México y la crisis mundial: política exterior, moneda y petróleo

Por Gerardo De la Concha
20 de abril de 2024 3:31 PM Actualizado: 20 de abril de 2024 7:11 PM

Opinión

Hay una crisis en Medio Oriente la cual amenaza con volverse una crisis mundial, definiendo bloques enfrentados más allá de guerras comerciales de baja intensidad. El mundo se encuentra actualmente en este riesgo y en algunos medios internacionales se comenta la posibilidad de una guerra internacional de enormes consecuencias.

Porque el conflicto agudizado después del ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre, sigue escalando por la estrategia del gobierno de Benjamín Netanyahu —condenada por la ONU—, consistente en bloqueo de alimentos, bombardeos con una mayoría de víctimas civiles palestinas, sobre todo mujeres y niños, ataques a hospitales y demolición de la Universidad de Gaza, con el propósito de desplazar a la población civil de este territorio. Mientras tanto, Hamás mantiene como rehenes a civiles israelíes víctimas del 7 de Octubre

En esta circunstancia, ya se ha sumado Irán de manera directa con un ataque con drones a Israel, cuya efectividad fue anulada por el sofisticado sistema de defensa israelí. No obstante, en el estrecho de Ormuz, Irán se apoderó de un barco mercante israelí demostrando que ya no hay neutralidad en aguas internacionales, sino casi un estado de guerra sin declaración formal.

El gobierno de Joe Biden advirtió al gobierno de Israel que no respondiera al ataque fallido de Irán, para evitar haya un conflicto mayor que terminaría por incendiar a la región. Y es que Quatar ha decidido retirarse de su intermediación en el tema de los rehenes israelíes, en previsión del escalamiento de la crisis.

Por su parte, Donald Trump, el candidato republicano con altas probabilidades de ganar la presidencia de Estados Unidos, ha sido un crítico severo tanto de Benjamín Netanyahu como de Joe Biden y ha dicho que bajo su gobierno habría más posibilidades de paz.

El expresidente y candidato presidencial republicano Donald Trump habla en un mitin de campaña en Schnecksville, Pensilvania, el 13 de abril de 2024. (Timothy A. Clary/AFP vía Getty Images)

Otro conflicto que alimenta la perspectiva de una crisis mundial es la invasión rusa de Ucrania. A pesar del aparente desequilibrio militar, Ucrania ha resistido a la invasión rusa y ese estancamiento amenaza convertirse en una derrota militar del Ejército de Vladimir Putin.

En esta circunstancia, involucrarse en el conflicto del Medio Oriente en alianza con Irán, y con la legitimidad que en este momento otorga la victimización de la población civil palestina, puede resultar una salida para Putin, una especie de fuga hacia adelante.

Putin ha intervenido en Siria y en el pensamiento de la “Gran Rusia” que alimenta sus ambiciones, sigue viva la vieja herida de la derrota soviética en Afganistán. Una herida que sólo puede cerrarse jugando de nuevo el papel de una gran potencia, aunque esto signifique el riesgo de involucrarse en una crisis que podría evolucionar de regional a mundial.

En este tipo de crisis desbordadas, late en el fondo el problema económico. Y en la economía internacional las materias primas, la energía —todavía el petróleo— el endeudamiento, el juego comercial, los reacomodos geopolíticos, la predominancia de las monedas, juegan un papel determinante.

Rusia y China —quien sigue reivindicando su soberanía en contra de Taiwán— se encuentran en la línea donde su economía puede requerir del conflicto internacional para mantener, en forma paradójica, una dinámica estabilizadora que sustente a sus regímenes políticos, al enfrentar un fracaso en su aspecto comercial competitivo.

En esta circunstancia internacional, México se encuentra en este momento con un desorden interno: el de su política exterior. Desde los años 30 del siglo XX, México fue construyendo una diplomacia, una doctrina, una profesionalización, una experiencia, que le dieron lustre a su política exterior en distintos ámbitos, en los organismos internacionales y las relaciones bilaterales. Sus nombres representativos: Fabela, Estrada, García Robles, Torres Bodet.

Después de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), México comenzó a considerar su pertenencia a un bloque regional comercial como un factor geopolítico que realineaba también su política exterior con base en esta realidad económica, en consonancia con su proceso de consolidación democrática interna. Pero esto siempre como una evolución.

