El lunes se marcó un momento histórico cuando Estados Unidos se convirtió en el primer país en trasladar su embajada a la capital de Israel, Jerusalén.
Fue un evento que tardó en gestarse.
Hace casi 23 años, en 1995, el Congreso de Estados Unidos adoptó la Ley de Reubicación de la Embajada de Jerusalén.
Los presidentes Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, cada uno prometió actuar de acuerdo con el deseo del Congreso y trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
El problema es que ninguno de ellos lo hizo. En su lugar, utilizaron renuncias de 6 meses para posponer la medida, citando intereses de seguridad nacional.
Donald Trump se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en cumplir la promesa.
Tras el anuncio del traslado en diciembre del año pasado, que él definió como «largamente esperado», y una decisión basada en «un reconocimiento de la realidad», al menos otros diez países decidieron seguir el ejemplo de Estados Unidos.
Por el contrario, los críticos pidieron no mover la embajada, argumentando en ello los intereses de Palestina de declarar Jerusalén Este como la capital de un futuro potencial estado.
Al anunciar el cambio, Trump dijo que los límites específicos de la soberanía de Israel en Jerusalén están sujetos a negociaciones finales. También pidió que el status quo permanezca vigente en el Monte del Templo, emblemático sitio en la parte vieja de la ciudad, llamado por los árabes como Haram al-Sharif.
El presidente Trump dijo que está preparado para apoyar una solución de dos estados, si las partes lo acuerdan.
Durante décadas de conversaciones, Israel y Palestina no han mostrado estar más cerca de alcanzar un acuerdo de paz duradero.
Quizás un enfoque de política exterior como el que Trump ha aplicado en Corea del Norte e Irán, ayude a traer la paz.
Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.