Después de la caída del comunismo en Albania en 1991, las cosas empezaron a cambiar para Dakoli, que entonces era una adolescente, y desde ese momento se ha convertido en una concertista de piano internacional, artista de grabación, profesora, empresaria, escritora y defensora de los derechos humanos.
Recientemente, Dakoli se unió al Consejo Consultivo Nacional de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo (VOC) y, como embajadora fundadora de la Comisión de Dallas de la VOC, solicitó con éxito al Congreso de Texas que aprobara una ley para honrar a las víctimas de los regímenes comunistas. Como resultado, en mayo de este año, Texas se convirtió en el cuarto estado en reconocer oficialmente el 7 de noviembre como «Día de la Conmemoración de las Víctimas del Comunismo».
Para Dakoli, este día conmemorativo es de gran importancia. Señaló que, pese a que Karl Marx reveló claramente en su «Manifiesto del Partido Comunista» que el socialismo es el primer paso hacia el comunismo, de forma alarmante, el socialismo entre las generaciones más jóvenes se está convirtiendo en una tendencia en estos días.
«Esta ideología está logrando infiltrarse en sus mentes a través de la habitual mentira como solución perfecta, jugando con las incertidumbres del capitalismo», dijo. «El capitalismo es la única opción que ofrece la libertad de la vida familiar, el éxito y la libertad».
«Nuestro objetivo es educar a las nuevas generaciones sobre la ideología, la historia y el acervo del comunismo para garantizar que no se olviden los millones de personas que sufrieron —y siguen sufriendo— bajo los regímenes comunistas».
Persecución política
El bisabuelo de Dakoli por parte de su mamá, Hysen Myshketa, era un reconocido abogado y alcalde de la ciudad de Durrës, un patriota de su país y un destacado defensor de la democracia. Fue elegido diputado en el nuevo Congreso de Albania en 1943, pero sufrió un intento de asesinato el 4 de octubre de 1943, pocos días antes de la inauguración del Congreso, donde iba a pronunciar el discurso de apertura.
«Él iba caminando hacia su casa para comer el almuerzo que su encantadora esposa les había preparado en casa, y le dispararon dos veces en la calle», dijo Dakoli. «Los dos disparos no mataron a mi bisabuelo. Sobrevivió milagrosamente y empezó a sentirse mejor después de unos días en el hospital. Sin embargo, murió cuando una enfermera le envenenó la leche».
El abuelo de Dakoli, Isa Myshketa —hijo de Mysen Myshketa— estuvo presente durante el tiroteo y, décadas después, tras la llegada de la democracia, pudo contarle a sus nietos lo que había sucedido. Al descubrir que dos disparos habían alcanzado a su papá pero no lo habían matado, tomó de brazo de su papá para acompañarlo al hospital cercano, pero los asesinos comunistas siguieron disparando a padre e hijo mientras caminaban. Aunque no lograron el disparo mortal que buscaban, los asesinos continuaron su persecución yendo cada día con revólveres ocultos al hospital donde Hysen se recuperaba. No pudieron burlar a los guardias para disparar a Hysen allí, pero finalmente una enfermera se sintió comprometida y Hysen murió envenenado el 10 de octubre de 1943.
«Aunque estuvo vigilado en todo momento, los comunistas lograron de alguna manera su objetivo de matar a un luchador por la libertad», dijo Dakoli.
Su discurso de apertura del Congreso fue leído por uno de sus amigos.
Dakoli dijo que el partido comunista luchaba supuestamente por la «supuesta libertad» del país; sin embargo, su motivo oculto era «eliminar a la élite del país».
«De este modo, les sería más fácil tomar el poder», dijo. «Para justificar sus acciones, siempre utilizaban el lema marxista-leninista ‘en nombre del pueblo’. Pero, ¿quién era ese pueblo? El ‘pueblo’ estaba aterrorizado».
El abuelo paterno de Dakoli, Sadik Dakoli, también fue un objetivo del régimen comunista. Era un hombre dedicado a la familia y partidario de la educación en Albania, Sadik, y filántropo —como lo fue su padre antes que él— que hacía donaciones mensualmente a causas educativas.
«Sadik Dakoli nunca pensó que el partido comunista, conformado por gente inculta que solo sabía asesinar y violar, tomaría el control del país, y lo mantendría», dijo de su abuelo.
Dakoli dijo que «el primer golpe a la familia Dakoli» llegó con el anuncio público de la «Decisión de Secuestro 278» el 14 de enero de 1945, que ordenaba que todos los bienes muebles e inmuebles fueran secuestrados por el nuevo gobierno.
«Esto significaba que el gobierno venía a por los negocios y el oro de los dakolis, nuestras casas en la ciudad y sus campos de olivos en el campo», dijo. «Incluso los muebles y la ropa eran técnicamente propiedad del Estado comunista».
