Manteniendo la Fe durante mi viaje con el cáncer

Los milagros vienen en todas las formas y tamaños, especialmente cuando uno se enfrenta a su propia mortalidad

Por MICHELE GONÇALVES
17 de noviembre de 2019 3:21 PM Actualizado: 12 de diciembre de 2019 1:48 PM

El cáncer es una de las enfermedades más comunes de nuestra era, y sin embargo aquellos que lo enfrentan rara vez saben lo que está a punto de sucederles más allá de los conceptos más generales. Este «Cáncer cercano» es un recuento abierto del viaje con el cáncer de Michele Gonçalves, desde el prediagnóstico hasta la vida después del tratamiento.

La Fe en un ser superior es profundamente personal. Siempre he creído en Dios, pero la forma en que practico mi Fe ha cambiado. Durante unos 20 años, asistí a una iglesia cada fin de semana, pero en mi adultez ya no siento la necesidad de practicar mi Fe de esta manera. He preferido una ruta más directa sin intermediarios, así que hablo con Dios y le pido ayuda y guía cuando quiero o necesito hacerlo.

Cuando me diagnosticaron cáncer en el recto en etapa 3 en diciembre de 2017, me asusté y mi primer instinto fue hablar con Dios. Al reflexionar sobre esos primeros días, no estaba enojada con Dios en absoluto y no sentía ningún enojo por haber recibido esta enfermedad. Tampoco pedí directamente que me curaran. No estoy segura de por qué, pero mi oración se centraba en pedirle a Dios que me diera fuerza y coraje para atravesar el difícil camino que me esperaba.

Yo le dije a Dios que no quería morir. Le expliqué que quería seguir viva porque sentía que todavía había cosas que necesitaba hacer aquí en la Tierra, pero al final acepté que la decisión era suya si me llevaba o no. En el fondo yo comprendí que este evento fue un acontecimiento importante en la evolución de mi alma. Yo tuve que pasar por ello, así que no lo cuestioné ni lo combatí.

A lo largo del año y medio de viaje a través de mis cirugías y tratamientos, Dios me dio señales de esperanza y aliento. Me gustaría compartir algunas de estas con usted.

Pocos días después de mi diagnóstico, recibí una llamada de mi madre, quien me dijo que mi padre acababa de tener una experiencia espiritual sobre mí y que quería contármela. 

Mi padre tenía 86 años en ese momento. El admitió que estaba muy emocionado y lloraba como un bebé cuando descubrió que tenía cáncer. El no podía parar de derramar lágrimas. Entonces repentinamente, al cabo de unos días, sintió una sensación que se apoderó de su cuerpo como si estuviera bañado en una paz y en una felicidad profunda y abrumadora.

Con ese sentimiento, reveló  que sólo «sabía» que yo iba a sobrevivir y que iba a estar bien. El mencionó que el viaje podía no ser fácil, pero que en última instancia funcionaría. Después de esa experiencia, sus lágrimas se detuvieron por completo.

No era la primera vez que experimentaba esta profunda seguridad.

Años antes, mientras estaba haciendo una prueba de esfuerzo en el consultorio de su médico notaron que algo no estaba bien. En cuestión de horas él se enfrentó a una cirugía de un quíntuple bypass debido a que varias arterias se habían bloqueado en más de un 90 por ciento. La noche antes de su cirugía, esta misma sensación le bañó y supo que estaría bien. Eso fue hace más de 10 años, y el tiempo le ha dado la razón. Mi familia acepta y está de acuerdo en que esto fue una señal celestial de Dios.

En otro caso, tres días después de mi gran cirugía para extirpar mi tumor y ponerme una ileostomía, tuve que quitarme el catéter. Yo tenía que empezar a orinar por mi cuenta antes de las 4 p.m. de ese día, de lo contrario, tenían que volver a colocar el catéter.

Pues bien, pasaron varias horas y no pude orinar. Bebí agua, caminé, también intenté saltar unas cuantas veces para agitar las cosas, pero nada funcionó. Me quedaba una hora antes de que se acercara la inminente hora límite.

De pronto, uno de los capellanes de Centros de Tratamiento del Cáncer de Estados Unidos en Filadelfia, donde recibí el tratamiento, entró en mi habitación del hospital. Me preguntó cómo iban las cosas y le expliqué mi dilema y mi ligero pánico ante la idea de tener que volver a colocarme el catéter.

Mi familia, el capellán y yo nos tomamos de la mano y él dirigió una oración pidiendo a Dios que me ayudara a ir al baño dentro del tiempo necesario. No se imagina usted, después de un corto paseo fuera de la habitación del hospital, pude pasar la orina con unos 20 minutos de sobra. ¿Fue una coincidencia? No creo que lo fuera.

Mi último y más impactante ejemplo vino con los resultados de la biopsia que se tomó durante la operación para extirpar mi tumor.

Mi cirujano me explicó que fue una cirugía muy larga y difícil porque mis órganos estaban duros como una roca e inflamados por las cinco semanas y media de radiación por las que había pasado. El médico necesitó invitar a un ginecólogo a mi cirugía para que lo ayudara a desplazarse a través de mis órganos mientras intentaban hacer espacio para extirpar el enorme tumor en mi recto. En total, se extirparon 39 ganglios linfáticos junto con la enorme masa y un margen de tejido circundante. Esto se hizo para probar hasta dónde había progresado el cáncer y para determinar mi diagnóstico final. 

Pues bien, como si se hubiera producido un milagro, mi oncólogo me dijo que mis resultados eran muy raros, pero que las células cancerosas ya no estaban presentes en todos los tejidos que examinaron, incluidos los 39 ganglios linfáticos.

El especialista reveló que mi pronóstico era excelente y que estaba viendo una cura completa. No podía creerlo. Atribuyó mi resultado a tener una respuesta del 100 por ciento a la fase de radiación de mi tratamiento, pero yo no lo veía de esa manera. Sabía que Dios había hecho esto.

Espero que este artículo haya inspirado a alguien que esté pasando por una enfermedad o un momento difícil en su vida a no darse por vencido en la Fe. 

Una cosa que le pedí a mi familia, amigos y compañeros de trabajo que hicieran por mí durante este momento difícil de mi vida fue orar. Recibí tarjetas, mensajes de texto y apoyo de mucha gente, todos diciéndome que le estaban pidiendo a Dios que me ayudara. Fue muy reconfortante, y al final, creo que el poder de la oración me ayudó con mi resultado.

Únase a mí la próxima vez cuando comience a compartir los detalles de mi tratamiento y describir cómo fue la primera fase de la radiación y las píldoras de quimioterapia oral.

Hasta entonces, respire profundo, sea amable y tómese cada día uno a la vez.

Michele Gonçalves es una auditora de fraude y cumplimiento financiero para la compañía Fortune 500 durante el día y una apasionada seguidora del conocimiento holístico y funcional de la medicina durante la noche. También es autora de la columna The Consummate Traveler.

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