Niño deja asombrada a su madre cuando recuerda que fue Lou Gehrig en otra vida

Por Catherine Yang
05 de mayo de 2023 3:58 PM Actualizado: 05 de mayo de 2023 3:58 PM

El hijo de Cathy Byrd, Christian, se aficionó al béisbol en cuanto comenzó a caminar. Tenía un pequeño bate, pelota, guante e incluso su uniforme, y pensaba en el béisbol las 24 horas del día, contó Byrd. El niño era muy talentoso  y estaba  obsesionado con el deporte, un video de sus primeros años acumuló millones de visitas y le valió un lugar en una película de Adam Sandler.

Esto resultaba aún más insólito por el hecho de que ni Byrd ni su esposo tenían ningún interés, ni mucho conocimiento sobre este deporte. Pero, después de todo, el béisbol era el pasatiempo favorito de Estados Unidos, y no habría sido descabellado que un encuentro fortuito con este deporte despertara ese interés.

Entonces, un día, Christian dijo de improviso: «Yo solía ser un jugador alto de béisbol «.

Byrd trató de corregirlo; seguramente quiso decir que «sería» un jugador alto de béisbol  algún día. Christian hizo caso omiso de la corrección, y estos comentarios extraños persistirían.

«Un día se sintió muy frustrado, fue un momento que nunca olvidaré. Estaba de pie en la sala de estar y yo le estaba lanzando pelotas, en ese momento él dijo: ‘Yo solía ser un jugador de béisbol alto’. Y yo dije, ‘Oh sí, un día.’ Le corregí: ‘Un día serás un jugador de béisbol alto’. Y dio un pisotón en el suelo. Y dijo: ‘¡No! ¡Yo era alto! Como papá'».

«Y fue la primera vez que realmente me di cuenta: ¿es esto lo que intentaba decir y lo hemos ignorando?».

Byrd dijo que ese fue el momento en que su mente se abrió un poco más y empezó a escuchar. A partir de entonces, se abrieron las compuertas.

Babe Ruth era malo conmigo

Poco a poco, por lo general justo antes de acostarse, cuando Christian estaba somnoliento, compartía fragmentos de información que Byrd empezó a armar como un rompecabezas. En el transcurso de dos o tres años, la imagen se fue aclarando.

Era un jugador de béisbol alto y bueno. Llevaban tacos metálicos y no llevaban cascos. Viajaban en tren, no en avión, y él se alojaba en hoteles casi todas las noches.

Byrd podía suponer que Christian hablaba de una época anterior, aunque no podía conocer esta información, ya que nunca había estado expuesto a ella. Aun así, le escuchó y continuó apoyando su tremendo amor por el béisbol.

Le llevó a ver un partido de los Yankees y los Red Sox en Fenway Park, donde le cayó una pista especialmente memorable. Al pasar junto a una foto gigante de Babe Ruth, Christian se detuvo y se enfadó. «Él fue malo conmigo. No me gusta!».

«Y fue muy vergonzoso porque la gente que pasaba decía: ‘Oh, este chico está tramando algo’. Ya sabes, Babe Ruth era un poco idiota’. Yo me reía y escondía la cara», dijo Byrd.

«Realmente, estos momentos parecían divertidos y tontos, pero él estaba tan cargado emocionalmente por estos recuerdos. De hecho, Tuvimos que abandonar el estadio, a pesar de que teníamos entradas para ver el partido. Simplemente estaba muy afectado».

Estaba claro que no era una fantasía, y Byrd dice que después de este incidente empezó a sumar dos más dos.

Cathy Byrd. (NTD)

Ella descubrió el libro de Carol Bowman «Children’s Past Lives» (Las vidas pasadas de los niños) y se dio cuenta de que no estaba sola: muchas otras madres de Estados Unidos habían compartido historias similares. Esto la llevó a comunicarse con Bowman y pedirle consejo. Bowman le dijo que podía hacerle preguntas cuando Christian mencionara algunos de esos recuerdos, y  podía mostrarle fotos de esa época para ver si así conseguía algún dato que pudieran identificar.