En 1946, el abuelo de Dakoli, Sadik, fue arrestado, y su abuela Jaja, junto con sus cuatro hijos —incluido el papá de Dakoli, Eqrem, que tenía 4 años en ese momento— fueron arrojados a la calle en medio de la noche.
«Después de saquear su casa, los militantes comunistas le arrancaron violentamente el collar de monedas de oro del cuello y el anillo de boda del dedo», cuenta Dakoli. «Los soldados ni siquiera dieron tiempo suficiente al desalojar a los niños para que se pusieran los zapatos o los abrigos. Simplemente los echaron de su propia casa».
«Cuando la familia estuvo fuera, les dijeron que ‘la familia Dakoli ha sido identificada como enemiga del pueblo. Como tal, no merecen vivir en el lujo con el dinero que han ganado chupando la sangre de la clase trabajadora. Su propiedad ha sido transferida oficialmente al Estado y están siendo desalojados de esta casa, con efecto inmediato'».
«Esta familia, que había trabajado tan duramente durante generaciones para desarrollar la economía de su ciudad y de su país, que había creado una empresa internacional que representaba a Albania con orgullo en todo el mundo, a partir de esta terrible noche no volvió a ver un día hermoso en su vida».
Mientras su abuelo Sadik se convertía en esclavo laboral en un gulag, su abuela, su papá y sus hermanos se fueron a vivir a una habitación con el hermano de su abuela y su familia. Sadik murió posteriormente tras las rejas en 1951.
«También fue envenenado», dijo. «No le notificaron a su familia. Mi abuela solo se enteró semanas después, tras esperar durante horas para visitarlo, cuando un guardia le dijo que Sadik ya no existía, así que no había razón para esperar. Al día de hoy, no sabemos dónde está su tumba».
Una «mala biografía»
Dakoli reveló que una persona en la Albania comunista solo tenía una «mala biografía» si estaba emparentada con alguien que no estaba de acuerdo con la visión comunista.
«Tener una ‘mala biografía’ era ser un ciudadano de segunda clase que llevaba la marca de ‘enemigo del pueblo'», dijo. «Muchos con ‘mala biografía’ fueron asesinados, como mi bisabuelo, o encarcelados, como mi abuelo, pero aún más fueron perseguidos».
Esta designación, dijo Dakoli, fue una forma que usó el régimen comunista para castigar a los disidentes políticos más allá de sus propias vidas con el sufrimiento de sus familias durante generaciones.
«Los que tenían una ‘mala biografía’ no tenían los mismos privilegios que el resto de su comunidad», dijo. «Sus opciones laborales eran limitadas, ya que a la mayoría no les permitían cursar estudios o carreras avanzadas. A menudo se veían obligados a trasladarse al campo para trabajar y cultivar las tierras que eran propiedad del gobierno».
Dakoli recuerda Albania durante el comunismo como un lugar donde la gente vivía con miedo, sin poder confiar en nadie. Incluso si una persona no tenía una «mala biografía», las condiciones de vida seguían siendo muy pobres.
«En un apartamento de dos habitaciones y un baño, el Partido ponía a vivir juntas a dos familias que no se conocían», explicó. «Todo estaba racionado. Solo 10 huevos para la familia al mes, media libra de queso, etc. Todo estaba muy limitado. Sin embargo, nadie podía quejarse porque terminaría en la cárcel y sus familias serían perseguidas con una ‘mala biografía'».
Dakoli vivía en condiciones de hacinamiento, compartía un apartamento de dos habitaciones y un baño con sus padres y su hermano; su tío, su esposa y sus dos hijos; y su abuela.
Sin embargo, los obstáculos cotidianos de Dakoli durante los años setenta y ochenta fueron más allá de vivir en condiciones precarias. Al atreverse a apuntar alto con sus aspiraciones musicales desde los 6 años, a pesar de haber sido designada con una «mala biografía» desde su nacimiento, el primer obstáculo de la joven Dakoli como aspirante a pianista fue que no tenía piano.
«Se consideraban propiedad privada y solo los miembros de la élite del partido podían poseer uno», dijo. «Por lo tanto, tenía una larga hoja de papel con las teclas dibujadas para practicar. Este fue mi piano durante los primeros años, pero mis padres siempre me animaban a visualizar e imaginar que tocaba en una sala de conciertos».
Más tarde, finalmente le asignaron a Dakoli una hora en la escuela para ensayar, pero debido a su «mala biografía», le dieron la hora más temprana. Cada día, su madre la despertaba a las 5 de la mañana para vestirla medio dormida, y una hora más tarde, su padre la llevaba a la escuela en su bicicleta antes de trabajar. Además, cada día tenía que prepararse para «una nueva forma de sabotaje», y la que más destaca en la memoria de Dakoli es «la bombilla perdida».
«En mi primer día de la nueva sesión de prácticas, las luces se apagaron», recuerda. «En la siguiente sesión, volvió a ocurrir, y no pude ver mientras practicaba. Descubrimos que los niños o sus padres habían empezado a quitar las bombillas de la luz superior».
