Nick Vujicic, un orador motivacional que viajó por todo el mundo a través de su organización para hablar a millones de personas sobre su fe cristiana, se convirtió en cofundador de un banco provida después de que lo echaran de su banco, publicaran un artículo falso sobre él y lanzaran una granada a su casa.
Vujicic, fundador, presidente y director ejecutivo del ministerio Life Without Limbs, se reunió con la junta directiva de su organización y le sugirieron que hablara en favor de la causa provida. Vujicic aceptó, pero antes de empezar a hablar se enfrentó a todo tipo de acoso.
«Me echaron de un banco, sin previo aviso, congelaron mis tarjetas de crédito, congelaron mis tarjetas de débito (…) hicieron una revisión de mí como cliente y no quieren tener nada que ver conmigo», dijo Vujicic en una reciente entrevista en el programa «Crossroads» de EpochTV.
Vujicic se enteró por el cofundador de su banco provida de que «la mayoría de los bancos hacen donaciones filantrópicas en virtud de responsabilidad social para donar a causas que aportan [a] las mayores clínicas de aborto en Estados Unidos».
«Pero sí financiaremos con el 50% de los beneficios netos a organizaciones sin ánimo de lucro de línea judeocristiana que estén alineadas con la Biblia y que hagan la voluntad de Dios, según nuestros sistemas de creencias».
El capitalismo de las partes interesadas
Vujicic atribuyó el rechazo de las industrias privadas a prestar servicios a determinadas personas a las nuevas normas de gestión empresarial denominadas criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG). Una persona puede ser evaluada en función de si se adhiere a las causas no lucrativas de la empresa o es respetuosa con el medio ambiente, dijo Vujicic.
«Si tengo un [coche] V12 biturbo, que es lo que hago, en realidad estoy perjudicando al medio ambiente. Se me clasifica como ciudadano de segunda clase. Se va a llamar créditos de carbono. Y vamos a ser categorizados [en función] de lo perjudicial que sea Nick para el medio ambiente, en función de lo que crea, y de a quién le da, a qué no le da».
Según el Foro Económico Mundial (FEM), las consideraciones ASG son la «vara de medir del capitalismo de las partes interesadas» y serán esenciales para el éxito empresarial en el futuro.
Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del FEM, propuso el concepto del Gran Reinicio para transformar la economía mundial del «capitalismo de los accionistas» al «capitalismo de las partes interesadas«.
Las partes interesadas «incluyen a los propietarios y accionistas de la empresa, a los clientes, a los proveedores, a los colaboradores de cualquier tipo, así como al gobierno y a la sociedad, incluidas las comunidades en las que la empresa opera o que pueden verse afectadas de algún modo por ella», según un informe del FEM (pdf).
El FEM propuso un conjunto de métricas que se utilizarán para calificar a las empresas en función de los criterios ambientales, sociales y de buen gobierno con el fin de fundamentar las decisiones de inversión. El Instituto de Finanzas Corporativas señaló que las estrategias de inversión basadas en los ASG han ganado popularidad entre los millennials.
Las métricas medioambientales «pueden centrarse en el impacto de una empresa en el medio ambiente —por ejemplo, su uso de energía o su producción de contaminación, … [así como] en los riesgos y oportunidades asociados a los impactos del cambio climático», según un boletín de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por su sigla en inglés).
Las métricas sociales «pueden centrarse en la relación de la empresa con las personas y la sociedad, por ejemplo, cuestiones que afectan a la diversidad y la inclusión, los derechos humanos, cuestiones religiosas específicas, la salud y la seguridad de los empleados, los clientes y los consumidores a nivel local y/o mundial».
Las métricas de gobernanza «podrían centrarse en cuestiones como la forma de dirigir la empresa, por ejemplo, la transparencia y la presentación de informes, la ética, el cumplimiento, los derechos de los accionistas y la composición y el papel del consejo de administración».