Con la pista de Babe Ruth como punto de partida, Byrd empezó a enseñar a su hijo fotos de esa época. Una de ellas era una foto de los Yankees de New York  de 1927, tras lo cual le preguntó: «Christian, ¿ves a alguien aquí a quien no le gustara Babe Ruth?».

«Y señaló a un tipo con hoyuelos que, en aquel momento, yo no sabía quién era, y dijo ‘él’. Luego también dijo en la misma sesión: ‘Ese soy yo'».

«Cuando recibes estas revelaciones, no te lo tomas realmente en serio, y siempre estás buscando pruebas, ¿verdad? No estás como, ‘Oh, este era mi hijo en una vida pasada’. Es el último lugar a donde va tu mente».

Así que Byrd llamó a Bowman.

Vidas pasadas de los niños

Bowman es pionera en el campo de la terapia de vidas pasadas, la primera en escribir un libro que aborda específicamente las vidas pasadas de los niños. A diferencia de los recuerdos surgidos en una sesión de terapia de regresión a vidas pasadas mediante hipnosis, los niños menores de siete años mencionan a veces de forma natural y espontánea recuerdos que no podrían haber adquirido después del nacimiento, indicativos, tal vez, de una vida pasada. Había ocurrido con el hijo y la hija de Bowman.

Pero el fenómeno en sí no fue lo que impulsó a Bowman a investigar y escribir sobre el tema. Fue el hecho de que ella viera, en sus propios hijos, que una vez abordados los recuerdos, se curaban de alguna dolencia relacionada. En el caso de su hija, una fobia desapareció por completo. En el caso de su hijo, su fobia repentina desapareció tan rápido como había aparecido cuando se abordaron los recuerdos, y también desapareció una afección física que no había respondido al tratamiento médico. Tal vez, pensó, estos recuerdos y síntomas se manifestaban porque el alma necesitaba curación.

Bowman no es de ninguna manera la primera en investigar las vidas pasadas de los niños. Estos relatos espontáneos constituyen la mayor parte de la investigación sobre vidas pasadas, que se lleva a cabo en la Universidad de Virginia desde hace cuarenta años, empezando por el trabajo del Dr. Ian Stevenson, quien recopiló miles de casos de este tipo de todo el mundo, incluidos más de 1000 casos «resueltos» en los que había pruebas suficientes para determinar la identidad de la persona mencionada como una vida pasada. El Dr. Jim Tucker, quien  continuó la investigación de Stevenson en la Universidad de Virginia, fue quien entrevistó a Christian cuando tenía cinco años.

El concepto de vidas pasadas, o reencarnación, es una de las creencias más antiguas de la humanidad y formó parte de todas las grandes religiones. Es una creencia menos conocida en Occidente, donde los primeros relatos se atribuyen a Platón, pero fue eliminada durante la época en que el emperador romano Constantino fusionó la Iglesia y el Estado y prohibió las menciones de la reencarnación en la religión.

Por eso, cuando Bowman se dio cuenta de que muchas madres estadounidenses habían experimentado lo mismo que ella, pero que muchas de ellas no sabían nada sobre vidas pasadas ni qué hacer, quiso escribir una guía, el tipo de libro que ella habría querido tener cuando apareció por primera vez la fobia de su hijo.

La madre de Lou Gehrig

Byrd miró la foto y se dio cuenta de que su hijo había señalado a Lou Gehrig cuando dijo «Ese soy yo».

Lo único que sabía de Gehrig era que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), a menudo llamada enfermedad de Lou Gehrig, y como madre esto le produjo una punzada de preocupación. Christian a veces tenía problemas para respirar y había ido varias veces al hospital por ello. ¿Había alguna relación?

El jugador de béisbol de las Grandes Ligas apodado «el caballo de hierro» murió joven, a los treinta y siete años, dos años después de su emblemático discurso «El hombre más afortunado» en el Yankee Stadium. Fue recordado y honrado no solo por su increíble récord, sino también por su integridad y buen carácter.

Bowman aconsejó a Byrd que le mostrara más fotos y le hiciera más preguntas abiertas, no capciosas, para ver qué podía identificar y si sus respuestas eran precisas. Y lo fueron.

