Hay momentos notables en la historia en los que los dirigentes de este mundo van demasiado lejos en el ejercicio de su poder y cometen un crimen que es una expresión flagrante de su arrogancia. Ese crimen se conmemora y se convierte en símbolo de su tiranía. La gente decente se escandaliza ante el espectáculo y llega a la conclusión de que los dirigentes ya no tienen ningún derecho legítimo a gobernar.
Esta mañana me he despertado pensando en las complicadas ideas de justicia, redención y perdón. El último concepto, el perdón, solo puede darse después de que los que han cometido un crimen sean identificados públicamente y rindan cuentas por ello.
La Dra. Theresa Anne Lawrie, directora de la Consultoría de Medicina Basada en la Evidencia Ltd en Bath, Inglaterra, fue una de las más formidables defensoras del tratamiento temprano contra COVID-19, especialmente mediante el uso de ivermectina. Su experiencia con el complejo biofarmacéutico —su despiadado y homicida desprestigio y la supresión del tratamiento temprano— es uno de los momentos más desgarradores de toda la terrible saga, documentada en el cortometraje «Dear Andy», que recomiendo encarecidamente ver.
La Dra. Lawrie está harta de los gángsters responsables de la creación del SARS-CoV-2 y de la respuesta criminal organizada al mismo. Hace unos días, hizo un llamado a la humanidad para que los mafiosos rindan cuentas. Al igual que la reina Isabel I, la doctora Lawrie es una pelirroja de constitución delicada, y su audaz mensaje me recordó el famoso discurso de la primera a sus soldados en Tilbury, cuando parecía que España estaba a punto de invadir Inglaterra.
Espero que el pueblo del Reino Unido (y de cualquier otro lugar) se conmueva con su exhortación. Ha llegado el momento de exigir (utilizando métodos legales) que los responsables de crear el SARS-CoV-2, y de orquestar la respuesta criminal al mismo, sean arrestados y juzgados por sus crímenes. NOTA: La Dra. Lawrie pronunció el mensaje. La guionista fue la también autora del Substack Margaret Anna Alice.
Republicado del Substack de John Leake
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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