A partir de ese día, la familia de Dakoli empezó a llevar sus propias bombillas, pero al final, ni siquiera éstas funcionaban, ya que se había cortado el interruptor. «Así que llevamos a un electricista solo para practicar», dijo.
«Esto ocurrió porque la competencia era muy intensa. Pero mi padre siempre me animaba a ver el lado positivo de las cosas y a redefinir los contratiempos como nuevas pequeñas aventuras. Bromeaba diciendo que ‘ahora es el momento de mostrar tu fuerza y actuar como un verdadero artista que no tiene miedo de nada: del tiempo, de las llaves rotas o de que falte una bombilla’. Esta mentalidad de los contratiempos como una aventura ha sido fundamental para mi éxito actual como Elida».
Para Dakoli, ser aceptada en la Academia de Artes, la única universidad de música del país, como una de las cinco pianistas, fue la primera forma importante en la que «triunfó sobre la represión».
«El Partido no quería que la gente como yo recibiera educación», dijo. «El sistema, los profesores y los estudiantes habían trabajado contra mí durante mucho tiempo, pero aun así logré perseverar».
Finalmente, Dakoli dejó Europa para cursar un posgrado en la Universidad de Baylor, en Waco, Texas, y posteriormente obtuvo su título de Doctora en Artes Musicales en Interpretación de Piano en la Universidad Estatal de Luisiana. También es fundadora y profesora del programa de Emprendimiento en las Artes de la Universidad Bautista de Dallas y es directora ejecutiva del Instituto de Avance Musical de Dallas (DIMA), que fundó en 2017. Además, es una artista de Mason & Hamlin y es la imagen y artista de grabación de PianoDisc.
Solo al vivir en Estados Unidos y estar embarazada de su tercer hijo, Dakoli empezó a conocer la historia completa de la persecución que sufrieron sus propios padres, que ahora también viven en Estados Unidos. Mientras leía y traducía el libro de su papá —que escribió para Dakoli y su hermano, y para que lo leyeran las generaciones futuras—, conoció la verdad de su propia infancia y los sacrificios que habían hecho sus padres.
«No pude dejar de llorar durante horas», dijo. «No podía creer todo lo que les había pasado y, sin embargo, regresaban a casa, ponían cara de felicidad y seguían adelante como si su vida fuera simplemente perfecta, por el bien de nuestra felicidad».
«Aprendí que muchas cosas que creía sobre mi infancia no eran más que un encubrimiento para protegernos como niños de la brutal realidad. Pensaba que el mal trato que recibía en la escuela se debía a que no era lo suficientemente buena. Sin embargo, era simplemente por mi ‘mala biografía'».
Educando acerca de las víctimas del comunismo
Dakoli destacó que los estudios revelan sistemáticamente que los alumnos de secundaria y universidad de Estados Unidos no conocen los datos básicos sobre la historia del comunismo y el sufrimiento y el daño que ha infligido a millones de personas.
«Toda una generación de estadounidenses desconoce la verdadera naturaleza e historia del comunismo, y se está aficionando a las ideas colectivistas porque no conoce los hechos», dijo. «El socialismo se está convirtiendo en esta tendencia de grandeza. La realidad es que tal cosa no existe. Ese perfeccionismo llamado socialismo o comunismo es solo una ideología, no una realidad».
«Tal vez esta sea la razón por la que el comunismo no permite la libertad de religión; tienen miedo de que algo sea alabado como mejor o más grande de lo que ellos se presentan».
Dakoli dijo que ha aprendido que el régimen chino tiene control sobre una gran población de chinos en Estados Unidos, no solo dentro de China. «Muchos tienen miedo de hablar, ya que tienen negocios en China. Son conscientes de que el gobierno chino vigila cada paso muy de cerca. Me pregunto si ocurre lo mismo con el gobierno [de Estados Unidos]», dijo.
«Me sorprendió saber que se han infiltrado en lo más profundo de la sociedad aquí, incluso en Dallas. Por eso, dar a conocer la realidad de los regímenes comunistas pasados y presentes es de suma importancia en este momento».
Esta es precisamente la razón por la que Dakoli se convirtió en embajadora de la Comisión VOC Dallas y anima a otros como ella a unirse, y es la razón por la que aboga por un mayor reconocimiento del Día de las Víctimas del Comunismo.
Dakoli dijo: «Hagamos del 7 de noviembre el día para recordar a los más de 100 millones de personas que dieron su vida en la lucha por la libertad de expresión, la libertad de religión».
«Sean ustedes mismos, encuentren su singularidad, y recuerden que el socialismo es una fachada del comunismo que no permite nada de esto. Quieren el control, y la única forma de lograrlo es lavando el cerebro a esta generación amazónica. No caigan en la trampa».
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