A medida que Christian iba mencionando fragmentos de las relaciones de Gehrig —con Ruth, con su esposa, con sus padres—, Byrd iba investigando a cada uno de ellos, indagando en aspectos a veces oscuros de la historia y descubriendo secretos familiares, como el hecho de que la esposa de Gehrig, Eleanor, no le hubiera revelado a él ni a sus padres que su enfermedad era terminal, los motivos detrás de las decisiones que ella había tomado con respecto a su patrimonio y la tensa relación que habían mantenido. Lo que Christian decía podía confirmarse.

Byrd no quería compartir con nadie el hecho que Christian tenía recuerdos de vidas pasadas, y más aún que otros se enteraran de que su hijo decía que había sido Lou Gehrig. Cuando Christian se lo mencionó a otros niños con los que jugaba al béisbol, no todos fueron amables.

Entonces llegó otra bomba cuando Christian habló de Gehrig un día de la madre.

Byrd estaba haciendo preguntas sobre la vida de Gehrig cuando Christian sacó el tema y, para su sorpresa, él respondió como si Byrd debiera conocer esas respuestas porque ella también estuvo allí. Ella también fue su madre en esa vida. Byrd descubrió que la madre de Gehrig, Christina, era una inmigrante alemana que trabajaba como empleada doméstica y que sobrevivió a Gehrig trece años.

Christian habló de esperarla en el cielo, esperando volver a nacer junto a su madre.

Reconciliando su experiencia con su fe

La primera persona a la que Byrd pidió consejo cuando empezó a sospechar que su hijo mencionaba una vida pasada fue un pastor. Le escribió y él le respondió que rezaría por ella, pero que no debía compartir la historia porque afectaría la percepción que los demás tendrían de ella en la iglesia. Algunos amigos a los que Byrd había comentado esto le dijeron cosas similares, advirtiéndole que no se pusiera «en el lado equivocado de Dios».

Byrd se tomaba en serio su fe cristiana, y esto le hirió profundamente.

Cuando encontró el libro y la información de contacto de Bowman,  lo sintió como un regalo del cielo.

«Eso realmente me ayudó, me liberó de la culpa. Tal vez la reencarnación sea algo real», dijo Byrd.

«Me llevó a investigar mucho. Investigué la historia de la reencarnación y todas las otras religiones y partes del mundo donde es una creencia totalmente aceptada. Y de hecho leí algo sobre cómo, en las escrituras gnósticas, en el Antiguo Testamento, había enseñanzas sobre la reencarnación y el renacimiento. Y en el siglo IV d.C., se eliminaron de la Biblia».

«Volví a muchos de los filósofos antiguos; Platón, Sócrates, e incluso a principios del siglo XX, muchos de los escritores escribieron sobre la reencarnación. Así que comencé a ir a otras fuentes, y vi cómo se sacaron de la Biblia escrituras que hablaban de la reencarnación porque la iglesia realmente no quería que la gente creyera que tenían otra oportunidad en la vida. Y así pude ver la historia», dijo Byrd.

Cuando Christian le reveló que también había sido su madre en su vida pasada, se sintió impulsada a emprender un segundo viaje de investigación. Al final, con mucho valor, se sometió a una sesión de regresión a vidas pasadas con un terapeuta en el que confiaba su amiga. Éste le había aconsejado que no fuera con expectativas concretas, que no se decepcionara si no surgían recuerdos de Christina Gehrig.

Sin embargo, según Byrd, en las tres sesiones a las que se sometió, sí aparecieron.

En esos recuerdos, pudo sentir el amor que Christina Gehrig tenía por su hijo. Pudo experimentar el amor y la pérdida en la vida de Christina Gehrig, y detalles increíblemente específicos de lo que había en cierta casa en la que vivieron, mascotas, vecinos, un reloj que su hijo le había regalado, una pulsera con dijes que había querido regalar a la niña que vivía al lado y que a menudo jugaba fuera con su hermano.

