Ocultar el enorme número de muertes causadas por la pandemia que resurge en China se ha convertido en una de las principales tareas de las autoridades sanitarias de Beijing, ya que las fotos publicadas en los medios de comunicación internacionales revelan largas filas de coches fúnebres, morgues improvisadas y bolsas para cadáveres en los pasillos de los hospitales. Un documento filtrado del grupo asesor de sanidad del Consejo de Estado reveló recientemente cómo los gobiernos locales están aplicando la política china de limitar el acceso exterior a las funerarias.
The Epoch Times obtuvo recientemente una copia de un boletín interno distribuido por el Mecanismo Conjunto de Prevención y Control del Consejo de Estado. El aviso llevaba la indicación «no publicar».
El boletín, fechado el 10 de enero, contenía orientaciones sobre el bloqueo del acceso de los medios de comunicación a las funerarias, y daba ejemplos de cómo los gobiernos locales están tratando este asunto en particular.
Policía en turnos de 24 horas
Entre las medidas de los gobiernos locales, el boletín revelaba que en Jinan, ciudad de la provincia china de Shandong, en la costa oriental del país, la policía hace turnos de 24 horas en el exterior de las funerarias.
El documento elogiaba tales medidas, afirmando que son útiles para «mantener el orden y la fluidez del tráfico» en caso de emergencias y prevenir actos ilegales por parte de los agentes encargados de registrar los servicios de las funerarias, decía la nota.
Las funerarias son un foco de las tareas de mantenimiento de la estabilidad mientras China se tambalea tras el brote masivo que afectó el país después de que el régimen revirtiera repentinamente sus políticas de «cero COVID». Las largas filas de coches fúnebres hacen de las funerarias una prueba evidente del alcance de la epidemia.
El documento interno parece indicar una presencia policial masiva en las funerarias chinas.
Periodistas extranjeros han denunciado haber sido empujados por policías y guardias de seguridad estacionados fuera de las funerarias.
El Beijing Dongjiao Funeral Parlor, un crematorio de Beijing al parecer designado para manejar las muertes por COVID-19, fue un ejemplo.
Según un reporte de Bloomberg del 19 de diciembre, los guardias empujaron a los periodistas al fondo del estacionamiento, mientras una fila de furgonetas dejaba los cadáveres, rodeados en un momento dado por lo que parecían ser dolientes o familiares.
El crematorio había llamado la atención después de que los trabajadores dijeran a medios extranjeros como el Financial Times y el Wall Street Journal que estaban saturados de cadáveres, contrastando fuertemente con las afirmaciones de Beijing de que ese fin de semana solo había habido dos muertes relacionadas con el COVID-19.
El 19 de diciembre, la funeraria Dongjiao de Beijing emitió un aviso de emergencia a los trabajadores en el que les prohibía terminantemente hablar con la prensa. Además, se advirtió a los trabajadores de la prohibición de mantener conversaciones online, filtrar datos o publicar fotos en las redes sociales.
A principios de enero, China publicó una cifra actualizada de víctimas mortales que contrastaba notablemente con las cifras anteriores. No obstante, el régimen sigue recibiendo críticas por no informar sobre el alcance del brote actual.
En una entrevista realizada el 22 de enero, un residente de Nueva York que pidió ser identificado únicamente como Cheng habló con la edición en chino de The Epoch Times sobre el alcance del brote. Cheng, que vivió en Beijing y aún mantiene amplios contactos en la ciudad, afirma que hay un retraso de tres meses en la cremación de cadáveres en la capital, y una de las fuentes calcula que hay unos 200,000 cuerpos esperando a ser incinerados.
Con información de Fang Xiao.
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