Comentario
El mensaje era claro: “No hay emergencia climática”.
Con esas pocas simples palabras, una red mundial de científicos y profesionales trató de inyectar sensatez y decoro en lo que debería ser un sólido debate sobre una compleja cuestión científica y de política pública, pero en cambio se degeneró en un competencia cada vez más intensa de injurias a lo largo de los años.
Desde un lado de la cuestión, la gente rechaza a sus oponentes como unos socialistas de miradas salvajes que intentan aprovecharse del miedo y la ignorancia del público para promover su agenda política. Por otro lado, las personas rechazan a los que no están de acuerdo con sus conclusiones científicas -presuntamente establecidas como únicas- por tontos ignorantes o cómplices de los malvados intereses energéticos.
Entre esos extremos tan populares entre los ejércitos de profesionales de relaciones públicas, que dan forma a los mensajes de los grupos de interés público y de políticos profesionales con el máximo efecto, hay una mayoría no tan silenciosa de científicos y profesionales que tienen una visión más mesurada y razonada de la ciencia cuando consideran la supuesta emergencia climática que algunos opinan estamos enfrentando.
Un grupo de 500 científicos y profesionales firmaron la “Declaración Europea sobre el Clima” que se publicó la semana pasada. Esta simple, corta y comprensible declaración propone cómo abordar el análisis de cualquier asunto de política pública que involucra a una ciencia compleja desde una perspectiva razonada y basada en hechos.
Declaraciones como el “97 por ciento de los climatólogos están de acuerdo en que el cambio climático antropogénico está ocurriendo” no es una declaración de hecho, es una opinión que se suprime por dos veces. Primero, es una opinión que involucra la legitimidad de la evaluación de cómo se clasificaron los resultados de la encuesta en cuestión para descartar algunas respuestas y permitir otras, y segundo es una opinión en términos de cuán representativo es el tamaño de la muestra con respecto a todos los profesionales del clima.
Declaraciones como “la modelización muestra que el catastrófico cambio climático ocurrirá en los próximos [escoja un número] años a menos que se hagan cambios drásticos” también es una opinión. Es una opinión porque los resultados de cualquier modelo, y en particular de cualquier modelo que pretenda predecir el futuro de algo tan complejo como el sistema climático de todo el planeta, dependen necesariamente de una multitud de decisiones tomadas por el diseñador del modelo. La importancia relativa de los muchos, muchos factores que entran en los complejos cálculos del modelo se basan en los juicios del diseñador del modelo, y esos juicios son asuntos de opinión, no declaraciones de los hechos.
En una carta enviada a António Guterres, el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), los líderes de la Declaración Europea sobre el Clima instaron a la ONU a “seguir una política climática basada en una ciencia sólida, una economía realista y una preocupación genuina por aquellos perjudicados por los costosos pero innecesarios intentos de mitigarlo”.
Cientos de científicos y profesionales de 13 naciones europeas firmaron la Declaración, con el apoyo de otros signatarios de otros 10 países fuera de la Unión Europea. Me sentí honrado de que me pidieran ser uno de los signatarios de Estados Unidos y acepté con mucho entusiasmo hacerlo.
Es probable que haya muchas críticas a las cualificaciones profesionales de muchos de los signatarios, ya que muchos, como yo, no son climatólogos. Sin embargo, muchas personas que se pronuncian sobre el asunto del cambio climático y que están convencidas de que existe una emergencia climática tienen muy poca comprensión personal de la ciencia involucrada en la discusión.
Políticos como la representante demócrata por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, o aspirantes políticos como Tom Steyer, y expertos como Chris Matthews de la cadena de cable MSNBC tienen poca o ninguna comprensión personal de los principios científicos reales involucrados. Pueden señalar a su “experto” preferido y declarar que debemos confiar en él o ella sin dudarlo, pero no saben por qué.
Incluso profesionales como el ingeniero mecánico Bill Nye y el astrónomo Phil Plait, que son muy expertos en sus propios ámbitos, han demostrado que tienen poco conocimiento personal de la complejidad de la ciencia climática, aunque utilizan sus posiciones y popularidad para asumir posiciones de autoridad con respecto a este singular tema. Otros portavoces no climatólogos como Lord Monckton, Anthony Watts, Mark Steyn, Steve McIntyre, o un químico y profesional de la calidad del aire que además trabaja como colaborador de La Gran Época, captan los principios mucho más.
Concluiré con tres importantes afirmaciones que forman parte de la Declaración Europea sobre el Clima. Creo que cada uno de ellos es precisa, y espero que la gente razonable pueda utilizar estas afirmaciones, y las otras contenidas en la declaración, como base para discusiones civilizadas, respetuosas y significativas en el futuro.
Uno: “El mundo se ha calentado a menos de la mitad de la tasa originalmente prevista, y a menos de la mitad de la tasa esperada sobre la base del forzamiento antropogénico neto y el desequilibrio radioactivo. Nos dice que estamos lejos de entender el cambio climático”.
Dos: «Los modelos climáticos tienen muchas deficiencias y no son ni remotamente plausibles como herramientas de política. Además, es muy probable que exageren el efecto de gases de efecto invernadero como el CO2. Además, ignoran el hecho de que enriquecer la atmósfera con CO2 es beneficioso”.
Tres: “No hay emergencia climática. Por lo tanto, no hay motivo para el pánico y la alarma. Nos oponemos firmemente a la dañina y poco realista política de cero emisiones de CO2 propuesta para 2050. Si surgen mejores enfoques, tendremos tiempo suficiente para reflexionar y adaptarnos. El objetivo de la política internacional debería ser proporcionar energía fiable y asequible en todo momento y en todo el mundo”.
Bien dicho. En efecto, bien dicho.
Richard Trzupek es químico y consultor medioambiental, así como analista en el Instituto Heartland. También es autor de “Los reguladores enloquecidos: cómo la EPA (Agencia de Protección Ambiental) está arruinando la industria estadounidense”.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
A continuación
Cómo el comunismo corrompió el pensamiento humano
Lee la serie completa Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.