Comentario
La última catástrofe del cambio climático fue la historia principal en muchas noticias y titulares de todo el mundo. El informe de que la Amazonia estaba ardiendo a un ritmo sin precedentes debido al calentamiento global provocado por el hombre estuvo hecho a medida para que la multitud de catástrofes climáticas fomentara el miedo de una inminente destrucción planetaria.
El titular confiablemente alarmista de la CNN era “La selva amazónica se quema a un ritmo récord”, mientras que en el New York Daily News el redactor declaró: “La selva amazónica se está quemando. Tenga miedo”. La mayor parte de la cobertura incluía alguna variación sobre el tema de que “el pulmón del mundo está ardiendo”.
En un tuit, el presidente francés Emmanuel Macron hizo un llamamiento a los líderes mundiales para que pusieran a los incendios en la Amazonia en el primer lugar de su agenda cuando se reunieran en la cumbre del Grupo de los Siete: “Nuestra casa se está quemando. Literalmente. La selva amazónica, los pulmones que producen el 20% del oxígeno del planeta, está en llamas”.
La fuente de esta alarma es supuestamente confiable, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil. Sin embargo, una mirada más de cerca revela algunos problemas reales con los datos.
En primer lugar, los datos satelitales sobre incendios a los que se hace referencia solo comenzaron en 2013, por lo que seis años de datos apenas son suficientes para hacer declaraciones sobre “récords” en cualquier contexto. En segundo lugar, los datos satelitales recopilados no estaban destinados a ser utilizados como una herramienta de conteo de la cantidad de incendios, sino más bien como un sistema de alerta de preparación para identificar los incendios antes de que se descontrolen. Resulta que el mismo fuego puede ser contado más de una vez para asegurar que no ninguno quede sin contar.
Probablemente la imagen más compartida de la “devastación” fue una imagen de satélite de la NASA de la mayor parte de la Amazonia que mostraba humo de los incendios en muchas zonas. Lo que no se compartió fue la descripción proporcionada por la NASA, que dice, en parte, “Al 16 de agosto de 2019, un análisis de los datos satelitales de la NASA indicó que la actividad total de incendios en la cuenca del Amazonas este año ha estado cerca del promedio en comparación con los últimos 15 años”.
Según la Base de Datos Global de Emisiones de Fuego de la NASA, la actividad está por encima del promedio en los estados de Amazonas y Rondonia, pero hasta ahora está muy por debajo del promedio en Mato Grosso y Pará. Las cifras generales concuerdan más o menos con los datos históricos que se remontan a 2003, mucho más tiempo que los datos brasileños y con el análisis de datos satelitales específicamente diseñados para hacer la tarea de contar los incendios en lugar de simplemente alertar al personal del gobierno sobre el peligro.
Un poco de información de contexto sobre el fuego amazónico es necesaria para poner estos incendios anuales en perspectiva. La temporada de incendios en la Amazonia comienza con la estación seca a finales de julio y alcanza su punto máximo a mediados de septiembre antes de terminar en noviembre. Casi todos los incendios se provocan intencionalmente porque los relámpagos en seco son raros y es difícil iniciar un incendio en una selva húmeda.
Los rancheros han utilizado el fuego para despejar la selva, ya que es mucho más fácil que talar la madera. Se estima que hasta un 15 por ciento de la selva original se despejó de esta manera, y la mayor parte ocurrió en los años 1990 y 2000 antes de que los esfuerzos de conservación frenaran la pérdida de selva.
Los incendios son raros durante gran parte del año, ya que es difícil encenderlos y propagarlos debido a la naturaleza excesivamente húmeda del clima. Durante la estación seca, la tierra que ya fue despejada por lo general es quemada periódicamente para regenerar y mantener las tierras de cultivo o las pasturas. Gran parte del fuego que se está reportando como bosque tropical húmedo virgen es en realidad pastizal existente o tierras de cultivo que están siendo regeneradas usando el fuego como herramienta.
La selva amazónica es un nicho ecológico poderoso y necesario, y los esfuerzos de conservación fueron efectivos para detener los peores abusos de la deforestación. La promoción de información alarmista y falsa desvía la energía de la gente, incluidos los líderes mundiales, y socava la confianza en los medios de comunicación y las instituciones públicas.
Gregory Wrightstone es autor del nuevo libro “Hechos inconvenientes: La ciencia que Al Gore no quiere que sepas”. Es un geólogo con más de 35 años de experiencia investigando y estudiando varios aspectos de los procesos de la Tierra.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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