Una vez que llega el invierno, muchos de nosotros nos sentimos atraídos por tazones de pasta con queso, pudines rebosantes, sopas calientes y chocolate caliente con malvaviscos.
Estos y otros alimentos reconfortantes pueden hacernos sentir bien. Pero, ¿por qué? ¿Y por qué se nos antoja en invierno y no en verano?
Las investigaciones nos dicen que hay tres buenas razones.
1. El intestino ‘habla’ al cerebro
Sabemos por el relativamente nuevo campo de la psiquiatría nutricional que nuestros estómagos producen «químicos de la felicidad», la dopamina y serotonina. Cuando comemos, un complejo proceso que involucra al cerebro hace que estos neuroquímicos desencadenen sentimientos de felicidad y bienestar.
Estos químicos de la felicidad también se producen cuando hacemos ejercicio y cuando nos exponemos a la luz del sol, que disminuye en invierno.
Esto da lugar a un cambio en el fino equilibrio entre las bacterias buenas y malas que viven en nuestros estómagos, y en consecuencia, la relación entre el intestino y el cerebro.
Por eso, en invierno, cuando comemos nuestros alimentos reconfortantes favoritos, recibimos una avalancha de sustancias químicas de felicidad enviadas desde el intestino a nuestro cerebro y esto nos hace sentir felices y contentos.
2. La adaptación puede tener influencia
La segunda razón por la que anhelamos más alimentos reconfortantes durante los meses de invierno podría ser porque antes de que disfrutáramos de los avances tecnológicos como la vivienda, calefacción, supermercados y ropa, los seres humanos que aumentaban su peso corporal durante el invierno para mantenerse calientes tenían más probabilidades de sobrevivir a sus condiciones ambientales. El anhelo de alimentos ricos en carbohidratos y azúcar era, por lo tanto, un mecanismo de protección.
Aunque no sigamos viviendo en refugios o buscando comida, los antojos de esos alimentos en invierno pueden estar programados en nuestra biología.
3. Psicología, antojos y estado de ánimo
La teoría del conocimiento social dice que la gente aprende de los demás a través de la observación, la imitación y el modelado. En el contexto de los antojos de comida, esto sugiere que lo que nuestros cuidadores nos dieron en invierno cuando éramos niños tiene un impacto sorprendente en lo que elegimos comer en invierno cuando somos adultos.
Una revisión de los estudios sobre las razones psicológicas que subyacen a la comida reconfortante dice que esta comida puede desempeñar un papel en el alivio de la soledad y en el fomento de pensamientos positivos sobre la interacción social de la infancia.
También podemos experimentar naturalmente un estado de ánimo más bajo en el invierno y este se relaciona con la alimentación emocional.
En invierno, debido a que es más oscuro y frío, tendemos a permanecer más tiempo en casa y automedicarnos con alimentos ricos en carbohidratos y azúcar. Estos tipos de alimentos liberan glucosa directamente a nuestro cerebro, lo que nos da una sensación instantánea de felicidad cuando tenemos frío, tristeza, cansancio o aburrimiento.
Los alimentos reconfortantes pueden ser saludables
Por todo el placer que proporcionan, los alimentos reconfortantes generalmente reciben una mala reputación porque suelen ser energéticos y calóricos; pueden tener un alto contenido de azúcar, grasa y carbohidratos refinados.
Estos tipos de alimentos suelen estar relacionados con el aumento de peso en invierno, y si se come demasiado a largo plazo, puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes.
Sin embargo, no todos los alimentos reconfortantes son creados de la misma manera, ni todos son malos para nuestra salud.
Puede obtener las mismas sensaciones reconfortantes de los alimentos de invierno que contienen ingredientes que son buenos para usted. Por ejemplo, un buen plato de sopa con una rebanada de pan integral puede proporcionarle todos los componentes necesarios para una salud física y psicológica óptima. Los guisos de chile y curry al vapor pueden proporcionar propiedades de refuerzo de la inmunidad gracias al uso de sus cálidas especias. Todos los maravillosos cítricos que están disponibles en el invierno son también una gran manera de obtener una saludable dosis de azúcar.
Si se le antoja algo rico en carbohidratos, pruebe cambiar el pan blanco por versiones integrales que amortiguarán esos antojos. Si desea un chocolate caliente, cambie el cacao en polvo por cacao, que tiene una mayor concentración de vitaminas y minerales.
Más buenas noticias
La buena noticia para todos los que anhelamos alimentos reconfortantes en invierno es que los estudios que evalúan la alimentación intuitiva —comer cuando se tiene hambre, detenerse cuando se está lleno y escuchar lo que el cuerpo le dice que coma— sugieren que las personas que comen de esta manera son más felices con su imagen corporal, se sienten mejor psicológicamente y tienen menos probabilidades de sufrir un trastorno alimenticio.
Por lo tanto, acepte este maravilloso clima frío. Siéntese junto al fuego, acurrúquese con un ser querido, y haga algunos intercambios más saludables para sus clásicos alimentos reconfortantes. Puede eliminar la culpa de la comida y escuchar mejor lo que su cuerpo le dice que necesita durante estos fríos meses de invierno.
Megan Lee es una tutora académica y candidata al doctorado en la Universidad de Southern Cross en Australia, y Jacqui Yoxall es profesora titular de Allied Health en la Universidad de Southern Cross. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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