Sebastián, un niño de 4 años de Minnesota que anhelaba algunos dulces, tomó a escondidas el vehículo de su bisabuelo y se fue manejando solo por algunas calles a la estación de servicios donde pensaba obtenerlos.
«Nunca había visto a un conductor tan joven antes de operar un vehículo», dijo el capitán Mark Boerboom del Departamento de Policía de Blaine a Fox9.
El incidente ocurrió en junio en horas de mucho tráfico, alrededor de las 8:30 a.m., cuando el niño, se puso detrás del volante de un automóvil Hyundai Santa Fe y partió sin casi ver por encima del volante.
Sebastián condujo desde la casa del abuelo por algunas calles del vecindario antes de girar en la concurrida Avenida de la Universidad.
El niño le dijo a FOX9 que fue «a la gasolinera porque quería tener un Reese», un dulce típico estadounidense de mantequilla de maní envuelto en chocolate.
Varios testigos que vieron el vehículo dijeron a la policía que iba conduciendo erráticamente a velocidades de 10 a 15 mph antes de detenerse en el estacionamiento de la estación de servicio.
“En el camino, varios buzones de correo fueron destruidos y el vehículo cortó un árbol que rompió un pedazo del parachoques dejándolo en el césped de un vecino”, reportó Fox9.
La Policía dijo que por fortuna nadie resultó herido durante el viaje en busca de golosinas.
«Podría haber sido muy serio», dijo el bisabuelo de Sebastian, Roy Becker, a Fox9.
«Podría haber golpeado un coche. No llevaba cinturón de seguridad. Podríamos estar hablando de un funeral”.
El niño de 4 años dijo que agarró la llave del vehículo de la pared subiéndose a un piso y luego corrió al automóvil cuando nadie estaba mirando.
El niño “observa todo lo que hace la gente y lo repite», dijo Becker.
La madre de Sebastian, Jenna Swenson, declaró a Fox9 que sintió «pánico, ansiedad» cuando se enteró de lo sucedido, y dijo que los miembros de la familia van a seguir más de cerca al menor.
Cuando la policía compartió la noticia en Facebook un usuario, Terri Marrie Kotalik, comentó que caundo tenía la edad de Sebastián hizo lo mismo.
«Hice lo mismo a su edad, a finales de los 70, solo, en un 76 Impala con mi hermano menor en el asiento trasero», dijo Kotalik. Después que salió de la casa, «del hogar de mis abuelas en Minnetonka, bajamos la colina atravesando un buzón, un árbol, arrancando la puerta de los conductores y parando en la puerta del vecino al otro lado de la calle».
«Salí corriendo del auto gritando «¡No lo hice!», varias veces, mientras todos miraban con horror. Le eché la culpa a mi hermano, que de hecho estaba en un asiento de seguridad, atado. ¡Nos reímos de ello hoy!», añadió.
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