«Para mí, ahí fue donde realmente apareció la prueba», dijo Byrd. «Porque incluso después de que Christian compartiera dos años de recuerdos con nosotros, yo todavía no estaba segura. Me preguntaba, es esto real? ¿No es real?».

Byrd pudo localizar a la familia que vivía al lado y confirmar que el brazalete había llegado a manos de la niña. Y resultó que el niño se había convertido en reverendo.

Byrd le llamó inicialmente, diciéndole que estaba investigando sobre mamá Gehrig para un libro, con la intención de confirmar por sí misma algunos detalles que vio en su regresión. Por la gracia de Dios, Byrd dijo que las palabras del reverendo Ken la ayudaron a darse cuenta de que el viaje de casi cuatro años que había emprendido era sagrado, no algo de lo que avergonzarse.

Aunque el reverendo Ken no creía en la reencarnación, dijo que podía ver que el amor y el poder de Dios no tenían límites. Tal vez eran administradores de las historias de estas almas que ahora estaban con Dios, tal vez era algo más. ¿No le estaba mostrando Dios que el alma humana es eterna?

«Fue un viaje realmente milagroso», afirma Byrd.

Desde entonces, Byrd ha escrito un libro sobre este viaje titulado «El niño que sabía demasiado». La historia de Christian es uno de los casos más conocidos de recuerdos de vidas pasadas. No fue fácil compartir la historia ni escribir el libro, afirma Byrd.

«Lo más difícil fue compartirlo con otras personas», explica. «Me sentía muy culpable al respecto».

«Pero una vez que nos enfocamos en el propósito superior y el mensaje del libro, y por qué estábamos compartiendo la historia —solo para compartir ese mensaje de que nuestra alma sobrevivió a la muerte—, parecía haber una razón por la que esa historia llegó a nosotros», dijo. «Así que nos sentimos obligados a compartirla con el mundo».

«Lo que realmente me enseñó fue que el alma no tiene fin ni principio, que venimos a esta vida sin el lastre de nuestros recuerdos de vidas pasadas para poder sumergirnos en ella», explica Byrd.

Cuando los niños pequeños recuerdan vidas pasadas, no lo hacen para siempre. Por lo general, a los seis años, todos esos recuerdos se han ido. Bowman señala que a medida que los recuerdos se desvanecen, también lo hace la oportunidad de ayudar al alma a solucionar problemas, liberar traumas o curar alguna afección física asociada a ese trauma. Las investigaciones muestran que los niños con estos recuerdos tienden a hablar de una vida pasada en la que  murió joven (la edad promedio es de veintiocho años) o de forma abrupta; las vidas se truncaron.

Las madres que comparten sus historias, señala Bowman en sus libros, compartirán que su hijo es su propia persona. Cuando los niños hablan de sus vidas pasadas, pueden referirse a acontecimientos pasados como si hubieran ocurrido ayer, pero no se convierten en personas diferentes.

«Eso es lo hermoso de los niños de hoy en día, que vienen con estos recuerdos», dice Byrd. «Tienen los recuerdos a una edad temprana, los comparten con los adultos casi como un mensaje para nosotros sobre la vida antes de la vida, la vida después de la muerte. Y sin embargo, estos recuerdos se van disipando. Es algo extraordinario. No es que estos niños tengan estos recuerdos y tengan que cargar con ellos el resto de sus vidas, sino que se disipan de forma natural».

Cuando Christian tenía cinco o seis años y acababa de empezar el colegio, «se podía ver literalmente cómo estas cosas desaparecían», dice Byrd. Christian sabe que solía hablar de la vida de Lou Gehrig, pero no recuerda haber sido nadie más que él mismo. Después de ver a un terapeuta de regresión a vidas pasadas que ayudó a Christian a liberar sus recuerdos, sus problemas respiratorios también desaparecieron.

Los recuerdos de  Christian Byrd sobre Lou Gehrig se desvanecieron, pero no su amor por el béisbol. (“Misterios de la vida”/NTD)

Hoy, la historia es un recuerdo lejano, de hace más de una década, dijo Byrd. Sus hijos son adolescentes y también pueden reírse de ello. No siempre fue fácil, porque junto con la lucha de Byrd por reconciliar su experiencia con su fe al principio, también hubo acoso escolar.

