Opinión
El pasado domingo 1º. de octubre se realizó en México la novena reunión del llamado Grupo de Puebla —referencia a la ciudad mexicana—, nuevo nombre con el cual es conocido ahora el Foro de San Paulo, organismo fundado en 1990 con el propósito de reorientar a la izquierda latinoamericana después de la caída del Muro de Berlín.
Aglutina a gobiernos y liderazgos con la mira puesta en conformar el “socialismo del siglo XXI” en el continente, de acuerdo a la definición estratégica impuesta en su momento por Fidel Castro y Hugo Chávez, ratificada en su conferencia en La Habana con la siguiente declaración de su documento oficial: “Esta realidad —la del imperialismo y el capitalismo neoliberal— confirma a la izquierda y al socialismo como alternativas necesarias y emergentes”.
Es un grupo programático, pues ha generado recetas para alcanzar el poder y mantenerlo con posturas radicales más allá de una blanda social democracia. Su socialismo en el fondo es una versión comunista. Se reúne en Puebla luego de que bajo el gobierno de Jair Bolsonaro fuera imposible se realizaran las reuniones en Brasil. Y actualmente al presidente Lula Da Silva no le interesa provocar a una poderosa derecha conservadora brasileña que denuncia haber sufrido un fraude electoral.
La reciente reunión del Grupo de Puebla se llevó a cabo bajo los auspicios del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Contó con la presencia de su secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena y la invitada estrella, sentada de manera central en el pódium del acto, fue Claudia Sheinbaum, la virtual candidata a la presidencia de la República por parte de Morena, el partido gobernante. Estuvieron presentes el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, Evo Morales de Bolivia y representaciones de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Fue notoria la ausencia de los gobiernos de izquierda moderada de Colombia y Chile.
Al ideario original del Foro de San Paulo, el Grupo de Puebla agrega ahora su promoción particular de la Agenda 2030, que va más allá de las cuestiones ambientales y establece medidas de control político de la población mediante la tecnología de seguridad, la supresión paulatina de las monedas nacionales por monedas digitales y la educación de la niñez en antivalores contrarios a la familia natural y el libre desarrollo de la sexualidad humana, mediante la imposición de la Agenda LGBTT+, es decir, asumen uno de los lineamientos del marxismo posmoderno.
Al socialismo duro del siglo XXI, que convierte a los Ejércitos en grandes empresas estatales dedicadas a los negocios como un preventivo de los golpes de Estado, el Grupo de Puebla ha agregado a sus propósitos estas variantes globalizadoras con pretensiones de legitimarse; en eso acompañan a China, que sostiene abiertamente la Agenda 2030.
La política exterior de México llegó a tener prestigio internacional y durante la llamada Guerra Fría mantuvo una postura autónoma respecto a las grandes potencias. Después de la caída de la Unión Soviética, México siguió sosteniendo posiciones independientes, pero el Tratado de Libre Comercio (TLC, hoy T-MEC) al fortalecer los lazos comerciales dio inicio también a una mayor identificación con un bloque del norte en el Continente, con Canadá y Estados Unidos.
El gobierno del presidente López Obrador ha pretendido convertirse en un país influyente en Centroamérica, aunque ha sido más bien notorio su alineamiento paulatino con las dictaduras latinoamericanas de izquierda. México dejó de ir a una conferencia internacional convocada por Estados Unidos, en protesta por no haber sido invitadas las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
La reunión reciente del Grupo de Puebla como apoyo mutuo entre la izquierda radical latinoamericana y Claudia Sheinbaum —quien fue durante muchos años militante de grupos comunistas—, prepara lo que va a constituir —si Sheinbaum llega a ser presidenta de México—, el gran viraje político del país.
En el Grupo de Puebla se habla de la unión al BRICS —el conjunto de economías competidoras de Estados Unidos y sus aliados occidentales, entre las cuales se encuentran Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica—. Aunque, sobre todo, el objetivo para México es la integración no sólo a la izquierda latinoamericana, sino al bloque radical de la misma con las implicaciones internas y de política exterior que esto significa.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.