En septiembre de 2020, el FEM proporcionó directrices (pdf) para las métricas de capitalismo de las partes interesadas basadas en los ASG que evaluarán la composición del órgano de administración de la empresa basándose en factores como el género, la participación de las partes interesadas y la proporción de «grupos sociales insuficientemente representados».
Entre otras métricas recomendadas por el FEM relacionadas con el medio ambiente están las emisiones de gases de efecto invernadero, el tamaño de la tierra utilizada, el consumo de agua y la contaminación del aire y del agua.
El informe del FEM también ideó varias métricas relacionadas con factores sociales, como el porcentaje de empleados por edad, género y etnia, los ratios de igualdad salarial comparando mujeres y hombres, los grupos étnicos menores y mayores, las diferencias salariales basadas en el género y otras categorías de diversidad, el número de incidentes de discriminación y acoso, el número de proveedores que utilizan trabajo infantil o forzado, la participación de los empleados en programas de salud y bienestar y la inversión en la comunidad.
Willis Towers Watson entrevistó a 170 miembros de consejos de administración en más de 20 países y descubrió que la equidad salarial es una preocupación primordial para muchos directores de consejos de administración en Europa y Norteamérica, escribieron Shai Ganu y Kenneth Kuk, directores de Willis Towers Watson.
«Un director europeo compartió que el consejo de administración de su empresa había instado a la dirección a limitar su margen de beneficios a un determinado nivel y, al hacerlo, había animado a la dirección a invertir en prioridades de los ASG y sostenibilidad, lo que a su vez aumentó el valor de la empresa a largo plazo», escribieron Ganu y Kuk para el FEM.
Las empresas con mejores perfiles en los ASG pueden beneficiarse de las preferencias y del menor coste de la deuda que ofrecen las empresas de servicios financieros, así como de la afluencia de capital en inversiones sostenibles, dijeron los directores.
El Nasdaq ya ha propuesto normas de diversidad en los consejos de administración (pdf) que impondrían cuotas en función del sexo, la orientación sexual, la raza y la etnia.
David Burton, investigador principal de política económica de la Fundación Heritage , afirmó que «la adopción por parte del Nasdaq del ‘movimiento de justicia social’ y del capitalismo de las partes interesadas, si se adopta de forma generalizada, tendría efectos adversos para los estadounidenses al reducir los salarios, los ingresos y el empleo».
Dos investigadores del Instituto Mises, Hunter Hastings y Peter G. Klein, consideran que los requisitos de los ASG, así como los de diversidad, equidad e inclusión, son «formas de amiguismo, que desvían las actividades empresariales de la satisfacción de los deseos de los clientes en intercambios voluntarios de libre mercado para alinearse con las directivas gubernamentales, algunas actuales y otras previstas».
Hastings y Klein describieron estas prácticas como comportamientos no comerciales y métricas turbias, ambiguas y costosas de aplicar.
«Los ejecutivos dan la bienvenida a la ambigüedad que hace más difícil la rendición de cuentas», escribieron para Mises Hastings, consultor de empresas, y Klein, profesor de emprendimiento en la Universidad de Baylor.
«Las corporaciones muestran un comportamiento destructivo similar [al de las escuelas de negocios] con sus campañas publicitarias ‘woke’ y sus programas de formación corporativa. La larga marcha de Gramsci a través de las instituciones parece haber llegado a los departamentos de recursos humanos de las empresas, que son la fuente de gran parte de este comportamiento antieconómico y anticapitalista», escribieron Hastings y Klein.
Antonio Gramsci fue un destacado comunista italiano que se dio cuenta de que era difícil incitar una revolución para derrocar a un gobierno legítimo cuando la gente todavía tiene una creencia religiosa, por lo que la revolución del proletariado debe comenzar con la subversión de la religión, la moral y la civilización.
Gramsci escribió que para subvertir la sociedad occidental desde dentro, los socialistas debían librar una «guerra de posiciones», un concepto que más tarde pasó a llamarse «la larga marcha a través de las instituciones».
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