«Se mantuvo realmente con los pies en la tierra durante todo este proceso, porque realmente siente pasión por el béisbol», dijo Byrd. «Ya no nos molesta. Hemos escuchado tantas cosas».

Afortunadamente, añadió, las respuestas han sido más positivas que negativas.

«Una de las mejores cosas de haber escrito el libro es que los padres y otras personas me cuentan historias similares. Y creo que eso es algo que realmente está validado, Christian, sabe que no es el único», dijo.

Para sorpresa de Byrd, tras el éxito del libro, se vendieron los derechos de la película, y se convertiría en una película basada en la fe.

¿Por qué volvemos?

Hay una cita de Mark Twain que a Byrd le encanta: «No es lo que no sabes lo que te mete en problemas. Es lo que sabes con certeza que simplemente no es así».

«Podemos ir por la vida pensando que siempre tenemos la razón al cien por ciento, pero creo que siempre debemos mantener la mente abierta», afirma.

«Creo que las experiencias cercanas a la muerte, los niños con vidas pasadas, las cosas que nos dan una visión del misterio de la vida están ahí para nosotros, estas gemas están ahí para nosotros… Creo que estas historias salen a la luz para darnos orientación, esperanza y fe, y solo un pequeño vistazo al misterio de la vida».

Byrd dijo que esta experiencia de comprender la reencarnación ha sido un hermoso regalo, que si uno puede llegar a darse cuenta de que quizás una vez vivimos en un cuerpo diferente, fuimos una persona diferente, de una parte diferente del mundo con una cultura y creencias diferentes, quizás podamos llegar a ser más compasivos, menos críticos con los demás.

También le ayudó a valorar más su vida.

Sigo abrazando el dicho: «Solo se vive una vez», porque realmente tiene una oportunidad en esta vida para hacer de ella una aventura, y disfrutar de este tiempo, en este cuerpo, en el espacio y el tiempo, alrededor de las personas que están en tu vida.

«Y apreciar las pequeñas cosas, como ir a un partido de béisbol, comer un helado, tomar la mano de un ser querido. Son cosas que, si eres un espíritu, no puedes disfrutar físicamente, no puedes ir a surfear sobre una ola, no puedes ir a esquiar a una montaña. Así que realmente creo que, de alguna manera, esta experiencia física de la naturaleza, de viajar, de tener todas estas cosas maravillosas que están a nuestra disposición, de ser capaces de cambiar el mundo, de ser capaces de establecer metas, de ayudar a las personas, de ser capaces de hacer del mundo un lugar mejor, esa es la razón por la que estamos aquí.

«Y creo que eso es algo que siempre he buscado», dijo Byrd. «Incluso de niña, lo busqué a través de la educación, obtuve varios títulos, a través de la religión. Y es tan irónico que cuando tuve hijos fue cuando realmente me llegó esta prueba de por qué estamos aquí».

Byrd dice que su principal mensaje, al compartir su historia y escribir su libro, es que «el amor nunca muere».

«Y el amor que damos se multiplica en el universo», dijo. «Creo que si las personas tienen esto, pueden tener esperanza. Y pueden dar amor y recibir amor de una manera completamente diferente».

«Realmente creo que, en el mundo actual, hace falta un despertar espiritual. Siento que hay tantas almas perdidas», afirma Byrd. Al ver tanto conflicto y sufrimiento en las generaciones más jóvenes, quiere ayudar a dar esperanza. «Siento que realmente podemos captar el misterio de la vida —creo que se nos está escapando—, nos estamos metiendo tanto en este mundo virtual de la tecnología, que las personas están perdiendo el sentido de lo básico de la vida y de por qué estamos aquí, y estamos aquí para amar a otras personas».

«No quiero violar las creencias de nadie, solo quiero compartir nuestra historia», comentó Byrd. «Realmente sentimos que compartir esta historia tiene un propósito superior, así que por eso lo hacemos».

Con información de NTD News.


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