Para los niños, aprender a cocinar puede ser muy valioso. Esto se puede utilizar para enseñarles materias académicas como las matemáticas y la lectura.
Investigaciones han demostrado la relación entre el aprendizaje de habilidades culinarias a edades tempranas con patrones dietéticos más positivos en la edad adulta, como consumir menos alimentos fritos y comida rápida y comer más fruta, al igual que un mayor interés en comer de manera saludable.
Los niños que aprenden a cocinar a edades tempranas conservan estas habilidades hasta la edad adulta. Además, cocinar les puede ayudar a desarrollar habilidades motrices, es decir, el movimiento controlado y la coordinación de las extremidades y las manos.
Pero los padres suelen preocuparse por la seguridad de involucrar a sus hijos en la cocina. Para ayudar a aliviar este temor, hemos elaborado recomendaciones adecuadas para los niños, detallando las habilidades culinarias en función del desarrollo necesario para realizar cada tarea.
La importancia del riesgo
Aunque la seguridad de los niños es fundamental, las investigaciones han demostrado que algunos elementos de riesgo son importantes para el desarrollo físico y cognitivo del niño. La gestión del riesgo, más que su completa eliminación, es esencial para su bienestar. Participar en actividades de riesgo apropiadas para su edad ayuda a los niños a desarrollar habilidades que les permitirán ser más resistentes.
En la cocina, esto implicaría que los niños asumieran algunas tareas que probablemente le generarían temor a los padres, como picar con cuchillos o usar el horno.
Las directrices sobre habilidades culinarias que hemos elaborado se basan en las habilidades de desarrollo de los niños, como las motrices, y han sido revisadas por una serie de expertos internacionales. Y aunque todos los niños son diferentes, esta investigación le ofrece a los padres algunas orientaciones sobre las diferentes actividades culinarias que podrían probar con sus hijos.
A partir de los 2 años, los niños pueden hacer bolas con mezclas como la masa de galletas, aunque la forma y el tamaño pueden variar, y al principio puede ser más una experiencia táctil. También podrían ayudar a lavar las verduras, una oportunidad para que conozcan diferentes tipos de comida y también para enseñarles la importancia de eliminar la suciedad de los alimentos.
A partir de los 3 años, según el niño, debería ser capaz de utilizar un cuchillo para realizar tareas sencillas bajo la supervisión de los padres. Sugerimos empezar con un cuchillo de mantequilla o uno de plástico y picar algo blando como un plátano. Se trata de practicar las habilidades y de crear confianza, tanto para el niño como para el adulto.
Este tipo de tareas en la cocina puede ayudar a los niños a desarrollar sus habilidades motoras. La motricidad fina es la coordinación y el movimiento de los músculos pequeños de los dedos y las manos, mientras que la motricidad gruesa es la coordinación y el movimiento de los músculos más grandes de las extremidades, como los brazos.
Revolver y mezclar requiere habilidades motoras finas como el agarre palmar radial —sostener un objeto en la palma de la mano con los dedos y el pulgar—. También implican habilidades motoras gruesas, como el movimiento y la fuerza de los brazos. Pelar una naranja o ensartar trozos de verdura requiere un agarre dinámico en forma de cuádruple o trípode: movimientos de motricidad fina con el pulgar y dos o tres dedos, similares a la forma de sujetar un lápiz.
Se ha demostrado que el desarrollo de las habilidades motoras en los primeros años de vida predice el rendimiento académico en lectura y matemáticas. Pero una investigación realizada en Irlanda en 2015 sugirió que es posible que los niños no estén desarrollando sus habilidades motoras finas al ritmo normal esperado. Esto podría estar ocurriendo por un mayor uso de la tecnología entre los niños, en contraposición a actividades tradicionales como jugar con bloques o juegos de mesa. La cocina se podría utilizar como método para ayudar a este desarrollo.
Puede que probar estas habilidades con los niños genere desorden al principio. Pero también es una oportunidad para jugar y aprender, así como para experimentar con nuevos alimentos y recetas y crear buenos hábitos alimenticios. Incluir a los niños en las tareas de cocina les permitirá adquirir habilidades vitales de gran valor que les ayudará tomar decisiones nutricionales positivas en la edad adulta.
Fiona Lavelle es investigadora del Instituto de Seguridad Global de los Alimentos de la Universidad Queen’s de Belfast (Reino Unido). Moira Dean es profesora de psicología del consumidor y seguridad nutricional en la Universidad Queen’s de Belfast. Este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.
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