trump.
Es más desenfadada, más latina en su extravagancia, incluso más directa que la de Trump.
Pero Milei y sus seguidores se enorgullecen de la bandera de Gadsden, «No me pisotees» el símbolo amarillo de la resistencia populista.
Observando que «Argentina», como «América», comienza con la letra «A», incluso se apropió del acrónimo definitorio de Trump «MAGA», dándole una morada local y un nombre: » Hacer a Argentina Grande Otra Vez»)Make Argentina Great Again).
Milei quiere sustituir el maltrecho peso argentino por el dólar estadounidense.
Ha declarado la guerra a la corrupta «casta política» que ha estado dirigiendo, y arruinando, Argentina.
Recortará drásticamente el gasto, contraerá los programas de asistencia social y dará prioridad a la libertad y la iniciativa individuales.
Naturalmente, las fuerzas atrincheradas del establishment están horrorizadas.
Sin embargo, por lo que he podido averiguar, Argentina no cuenta con un servicio de inteligencia y un departamento de injusticia empeñados en destruir a cualquier político que desafíe el statu quo.
Milei se enfrentará a mucha oposición, pero no parece que vaya a tener que enfrentarse a las versiones argentinas de James Comey, Robert Mueller, Hillary Clinton y Christopher Wray.
Es demasiado pronto para saber si la sorprendente victoria electoral de Javier Milei introducirá la benéfica corrección de rumbo que Argentina necesita tan desesperadamente.
Las fuerzas que se oponen a un cambio fructífero son muchas y potentes.
«El nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, está en contra del aborto, a favor de las armas, se comprometió a cortar los lazos con China, insultó al Papa Francisco y dice que los seres humanos no están detrás del cambio climático», se quejaba un medio de comunicación.
Algunos podrían considerar esas posiciones como una característica, no como un defecto, pero no dejan de indicar los obstáculos ideológicos a los que se enfrenta.
Pero incluso muchos de los escépticos sobre las posibilidades de éxito de Milei y los que rechazan su populismo salvaje esperan que pueda triunfar.
También están sus hermanos de armas espirituales, que han asistido a la victoria de Milei con lo que podríamos llamar satisfacción transitiva.
El Brexit se produjo en Inglaterra en vísperas de la victoria de Donald Trump en 2016.
Fue la victoria del Brexit una señal o presagio de la potencia populista en América?
Tal vez.
Y quizá el triunfo de Milei en Argentina sea una señal de lo que vendrá en Estados Unidos en 2024.
El entusiasmo palpable del mensaje de felicitación de Donald Trump parece sugerirlo.
«Enhorabuena a Javier Milei por su gran carrera hacia la Presidencia de Argentina», escribió Trump. «¡El mundo entero estaba mirando! Estoy muy orgulloso de ti. Le darás la vuelta a tu País y realmente Harás a Argentina Grande de Nuevo!».
A lo que solo puedo decir: «Amén».
Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.
