Más de un millón de personas han muerto, según cifras del lunes 28 de septiembre, a causa del virus del Partido Comunista Chino (PCCh), comúnmente conocido como el nuevo coronavirus, un sombrío hito de una pandemia que asfixió la economía mundial y cambió el modo de vida de miles de millones de personas en todo el mundo.
«No son solo un número. Estos son seres humanos. Son personas que amamos», dijo el Dr. Howard Markel, profesor de historia médica de la Universidad de Michigan, quien ha estado asesorando a funcionarios del gobierno de Estados Unidos sobre la contención de la pandemia y que a su vez perdió en febrero a su madre de 84 años por el virus.
«Son nuestros hermanos, nuestras hermanas. Ellos son personas que conocemos», agregó. «Si uno no tiene ese factor humano justo en el frente, es muy fácil hacerlo parecer algo abstracto».
El verdadero alcance de la cifra de muertos por la pandemia sigue siendo desconocido debido al posible ocultamiento por parte de algunos países, sobre todo China, donde el régimen comunista gobernante estableció una severa represión de la información sobre la enfermedad.
Descontando el ocultamiento del PCCh, Estados Unidos contabiliza 205,000 muertes, la mayor cantidad del mundo. Partes de Europa están siendo golpeadas por una segunda ola y algunos expertos temen que el mismo destino le aguarde a Estados Unidos. Según datos oficiales del gobierno recopilados por la Universidad Johns Hopkins, cada día se registran en promedio casi 5000 muertes.
«Puedo entender por qué (…) los números están perdiendo su poder de impacto, pero sigo pensando que es muy importante que entendamos cuán grandes son realmente estos números», dijo Mark Honigsbaum, autor de “The Pandemic Century: One Hundred Years of Panic, Hysteria and Hubris» (El siglo de la pandemia: Cien años de pánico, histeria y arrogancia).
Cuando el virus inundó los cementerios de la provincia italiana de Bérgamo la primavera pasada, el reverendo Mario Carminati abrió su iglesia a los muertos, alineando 80 ataúdes en el pasillo central. Después que un convoy del Ejército los llevó al crematorio, llegaron otros 80. Luego otros 80 más.
Eventualmente, la crisis retrocedió y la atención del mundo cambió. Pero el alcance de la pandemia perdura. En agosto, Carminati enterró a su sobrino de 34 años.
«Esto debería hacernos reflexionar a todos. El problema es que creemos que todos somos inmortales», dijo el sacerdote.
El PCCh ocultó el contagio al pueblo chino y a la población del mundo entero durante al menos seis semanas después de conocer el brote del virus en Wuhan. Para cuando los líderes mundiales fueron notificados, el virus ya se había extendido por todas partes.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump se apresuró a prohibir los viajes desde China en un momento en que sus oponentes políticos estaban centrados en su proceso de destitución.
La cifra de un millón de muertos en un período tan limitado de tiempo rivaliza con algunas de las amenazas más graves para la salud pública, pasadas y presentes.
Esta cifra supera las muertes anuales por SIDA, que el año pasado terminaron con la vida de unas 690,000 personas en todo el mundo. El número de víctimas del virus del PCCh se acerca al millón y medio de muertes anuales a causa de la tuberculosis en el mundo, la que regularmente mata a más personas que cualquier otra enfermedad infecciosa.
Sin embargo, «el control de COVID sobre la humanidad es incomparablemente mayor que el control de otras causas de muerte», dijo Lawrence Gostin, profesor de derecho sanitario mundial en la Universidad de Georgetown. El especialista destacó el desempleo, la pobreza y la desesperación causados por la pandemia, así como las muertes por la miríada de otras enfermedades que no han sido tratadas por un un sistema de salud que se encuentra sobrepasado.
A pesar de su letalidad, este virus se ha cobrado muchas menos vidas que la llamada gripe española, que se estima mató entre 40 y 50 millones de personas en todo el mundo en dos años, hace poco más de un siglo.
Esa pandemia se produjo antes de que los científicos tuvieran microscopios suficientemente potentes para identificar al enemigo o antibióticos que pudieran tratar la neumonía bacteriana secundaria que mató a la mayoría de víctimas. También siguió un curso muy diferente. En Estados Unidos, por ejemplo, la gripe española mató a unas 675,000 personas. Pero la mayoría de esas muertes no se produjeron hasta que una segunda ola golpeó durante el invierno de 1918-19.
Con información de The Associated Press.
Siga a Ivan en Twitter: @ivanpentchoukov
Apoye nuestro periodismo independiente donando un «café» para el equipo.
Le puede interesar
Documental: El encubrimiento del siglo – La verdad que el PCCh ocultó al mundo
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.