Un antecedente de nuestra realidad actual, que llamo un desorden interno de nuestra política exterior, fue el “tercermundismo” del presidente Luis Echeverría, quien aspiraba a ser un líder de los llamados en ese tiempo “países no alineados”. Eso llevó a México en ese tiempo a una ruptura de relaciones con Israel y a un gravoso boicot comercial de la comunidad judía estadounidense a México.

Actualmente, ante la prioridad del problema migratorio para Estados Unidos, el alineamiento de México con dictaduras latinoamericanas como la de Venezuela, Nicaragua y Cuba, no ha tenido una mayor repercusión internacional, lo cual se mantiene latente.

La pérdida de respeto a la soberanía de México con la transgresión a la Convención de Viena, cometida por el gobierno de Ecuador, ha tenido poca repercusión internacional al estar de origen la protección a un delincuente gubernamental sentenciado, lo que también infringe las reglas internacionales en la materia.

Pero es claro que si las actuales crisis internacionales regionales escalan hasta el grado de una crisis mundial, la posición de México con esas dictaduras latinoamericanas aliadas de Rusia y China sería algo insostenible y una nueva circunstancia afectaría su posición geopolítica comercial e incluso la neutralidad de nuestro país.

Algunos de los jefes de Estado y representantes que participaron en el encuentro migratorio convocado por el presidente de México en la ciudad de Palenque, Chiapas, el 22 de octubre del 2023. De Izq. a Dcha.: Miguel Díaz-Canel de Cuba, Xiomara Castro presidenta de Honduras; Andrés Manuel López Obrador presidente de México; Ariel Henry primer ministro de Haití; Gustavo Petro presidente de Colombia y por Venezuela Nicolás Maduro. (EFE/ Presidencia de México)

Es evidente que el nuevo gobierno, ya sea continuidad de Morena o surgido de la oposición, obligadamente tendrá que revisar la actual política exterior de México y terminar con su desorden interno, es decir, la falta de coherencia existente ahora desde el ejecutivo. De otra manera, los riesgos de una crisis mundial pueden afectar aún más negativamente su posicionamiento internacional y en una medida mayor incluso su economía.

Y habrá que considerar también el contar con una buena estrategia para evitar no sólo afectaciones por un desorden de nuestra política exterior, sino incluso para aprovechar beneficios inesperados como, por ejemplo, los que se están dando en ámbitos como el petrolero.

México ha invertido en Pemex 870,000 millones de pesos transferidos del erario y una reducción de 500,000 millones de pesos del DUC, es decir, la retribución que Pemex debe dar al Estado mexicano, junto con créditos fiscales de hasta por 250,000 millones de pesos, para pagar a acreedores internacionales y mantener la estabilidad de la empresa petrolera.

Pero, al mismo tiempo, ha disminuido su producción y venta de petróleo crudo; esta política es contradictoria, porque antes Pemex representaba utilidades que, por la vía fiscal, se utilizaban en campos esenciales como la salud o la educación y ahora es al revés, es evidente que recursos de estas áreas se han canalizado a esta enorme inversión.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que la política de Morena en este sentido se va a mantener para resguardar el petróleo en un proyecto de auto consumo a partir de la refinación. Y que, por supuesto, no va haber rondas petroleras, es decir, asociaciones internacionales para la exploración y explotación del petróleo.

En la actual circunstancia internacional, un proyecto de autarquía es una mala idea, pues como se muestra, siendo sólo una crisis internacional regional en Medio Oriente, en combinación con el estancamiento en Europa por la guerra ruso ucraniana, los precios del petróleo se están reevaluando y sus futuros en los mercados internacionales son más que optimistas, así como en México, como efecto de esta circunstancia, el dólar pasó de $16.50 a $17.10 en una semana.

Los amagos de una crisis mundial están haciendo que soplen los vientos de un boom petrolero y que se fortalezca el dólar como moneda refugio a nivel internacional. Al acabarse el desorden interno de nuestra política exterior, va a ser necesario también un enfoque pragmático y no ideológico de nuestra economía, que debe funcionar para el beneficio de la población y no para la complacencia dogmática de un líder político.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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