Opinión
Los hongkoneses se enfrentan cada día a más líneas rojas: Consejos legislativos y de distrito depurados, mítines cancelados, exámenes de Geografía para incluir la controvertida línea de nueve rayas que marca la soberanía china en el Mar del Sur, libros de texto censurados y libros «sensibles» retirados de las estanterías de las bibliotecas. La última es que los donantes de órganos no deben renunciar a su posición como donantes.
El gobierno de Hong Kong reveló que hubo 5785 cancelaciones de registro de donación de órganos en los últimos cinco meses. El hecho se describió como «inusual» ya que se descubrió que la mitad de los casos no se registraron o se cancelaron antes, y no se descartó la posibilidad de que un “pequeño número de personas intentara interrumpir el Registro Centralizado de Donación de Órganos y crear una carga administrativa para el gobierno”.
Esta oleada de cancelaciones, que tuvo lugar después de que el gobierno anunciara que estudiaría la posibilidad de realizar donaciones de órganos transfronterizas con China, «menosprecia» los estrechos lazos entre Hong Kong y China, tal como afirmó el gobierno hongkonés, que condenó tales actos por “irresponsables”.
El abogado pro-democracia reconvertido en pro-establishment, Ronny Tong Ka-wah, afirmó que los debates en la red sobre este asunto podrían constituir «una incitación con intención». El Jefe del Ejecutivo, Lee Ka-chiu, fue aún más lejos. Calificó de «vergonzosas» estas cancelaciones «inusuales» y pidió a la policía que investigara si tales actos eran ilegales.
Pero, ¿quién está actuando inusualmente, el público o el gobierno?
Primero, la afirmación de que «la mitad de los solicitantes de cancelación no están registrados o presentan solicitudes repetidas» es desconcertante, especialmente en el contexto de la digitalización global de los servicios gubernamentales. Obviamente, la causa principal es la falta de experiencia en TI, por lo que el sistema no alerta a los usuarios si son donantes registrados cuando envían solicitudes de cancelación.
¿El gobierno es consciente de este problema de diseño de sitios web? ¿De qué sirve condenar a la ciudadanía si la responsabilidad de este problema recae en el gobierno?
Está claro que el público en realidad no tiene forma de verificar si se ha registrado en el sistema. La línea directa provista por el Departamento de Salud no lleva a ninguna parte más que a un mensaje grabado: «Lo siento, el buzón está lleno».
En segundo lugar, el contexto explica el momento de la oleada de cancelaciones. El año pasado, el gobierno propuso un mecanismo transfronterizo permanente de asistencia mutua para trasplantes de órganos entre Hong Kong y China. A principios de este año, los legisladores pro-establishment propusieron cambiar la actual política de inclusión voluntaria de la donación de órganos por la de no exclusión. Los funcionarios del Gobierno de Hong Kong no pueden ignorar el recrudecimiento de los conflictos entre China y Hong Kong en la última década, que se ha convertido en un callejón sin salida que nadie puede resolver, lo que ha dado lugar a la campaña antiextradición de 2019 y al éxodo en curso. En este contexto de reticencia de los hongkoneses a ser extraditados a China, no es difícil entender su resistencia similar a ver cómo sus órganos se utilizan al otro lado de la frontera.
Incluso líderes de la industria como Ma Kam-man, presidente de la Sociedad de Trasplantes de Hong Kong, dijeron que aún no conocían los detalles del mecanismo. ¿Cuál es el punto de hacer condenas si el gobierno no logra convencer al público receloso?
Teniendo en cuenta la escala de manifestaciones públicas (dos millones) en la campaña de 2019, menos de 6000 cancelaciones es realmente una cifra leve.
Dada la falta de respuesta del gobierno a caídas similares en las donaciones de sangre y de la caridad, su condena de alto perfil de la «no exclusión» pública del registro de donación de órganos puede justificar la duda del público sobre quién realmente quiere los órganos de los hongkoneses.
En este caso, la «política del cuerpo» es relevante. El pensador francés Michel Foucault sostiene que el cuerpo está constreñido por diversos mecanismos de poder y construido en todos sus aspectos -físico, mental, de movimiento, temporal y espacial- para que se convierta en un «cuerpo dócil». Una sociedad civil madura ayuda a nuestros cuerpos a ser más autónomos y abiertos.
Según un estudioso taiwanés de la historia china moderna, “en este proceso revolucionario, hemos visto más control político y movilización física que un verdadero movimiento de liberación”. Esta observación de la China moderna también es relevante para Hong Kong ahora. La autonomía de nuestros propios cuerpos debe ser respetada.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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